Muchas noches mis ojos contaron las estrellas.
Entonces quise tener a la mujer amada entre los brazos
para arrullarla contándole quimeras.
Más siempre estaba sólo, con un enorme pecho palpitante
vacío y en silencio, que no pudo llenarse con amantes, amigos o intelecto.
Y así aprendí a mentir y a sonreír, a pelear, a fingir
y a descubrirme, ora en la sublime paz de la pureza,
o en la ebriedad sutil del vicio.
Y DE PRONTO TU...
apareciendo en mi camino como una mariposa que uno quiere atrapar
sin dañarle las alas - quiere tenerla en vuelo -
Entonces el vacío de mi pecho se llenó de música y de luces,
y atiné a construir un cielo de ternura donde invitarte a compartir momentos,
volando un rato juntos cada día por NUESTRO firmamento,
descubriendo febriles el amor aunque sólo sea un sueño.
Tal vez no sea tan tarde todavía... PARA CONTAR ESTRELLAS.
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