Por tus reclamos rogaría a mis sentidos que se adueñaran de la nada, pues cada paso que avanzo a golpe de dolor, lo retrocedo multiplicado por diez ante mi estúpido miedo y la cobardía del que no sabe que hacer.
Salgo descalzo de mi prisión de lamentos inconsecuentes y deslizo una última bocanada de aire hasta mis pulmones. Convenzo a mi ego de que la hora de despertar ha llegado. Necesito oír su voz para permanecer intacto ante el fusilamiento de mis debilidades.
El efecto ‘dominó’ de las secuelas, precede las manchas del ánimo.
La sabiduría del sufrimiento es al camino lo que el sudor al atleta, lo que el perdón a la lástima.
Y volveré a cruzarme, como tantas ultimas veces, con mi mirada de desilusión, de enigma resuelto, de carencia de valor. La sencillez de ésta sorprendente estupidez, es haber crecido por dentro, encerrado entre muros impracticables de sentimientos contradictorios, de amor y odio al unísono, de creación y destrucción espiritual.
La siembra de expectativas siempre conlleva una cosecha de fracasos, de pérdidas de autoestima y esperanza.
Soñar con castillos en el aire es un placer que mi auto superación no puede degustar.
Insolubles quedaron los ‘cómos’ y los ‘cuándos’ ante la sed del ser tocado sin tocar, del ser querido sin querer.
Como era de esperar, otra ilusión que termina en nada, otro sueño aplastado y pisoteado ante la constante inquietud de no entender porque las cosas que un día te dañaron y te adoctrinaron, aun causan mella en el corazón.
Los objetivos y proyectos de nuevo acaban en nada.
Lo que perdura una y otra vez es el amanecer de un nuevo laberinto, donde tu experiencia y valor deciden quien será el vencedor en la eterna batalla entre las dificultades y la inteligencia. ¿Quien será el ganador?
1 comentario:
Hermoso,Osvaldo realmente hermoso...
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