Los garbanceros o las garbanceras eran los indígenas que querían ser como los españoles, mas no como indígenas.
Contrario a lo que se cree, el popular símbolo de la muerte, "La Catrina", no fue bautizada por su creador sino por el muralista Diego Rivera (1886-1957), aseguró el investigador Agustín Sánchez González. El nombre de Catrina, viene de la palabra "catrín", que es un hombre elegante, bien vestido y fino; su acompañante femenino es la catrina, lo que convierte a estos personajes, en la imagen clásica de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios del XX.
Rivera fue también el artista que la dibujó en el mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", y lo hizo con vestimenta.
Normalmente se le atribuye a Posada su nombre y vestimenta, y eso se debe a la ignorancia de los críticos y de la sociedad. La creación de Posada sólo fue la cabeza y el busto.
El artista ilustró corridos, historias de crímenes y pasiones, de aparecidos y milagros. Retrató y caricaturizó a todo tipo de personajes: revolucionarios, políticos, fusilados, borrachos, peladitos, bandoleros, catrines, damas elegantes, charros, toreros y obreros. Además ilustró las famosas "calaveras" (versos con alusión a la muerte que se ilustraban con esqueletos vivos personificados) género que Posada desarrolló de manera extraordinaria. Revistió al esqueleto en la calavera: esencia de los pesares y alegrías del pueblo.
"La muerte, -decía Posada-, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera".
Posada fue un excelente grabador en metal, en su fructífera vida creadora fue perseguido y atacado, debido a que siempre enfatizó su temática haciendo crítica y denuncia de atrocidades e injusticias cometidas por los regímenes que gobernaban el país. Se considera que dejó una obra aproximada de veinte mil grabados. La gran mayoría de ellos los realizó gracias al trabajo conjunto que emprendió con el también célebre impresor Antonio Vanegas Arroyo, sería casi imposible concebir el trabajo de uno sin el otro. José Guadalupe Posada es sin duda uno de los personajes emblemáticos del arte mexicano. No fue un radical político como lo quiso poner Leopoldo Méndez, sino que fue un hombre que se dedicaba a hacer caricaturas y dibujos de toda índole.
Las calaveras de Posada son en la mayoría de los casos asociadas con el Día de los Muertos, ya que interpretó la vida y las actitudes sociales del pueblo mexicano, representados en sus grabados con calaveras vestidas de gala, calaveras en fiesta de barrios, en calles citadinas, en las casas de los ricos. Dibujó calaveras montadas a caballos, en bicicletas, con las que señalaba las lacras, la miseria y los errores políticos del país. Es el caso original de "La Catrina", grabado que representa una burla a la clase alta del Porfiriato.
De todas las representaciones que diversas culturas en el mundo hacen de la muerte, quizá ninguna infunde tanto respeto como alegría, como lo hace en México La Catrina. Una dama flaca, pero elegante; vieja, pero muy viva, que los primeros dos días de noviembre acompaña al pueblo mexicano en el festejo a sus difuntos.
La Catrina, a pesar de ser calavera, no infunde temor sino alegría. Pronto, la sociedad mexicana del siglo XX, adoptaría a la Catrina como imagen viva y chusca de la festividad de sus muertitos. Por lo que no debe confundirse con la lugubre "Santa Muerte", de quien se diferencia por su ropa y personalidad; con Tánatos de la mitología griega o Mictlancícuatl de la mexica, con quienes nada tiene que ver, aunque hayan sido deidades de la muerte.
La Catrina, junto a las calaveras y calaveritas de dulce, son la típica imagen de noviembre, la primera solo es una imagen; las segundas son versos chuscos alusivos a la muerte de alguien, y las terceras caramelos de azúcar que se ponen en los altares dedicados a los muertitos en estos días.
Yo muero,
tú falleces,
él sucumbe,
nosotros nos estiramos,
vosotros os petateáis,
ellos se difuntean.
La Casa de las Artesanías de Michoacán es sede de una muestra de catrinas, iconos de la cultura popular que constituyen el emblema más flexible de la tradición de Noche de Muertos, pues desde su origen en el genio creativo del grabador José Guadalupe Posada y hasta la fecha en que es un motivo recurrente de la producción artesanal en distintos estados del país, La Catrina sintetiza el humor y la ironía con que los mexicanos se observan a sí mismos.
Posada es también la continuidad de una tradición gráfica con vocación popular iniciada por Manuel Manilla, quien a través de distintos medios impresos insertó la imagen de la calavera en el inconsciente colectivo y lo hizo a manera de una sonrisa satírica de la muerte para con los vivos. Posada es más reconocido que Manuel Manilla y eso se debe en gran medida a que el primero desarrolló su trayectoria en medio del fragor revolucionario.
La Catrina es maleable, se deja seducir por los coqueteos creativos de los artífices, pero también por el espectro social que la lleva de ser la dama refinada a una calaca punk o una monja coronada y es que este icono de la cultura popular mantiene su esencia; la muerte no distingue razas, credos, clases sociales ni sexo. Esta equidad de la condición social que sólo se alcanza con la muerte es la principal ironía de La Catrina.
Del arte gráfico y mural, La Catrina da un salto repentino a la artesanía y aún más, a la representación en la vida cotidiana, tal como lo demostró el desfile de catrinas que durante los días de la celebración de la Noche de Muertos tuvo lugar en el centro de Morelia. Ya sea vestida de niña o de novia, ataviada con carrilleras o con vestidos de azúcar, La Catrina habita en la más íntima capacidad que el mexicano tiene para reírse de sí mismo y de la vida.
Fuente: diversos sitios en internet
****Te recomendamos un poema de Olga I. Román
http://sentimientosintimos.blogspot.com/2010/10/soy-tu-catrina-me-esperabas-por-olga.html
*****Te recomendamos también: http://ferialibrodelmundo.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario