¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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TESTAMENTO DEL PERDEDOR.por: Alexander Jesus Rozo

Algún día tuve a mano LOS VAGABUNDOS DEL DHARMA. No lo compré, no lo leí, no era un libro atractivo para el hombre serio de entonces, mas preocupado por las "grandes" obras del pensamiento, inmerso en las perplejidades de la cultura universitaria: solemne, rigurosa y altanera. Veía de reojo a los beatnits del salón: se me hacían propensos a un vicio: no saber para donde iban ni que querían en la vida. Yo creía saberlo para mi: lo tenía claro en apariencia, estaba allí para corroborarlo, obtener la acreditación, el título, la respetabilidad del intelectual indefectiblemente burgués. Nuestro diálogo era escaso. Ahora recordando sus miradas y los guiños, me doy cuenta que la burla era mutua: yo sentía que ellos perdían el tiempo. Ellos, que yo me perdía la vida (de ellos): andariega, irreverente, alegre que predicaban desde su atuendo. Nunca fuimos amigos, pero nos respetabamos los estilos y las visiones.


Años despues vi algunos graduandose, asumiendo el rol de la decencia al que los obliga este teatro. No los volvi a ver. Supongo que algunos serán prominentes o anónimos maestros de nómina que en la noche se dan a la bohemia del vino y la marihuana, de chimenea y promiscuidad. Otros fundarían colectivos culturales, haciendo del arte una trinchera contra este mundo tan feo al que jamás le perdonarán "el inconveniente de haber nacido", como diría Ciorán.Tendran hijos., Ebrios de libertad otros se habrán suicidado dejando en su mochila una carta impregnada de veneno y amor. Se tomaron la vida muy en serio, como diría Ciorán.Todos eran hijos de esa especie de indomables e inconformes, cuyas barricadas se inspiraron en la aspiración a lo imposible. Lo pedían, lo intentaban, o lo arrancaban al órden del tedio. Le quitaban cada dia un ladrillo a su edificio, pero como Sisifo, a su manera, sabían que eran muchos mas los que levantaban otros en la ciudad.

Uno de sus profetas era Jack Kerouac, quien escribió un libro de "culto" dicen los entendidos, faltando por precisar que significa eso, tan ambiguo como lo de generación perdida. Ese si lo leí. Se llama EN EL CAMINO. Allí aprendí que los hippyes no veneran y no pierden. Celebran, despotrican y se enervan, hacen el amor y luego se duermen como niños tranquilos en una carpa en cualquier carretera tras pescar en un rio y apagar el último rescoldo de la hoguera donde prendieron su cigarrillo. Mañana al amanecer buscarán el alimento en cualquier lugar, y harán auto stop para llegar al siguiente punto de su itinerario sin límite, sin mapa y sin luz. Son viaje en si mismos. Van a donde halla sol, y aman como si el cuerpo fuera un cheque en blanco al fragor de sus canciones salvajes de jazz que ellos creían solo de ellos, como himnos que estallan para recordar que todo cansa y se puede volver a inventar: el erotismo y la poesía, la academia y la política, los viajes y los alucinógenos, la religión y el tiempo, y el sabor de las cosas de la vida.

Los beaktnis lo intentaron: Burroughs, Ginsberg, Miller, inspiraron a esos amigos mios de la universidad en la que compartíamos asombro y teorías. No los imagino en noche de luna llena congregados leyendo EN EL CAMINO como si fuera una letanía. Lo vivían. Quizá la lectura era para esos que los mirábamos con horror. Para conocerlos, para recuperarlos, para rendirles un homenaje, para entender que sus sueños de paz y amor yacen como tranquila hierba de pradera y sus vaticinios aún estan vivos en cada nómada ávido e insaciable que escancia en cada estación todo el furor. Kerouac hizo un libro apasionado, repleto de experiencia, libre como el viento y como sus viajes, portentoso como el viento, como los rios y los paisajes de esa norteamérica suya que recorrió en un carro destartalado. Cuando me reía de esos amigos de aquellos dias, que vivian en aquella forma que Kerouac relató, no sabía que con el tiempo me descubriría como uno de ellos. Tardío, pero bueno, con la ventaja de que hoy hay redes de albergues para viajeros. Cuentan las malas lenguas que Kerouac llamaba a su mamá desde cualquier lugar para que le enviara dinero. Yo espero no tener que hacerlo

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