¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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Café de por medio - 2/4/2010 - Recuerdos de infancia

Hola, amigo. Pasé por el café casi casualmente. En realidad, no sabía si estaría abierto. Como hoy es feriado... Bueno, me alegro de encontrarte. Hace varios días que no salía de casa. Pintando. ¿Cuadros? No, paredes. Esperá que pido algo.


¡Juan Domingo! ¡Buen día, muchacho! Un café doble con crema. Ya comenzaron los fríos por aquí, ¿viste?

¡Te pusiste escarapela! ¿Sabés que yo me olvidé? Porque tenía que haber hecho lo mismo. Bueno, pero no olvidé el motivo. Hoy es el día de los Veteranos y Caídos en la Guerra de Malvinas. Coincidió con el Viernes Santo cristiano. Aunque no veo demasiado espíritu patriótico ni religioso por las calles.

¡Hmmm! Mirá como echa humito el café. Sí, ya sé que no es humito sino vapor de agua pero...

Gracias, pibe.

Disculpame, pero de un tiempo a esta parte me está tocando venir justo los días tristes. Me acuerdo cuando salíamos con mi vieja a recorrer las iglesias de Mar del Plata. Todo estaba vestido de luto, violeta, morado. Pero te juro que era una especie de ceremonia reconfortante. ¿Habrá gente que lo sigue haciendo? Después de que me fui a estudiar a La Plata nunca se me ocurrió repetir ese ritual.

La iglesia que más viene a mi mente siempre es la capilla de mi escuela, el Peralta Ramos. ¡Toda la primaria y toda la secundaria allí! Y con muy buenos recuerdos. Era mi segundo hogar: de lunes a viernes mañana y tarde, medio pupilo toda la primaria, y los sábados también iba. Con el Hermano Bernardo, a embalsamar pajaritos y otros bichos, a acomodar las piedras del museo, a probar motorcitos de aviones de esos de aeromodelismo... Y alguno que otro sábado íbamos a Batán a enseñar catecismo a los chicos, seguido de una merienda, un partidito de fútbol con ellos, o con mi muy amigo y compañero de clase Tito Fosatti darles una función de títeres.

Tuve una infancia muy feliz, cerquita de la playa a la que iba todos los días todo el verano, salvo cuando me anoté un par de años para usar la pileta del Hotel Royal. El profe de natación era el mismo profe de gimnasia que tenía en la escuela. Jorge Alvear, se llamaba. Se hacía el malo pero era un tipo fantástico.

Un día, a Tito Fosatti el padre le regaló una Paperino. ¿Te acordás? Era como un ciclomotor de ahora pero menos. Yo estaba bastante gordito pero Tito era flaco y cabíamos los dos.

El primer día que salimos con la motito fue un show. Subimos en la puerta de la casa de Tito y de allí apuntamos hacia el Náutico. Éramos socios. El Club estaba muy lindo. El presidente era el Escribano Vilas, el papá de Guillermo. El pibe tenía siete u ocho años y ya jugaba al tennis maravillosamente. Les ganaba a todos, incluso a los grandes. Tito y yo éramos medio desastre jugando y, además, Guillermo tenía casi diez años menos que nosotros así que ni lo mirábamos. Estábamos en otra.

Sigo con lo del viaje hasta el Club. Tito no tenía edad para manejar todavía así que debíamos esquivar todo lo que pareciera un policía o un agente de tránsito, a los que en esa época le decíamos "zorros grises". Había un zorro muy especial, amigo de mi viejo, que andaba en una moto enorme y era gordo de cachetes rojos. Inevitablemente le habían puesto el mote de "El chancho colorado". Ése no perdonaba nada. Hasta un par de veces algunos automovilistas le habían tirado el coche encima.

Realmente no podría reproducir el camino que ese día siguió Tito desde su casa hasta el Club. Pasó por lugares que conocíamos pero también por otros arrabales que supongo eran las colinas de Peralta Ramos. Por esos tiempos, todos campos y terrenos vacíos, calles de tierra, barro por todas partes.

Cuando llegamos a la punta de una colina se desbalanceó la motito porque mi peso excesivo sobre la parte trasera hizo que de pronto se levantara la rueda de adelante y quedó como un tobogán. Primero caí yo de espaldas sobre el barro y encima mío cayó Tito. Y las cosas que llevábamos para pasar el día en el Club se esparcieron a nuestro alrededor.

Nos levantamos, nos sacudimos el barro, juntamos todo, subimos a la Paperino y, por supuesto, esa cosa no quería arrancar. Seguramente, visto desde lejos pareceríamos el monumento a Iwo Jima pero sin la bandera, y solamente dos. Estábamos cerca, digamos... veinte cuadras, así que llegamos al Club a pie, con Tito llevando la motito con las dos manos y yo cargando con todos los petates.

Arregló la máquina en el Club y, luego de pasar el día allí regresamos al atardecer orgullosamente motorizados.

¿Te gustaron estos recuerdos de adolescencia? Y vos, ¿de qué te acordas?

Bueno, ya sé que son tonterías que tienen significado solamente para mí. Aunque te vi sonreir cuando te conté lo de la motito. Eso pretendía, porque si te hablaba de la Guerra nos íbamos a poner mal. Y sin embargo no olvidaremos esos meses tan extraños, mezcla de felicidades, dolores, Giacchinos y Galtieris. Ni dejo de pensar en los chicos que estaban allí tirados sobre la turba tratando de ser héroes mientras muchos en el país miraban los partidos del mundial.

Pucha que somos raros, ¿no? Y no aprendemos. Hay un montón de argentinos que se rompen el alma para ayudar a sus vecinos necesitados mientras otros están discutiendo quién va a ir primero y quién segundo en una lista electoral.

¿Viste que te pusiste serio? ¿Viste que a veces hay que contar alguna tontería para no deprimirse? Temas para las pálidas siempre sobran. Basta con echar un vistazo alrededor. Por eso en radio Carve de Montevideo estaban la "buenas noticias de Rausa". ¿Qué era Rausa? Era y debe seguir siendo, supongo, la azucarera del Uruguay. La escuchaba todas las tardes.

Pero ahora tengo que irme. Me faltan unas pinceladas en el techo y liquido el tema de la pintura.

En cualquier momento la seguimos. Porque estos cafecitos ya no son un gusto sino una necesidad. Al menos para mí.

Paso por el mostrador, pago, saludo al patrón y a Juan Domingo... y les deseo Felices Pascuas, no porque ellos sean demasiado creyentes, seguramente, sino porque, como decía una viejita vecina mía cuando repetía una de esas frases remanidas que surgen habitualmente, ¡algo hay que decir!

Chaucito.


Daniel Aníbal Galatro

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