Más de una noche los hemos despertado a cualquier hora, cuando teníamos fiebre o algún dolor.
Son los que suspendieron sus propios sueños, sueños de años enteros, para materializar los nuestros.
Derramaron más de una lágrima por nosotros, compartiendo alguna alegría y ¿por qué no? nuestras tristezas y fracasos.
Ahora que somos grandes, que tenemos nuestras familias, que somos independientes y que, según nosotros, sabemos lo que hacemos, nos sentimos asfixiados muchas veces por los consejos de los mayores, que si interceden en la crianza de nuestros hijos (sus nietos) que muchas o la mayoría de las veces tienen que cuidar.
Ahora, en nuestra nueva etapa de hijos adultos, responsables, nos molesta cambiar nuestro programa predilecto por el de ellos. Nos molesta cambiar nuestro tema favorito por algún tanguito o bolero donde nuestros viejos se borran y regresan imaginariamente a su época, con su pareja - la que no está más, la que se fue, o quizá tengan la bendición de tenerla. Nos molesta sentir ese olor a cigarrillo o calentar la pava de agua y la yerba usada y fría del mate lavado, esperando al hijo que no lo puede compartir porque está SIEMPRE APURADO.
Así somos nosotros, aunque a ellos no les molestaba escuchar a todo volumen el rock que estaba “de onda”, o nuestro olor a cigarro robado guardado en el bolsillo de algún guardapolvo blanco que mamá blanqueaba con tanto amor, haciéndose la tonta pero sabiendo que fumábamos. O preparando la ropa planchadita o el baño “con todos los chiches” para ir a bailar un sábado a la noche.
No les molestaba el bullicio ni los gritos de nuestros amigos, ni el teléfono incesante a toda hora, incluso de madrugada, donde llamaba ese noviecito “plomazo” que el viejo celoso no quería escuchar.
Por eso, queridos amigos, después de ver y reconocer a muchas personas en algunos geriátricos, tristes para ellos, fríos, sombríos, dicho por ellos mismos, te pregunto: ¿Sabías que hay mucha gente que conocemos que está allí, manteniéndose con una pensión o jubilación mínima, y muy pocas veces reciben la visita de aquél hijo?
OYE A TU PADRE, AQUÉL QUE TE ENGENDRÓ, Y CUANDO TU MADRE ENVEJECIERE NO LA MENOSPRECIES – (Proverbios 23:22)
"Humildemente Luz"
Esquel- Chubut- (el paraíso de mi mundo)
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