¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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Jorge Luis Borges, el docente

El libro “Borges, profesor” reveló tras una investigación las clases del escritor. Sus detalles, pasiones y la mirada que tenía sobre sus colegas en el ámbito intimista de un salón, en la UBA, durante 1966.


El libro Borges, profesor es resultado de una labor detectivesca de los investigadores Martín Arias y Martín Hadis, que recobraron de unas viejas transcripciones una faceta desconocida de Jorge Luis Borges (1899-1986), la de docente.

Ese intenso trabajo de compaginación e indagación –reeditado por Emecé– revela un perfil de Borges que no había sido documentado y sólo era recordado por los estudiantes de Letras que asistieron a un curso de Literatura Inglesa que el escritor dictó, en 1966, en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

“Es extraño escuchar las clases a través del papel”, dice Hadis, en diálogo con Télam, sobre el libro que reúne las 25 lecciones que fueron grabadas en cinta magnetofónica; en esa época todavía no existían los cassettes.

De esas cintas “sólo se conservan viejas transcripciones en muy mal estado”, cuenta Hadis, realizadas por alguien que no sabía de literatura ni idiomas, por lo que la reconstrucción de los versos, fragmentos de textos y autores citados por Borges en clase fue un verdadero rompecabezas.

El minucioso trabajo detectivesco obsesionó a Arias y Hadis desde un principio y tuvo que ver con realizar constantemente, durante los dos años que les insumió la investigación, operaciones lógicas eliminando factores y posibilidades en los blancos y errores de esas hojas.

El interruptor de esta agotadora pero satisfactoria labor fue un descubrimiento azaroso, cuando un conocido de Arias le comentó como al pasar que tenía desgrabaciones de las clases que había tomado con Borges en la UBA –de esto hace hoy más de cuatro décadas– “y le pasó la transcripción del curso completo con todos los errores originales, sin ninguna corrección”, señala Hadis.

“Más allá del inconveniente que esto nos significó, en cuanto a caudal de trabajo y búsqueda, significaba una ventaja invaluable. Contábamos con horas y horas en esas hojas de Borges hablando en un lenguaje muy coloquial con una intención a la que estamos poco habituados a relacionar con él”, asegura.

Ocurre que, como docente, Borges se esfuerza por escapar de las digresiones habituales en las que incurría como conferencista o al ser entrevistado, y logra una hermosa labor pedagógica, guiado en sus clases por el placer literario, el afecto por cada una de las obras que aborda y el deseo de contagiar su entusiasmo a los alumnos.

Los vikingos, las odas guerreras de Maldon y Brunanburh, el himno de Caedmon y Beowulf –que compara con los compadritos–; Coleridge, Shakespeare y Macpherson son sólo algunas obras y nombres a los que alude en las clases, dejando en claro su predilección por el inglés antiguo y que no cita para demostrar conocimiento, porque no le importa tanto la exactitud del dato como la idea, el concepto.

“He enseñado exactamente 40 trimestres de literatura inglesa en la facultad, más que enseñado he tratado de traducir el amor de esa literatura”, aseveró Borges sobre su paso por la UBA, adonde ingresó en 1956 a partir de una solicitud en la que sólo escribió: “Sin darme cuenta me estuve preparando para este puesto toda mi vida”.

Armar este volumen “fue como correr detrás de un Borges que se perdía entre los libros en una biblioteca”, rememora Hadis la idea con que comienza el prefacio de Borges, profesor, para ilustrar sus búsquedas incansables que hoy aparecen a pie de página completando un año, un nombre, unos versos faltantes o mal escritos, o una oscura leyenda oriental.

“El último hallazgo recuerdo que fue el nombre de un germanista, Palgrave, que no aparecía en ningún lado –no estaba en las crónicas, ni en las antologías, las traducciones o las conferencias–. No podíamos hallarlo hasta que di con un prólogo suyo donde lo nombra, dos años más tarde”, señala.

Y agrega: “Hay una clase, por ejemplo, donde se nota que se apagó el grabador en los últimos 10 minutos y después de mucho andar me acordé de un artículo sobre literatura germánica medieval donde hablaba de lo mismo; esos últimos minutos fueron restaurados con esa información”.

Borges, profesor es un gran aporte para reconstruir la figura de este escritor, conocido por el genio de su prosa y su poesía –tema de estudio en estos días–, incluso como conferencista, pero nunca como enseñante. Como bien lo define Hadis: “Un portal en el tiempo y el espacio que permite asomarse a esas clases”.
Fuente: http://www.elciudadanoweb.com/

"Tú" - de Jorge Luis Borges




Un solo hombre ha nacido, un solo hombre ha muerto en la tierra. Afirmar lo contrario es mera estadística, es una adición imposible.
No menos imposible que sumar el olor de la lluvia y el sueño que anteanoche soñaste.
Ese hombre es Ulises, Abel, Caín, el primer hombre que ordenó las constelaciones, el hombre que erigió la primer pirámide, el hombre que escribió los hexagramas del Libro de los Cambios, el forjador que grabó runas en la espada de Hengist, el arquero Einar Tamberskelver, Luis de León, el librero que engendró a Samuel Johnson, el jardinero de Voltaire, Darwin en la proa del Beagle, un judío en la cámara letal, con el tiempo, tú y yo.
Un solo hombre ha muerto en Ilión, en el Metauro, en Hastings, en Austerlitz, en Trafalgar, en Gettysburg. Un solo hombre ha muerto en los hospitales, en barcos, en la ardua soledad, en la alcoba del hábito y del amor.
Un solo hombre ha mirado la vasta aurora.
Un solo hombre ha sentido en el paladar la frescura del agua, el sabor de las frutas y de la carne. Hablo del único, del uno, del que siempre está solo.
 
Jorge Luis Borges
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Juan Cruz Ruiz en una nota de Héctor M. Guyot para ADN Cultura

Por Héctor M. Guyot

Fuente: ADN Cultura
Más información: http://www.lanacion.com/

N. de la R.: Esta nota de Héctor M. Guyot es realmente una maravilla digna de integrar una antología. Es por eso que decidimos, pese a su extensión, reproducirla totalmente. Porque con el pretexto de escribir sobre Juan Cruz Ruiz y su "Egos Revueltos" nos va mencionando muchos más protagonistas de nuestra cultura referenciados en este libro que describe a fondo la personalidad de un puñado de creadores del más alto nivel. (El destaque en negrita - bold - es nuestro).
En la fotografía: Juan Cruz Ruiz

***
Conoció a Camilo José Cela en marzo de 1972, cuando él era un periodista de poco más de veinte años y el autor de La familia de Pascual Duarte gravitaba como una figura de peso de la literatura española. El novel cronista acudió al aeropuerto de Tenerife junto con dos intelectuales de la isla a recibir al visitante ilustre, cuya presencia imponía un temor reverencial: "Tenía esa quijada poderosa de caballo manso, y la frente protuberante (como su barriga) avanzaba con la seguridad de un paquidermo que fuera el jefe de los de su especie". Era dueño de una voz bronca y fuerte. Pero de pronto, tras los saludos, se sintió desvalido y pidió un asiento. "Estoy jodido", dijo. Ya en el hotel, el médico diagnosticó fiebre y ordenó guardar cama. Suspendida la cena de bienvenida y amenazada la conferencia del día siguiente, acompañaron a Cela hasta su habitación y allí, como un niño, el escritor confesó que no podía estar solo. Los dos intelectuales miraron al joven periodista y uno de ellos dijo: "Juanito". De modo que Juan Cruz Ruiz cargó con la misión de acunar al novelista, que apenas ganó la posición horizontal ordenó: "Habla, no dejes de hablar, necesito que me hablen para poder dormir".

Después de rescatar su infancia, su juventud y su encuentro con el mundo en libros como Retrato de un hombre desnudo , Ojalá octubre y Muchas veces me pediste que te contara esos años , Juan Cruz propone ahora una memoria personal de la vida literaria en Egos revueltos , volumen que se alzó con el XXII Premio Comillas de la editorial Tusquets y que el mes que viene se distribuye en el país. Allí el escritor canario desanda el camino espiralado de sus recuerdos en una narración que desatiende la cronología para abandonarse a los flujos y reflujos de una memoria prodigiosa. Pero para recordar primero hay que haber vivido, y en su triple condición de periodista, escritor y editor (trabaja en el diario El País de Madrid desde su fundación en 1976 y fue director de la editorial Alfaguara entre 1992 y 1998), Juan Cruz parece el hombre indicado para fraguar este backstage literario que ofrece perfiles íntimos y reveladores de muchos de los grandes autores del último medio siglo. Testigo perfecto, siempre estaba ahí donde debía para contarlo luego. Por eso el libro es también, y sobre todo, el retrato de una devoción: la suya, que lo empujó desde muy joven al mundo de la escritura y los escritores, en el que supo ver, en medio de sus miserias y grandezas, con ojos compasivos pero nunca ingenuos, una danza de egos de todos los tamaños y colores.

Aquel ego en reposo del hombre que el periodista dejó dormido en el hotel Mencey de Tenerife, por ejemplo, iba camino a convertirse, a medida que se acercaba el Premio Nobel y crecía la fama, en el ego más "denso" de los que Juan Cruz habría de conocer jamás. Quince años después se dieron cita en un lujoso restaurante. Vestido con corbata y camisa roja a rayas, con "la altivez de un hombre que se sabe especialmente poderoso", Cela escuchó frente a unos mariscos una proposición del periodista, que entonces ya trabajaba en El País : el diario quería que el narrador viajara por las Cinco Villas de Aragón y lo contara en una serie que iba a ser publicada durante el verano. Algo habitual, invitar a los literatos a escribir en el periódico.

Cela, sin embargo, planteó condiciones propias de un divo del canto lírico o de una estrella de rock, que pasó a enumerar sin demora: quería disponer de un auto Testarrosa, y las camas de los hoteles debían tener determinadas dimensiones; exigió, de paso, un trabajo en la Cadena Ser para Marina Castaño, entonces su ayudante y luego su esposa, que a la sazón estaba allí, compartiendo el almuerzo. No hubo crónicas, claro.

En el retrato que hace de Cela, Juan Cruz señala que el escritor podía ser generoso. "Ayudó siempre, hasta el final. Ayudó a Francisco Umbral a ganar el premio Cervantes; ayudó a José García Nieto a ganar el mismo premio; ayudó a gente a entrar en la Academia; y ayudó a que otra gente no entrara. Era, en ese sentido, como un campesino con poder, animado siempre a ofrecer a sus vecinos, y a sus fieles, el apoyo que le permitían sus contactos y sus influencias. Y estaba dispuesto, también, a pedir la destitución de aquellos que no le rindieran la pleitesía a la que su larga historia le hacía acreedor... Don Camilo era como una poderosa industria."


El Nobel que llegó por mar


Hubo otro futuro Nobel que llegó a Tenerife ante la mirada deslumbrada del joven Juan Cruz. Fue en 1970, y éste no vino por aire sino por mar, como corresponde a alguien que, al avistar desde la costa un tablón mecido por el oleaje, quizá resto de un naufragio, le dijo a su mujer: "Matilde, el océano le trae la mesa al poeta. Ve por ella". Era Pablo Neruda, que regresaba de Cannes a Chile para apoyar la campaña que llevaría a Salvador Allende al poder. Cuando un grupo de notables, entre los que estaba el joven periodista del diario local con su anotador en mano, lo invitó a bajar al puerto de la isla, Neruda se negó. ¿Acaso en España no gobernaba aún Franco, un dictador contra el cual él había luchado? Alguien le recordó que había bajado ya en Barcelona, para pasear por la ciudad junto con su amigo Gabriel García Márquez. Hubo un silencio, que otro aprovechó para decirle que abajo lo esperaban artistas republicanos. El poeta lo pensó. De pronto, le preguntó a Matilde Urrutia: "¿Tú crees que acá abajo habrá arepas?". Sólo la irrupción de ese antojo hizo que el vate descendiera por la escalerilla del Cristoforo Colombo del brazo de su mujer. Escoltado por la comitiva, se dirigió con su "sonrisa de perro tranquilo" hacia el bar Atlántico, donde comió sus arepas rodeado de escritores locales que siguieron solícitos el recitado de sus propios poemas, a los que Neruda ("acaso uno de los egos más grandiosos que dio la historia de la literatura que uno ha podido tocar") volvía cada vez que dejaba de ser el centro de atención. El episodio remite a aquella anécdota que tiene como protagonista a un celebrado escritor argentino: una noche en que compartía una cena con otros diez comensales, su esposa pasó bajo la mesa un papelito urgente donde había anotado: "Hace rato que no hablan de él y se está deprimiendo".

Entre los escritores, la comida y la bebida son cosa seria. Cuando Juan Cruz era ya editor, muchos años después, le tocó compartir un almuerzo en Isla Negra con Marcela Serrano, Arturo Pérez-Reverte y Carlos Ossa, un editor chileno. En busca de pescado fresco, habían dado con el único restaurante decente del lugar. Venían de visitar la casa de Neruda, donde habían visto aquel tablón legendario y los mascarones de proa que el mar le regalaba periódicamente al poeta. "¡Carlos, no hay limones!", gritó de pronto la Serrano, indignada y ante el estupor de todos. Y lo gritó dos veces. "Lo que había sucedido -cuenta Juan Cruz- fue que la novelista chilena le había preguntado en voz baja al camarero si había limones; ella no comería pescado sin limones, y en el mecanismo de relación entre su mente y la necesidad frustrada de los cítricos había un culpable claro, allí presente, el editor... Es muy serio contradecir a un escritor, sobre todo si se encuentra en un lugar propio y se siente defraudado."

Decálogos y caprichos

Precisamente en aquella comida, Juan Cruz ensayó un decálogo para regir las relaciones de los editores con los escritores de su editorial, y fue entonces cuando Pérez-Reverte dijo que podría hacerse un libro que tratara de los egos revueltos de los escritores ("y de los editores, y de los periodistas, que todos cultivan su propio ego", agregó el autor). Quince años más tarde, con este libro, llega la respuesta a ese desafío.

Para un editor, dice Juan Cruz, el incumplimiento de un capricho puede traer consecuencias nefastas. Pero el antojo también puede cambiar de signo y jugar a favor. En otro almuerzo, esta vez en Montevideo, habían reunido a Pérez-Reverte con Mario Benedetti en la presunción de que congeniarían. Era juntar al joven autor con el veterano escritor, dos generaciones y dos estilos bien distintos. La idea no contravenía lo que Juan Cruz había aprendido a respetar como un principio elemental de las relaciones públicas en el mundo editorial: a menos que se junten por gusto, los iguales se repelen. Todo iba bien hasta que Pérez-Reverte preguntó al mozo: "¿Tienen ustedes dulce de batata?". Desolado, el mozo admitió que no. Ahí mismo el dulce de batata adquirió la importancia de una carencia, cuenta Juan Cruz: "Arturo miró a Fernando [Esteves], el editor local, con una decepción muda, no hay dulce de batata, ya me parecía a mí que algo iba a faltar en este maldito restaurante tan bueno". El almuerzo siguió su curso y hasta Pérez-Reverte olvidó su antojo. Pero a la hora de los postres, cuando nadie lo esperaba, el mozo depositó en la mesa un plato con dulce de batata. Ante la sorpresa de todos, señaló a Esteves y contó que el editor local había salido a la calle subrepticiamente para volver con aquello que calmaría el paladar consentido del autor de La tabla de Flandes.

Esteves tenía 22 años, y dice Juan Cruz que aquel almuerzo cimentó una carrera que lo llevaría a ser director de Alfaguara en la Argentina y a dirigir la división de Ediciones Generales de Santillana en México.

Benedetti también tenía lo suyo en materia de comida. Lo que no sacó a relucir en ese almuerzo de Montevideo aparecía cada vez que la editorial lo llevaba a Madrid para presentar sus libros. "Era muy meticuloso con el pescado: odiaba las espinas. No era una manía circunstancial; Mario lo exigía, y era muy preciso en eso: ´Juan, recuerda que no quiero espinas´. Y no habría espinas. Y si por casualidad aparecía una en el pescado, Mario levantaba la mirada, enfurecido." El autor de La tregua era un ego irritable oculto tras el velo de la humildad.
 
Por el contrario, el mexicano Octavio Paz, inclinado a creer que había pocos como él en la historia del siglo XX, no era un hombre humilde y no consideraba oportuno ocultar su grandeza con la falsa modestia, observa Juan Cruz. Un día, a principios de los años ochenta, le tocó entrevistar a la mujer de Paz, Mary Jo, pintora, que exponía en Madrid. A pedido de ambos, les alcanzó el texto que había escrito luego de hablar con la artista. Sin decir permiso, concentrado como un relojero, el poeta lo corrigió palabra por palabra, "con la delicadeza de un corrector, la rapidez de un linotipista y la autoridad de un director", hasta darle a aquella entrevista ajena "su propia impronta literaria, periodística o poética". A Paz, sin duda uno de los ensayistas en lengua española más lúcidos de los últimos tiempos, le gustaba ordenar el mundo alrededor suyo y aplicaba esa capacidad de control en todo (en esto se parecía a Cela, también un hombre "capaz de organizar a los otros en torno a su figura"). Años después, Juan Cruz fue a verlo para que colaborara en una serie de suplementos sobre las relaciones entre América y Europa que El País publicaría bajo la dirección del académico inglés John Elliot. El autor de El arco y la lira quiso saber qué otros escritores colaborarían. Juan Cruz sacó una lista y Paz se la quitó de las manos. Con el mismo bolígrafo con que había corregido la entrevista a su mujer, empezó a tachar nombres.

"Don Octavio -señaló el periodista-, ésos son nombres decididos por John Elliot." Paz sentía por Elliot una correspondida admiración. Algo notable, ya que su admiración era un tesoro de mucho quilates, escribe Juan Cruz, porque no se prodigaba hacia los lados sino hacia adentro. Finalmente, devolvió el papel. "Si no puedo tachar no colaboro", dijo.

Tras la huella de Cortázar

Cada vez que la memoria de Juan Cruz rescata un nombre, con él viene una historia. En el curso de todos esos años, escribe, fue como un saltimbanqui involuntario buscando miradas con las que completar la suya. Entrevistar a escritores en su condición de periodista, atenderlos en su calidad de editor, era para él una aventura. Y si el trabajo no le ponía escritores en el camino, se los conseguía por su cuenta. Cortázar, por ejemplo. Lo había buscado en su juventud por la calles de París, jugando con la posibilidad de un encuentro fortuito al modo de Oliveira y La Maga, y lo había entrevistado luego. Pero ahora, años después de su muerte, Juan Cruz salía en busca del fantasma del autor de Rayuela . Junto con el escritor Manuel de Lope, peregrinó rumbo a Saignon, donde Cortázar había vivido sus veranos y escrito algunos de sus libros. Sin una dirección que los orientase, consultaron en el municipio los planos catastrales. Tuvieron suerte y al rato estaban tocando el timbre en una casa de la zona. Abrió la puerta una mujer alta, en traje de baño, mojada y con una toalla sobre los hombros. Era Ugné Karvelis, lituana, una editora de Gallimard que había sido pareja de Cortázar.

Muchos de los amigos del escritor la tenían por una personalidad difícil y hasta maliciosa, pero los hizo pasar amablemente y los condujo hasta una habitación espartana. "Ahí escribía", dijo, y señaló una mesa desnuda en la que Cortázar se sentaba de cara a la pared y de espaldas al ventanal que daba al jardín. Miraron la mesa vacía, en callado homenaje, y de algún lado llegó un aroma a jazmines.

Después, durante una conversación con Juan Carlos Onetti a la vera de la cama que el autor de La vida breve ya no quiso dejar, éste le dio su opinión respecto del ego de Cortázar, de quien había sido amigo. "Mirá, te voy a decir que él siempre se mostró como un hombre muy humilde, muy desinteresado, y de eso no hubo nada... -dijo el escritor uruguayo-. Era de una vanidad tremenda, y una muestra fue la polémica que tuvo con mi amigo peruano José María Arguedas." La cosa, parece, fue como sigue. En medio de una ardiente discusión acerca del compromiso del intelectual latinoamericano, Cortázar pretendió poner en su sitio al autor de esa novela maravillosa que es Los ríos profundos , tan celebrada por Mario Vargas Llosa: "Usted toca una quena en Perú y yo dirijo una orquesta en París", disparó el argentino. Para Onetti, que también escribía mirando la oquedad de una pared, aquello era imperdonable.

Livianos como el aire

Así como entre los escritores hay egos inflados y poderosos que, según el caso, se exhiben o se esconden, existen otros que de tan livianos parecerían destinados a evaporarse en el aire.

Dice Juan Cruz que Jorge Luis Borges era una de las personas menos pedantes que ha conocido. A principios de los años 80, cuando no sabía aún que los editores eran sobre todo acompañantes, durante dos días le tocó hacer de lazarillo de ese hombre al que leía y admiraba. Era un fin de semana de verano, y junto con su mujer y su hija paseó a Borges por Madrid y lo llevó a bares y restaurantes donde el autor de El libro de arena cantó en islandés algunas endechas que recordaba de memoria. Entonces Juan Cruz sintió la alegría de descubrir que los genios pueden ser gente bastante normal. Siempre con su libreta a mano, el periodista tomó muchas notas durante esos días, frases de Borges que no quería dejar escapar. Entre otras, la que sigue: "Le dije a un visitante mexicano que se quejó de mi casa: ´Usted está en ella cinco minutos, yo vivo en ella desde hace setenta años, no se queje.´ Me dijo: ´Octavio Paz no vive así´. Y yo le repliqué: ´Es que, modestamente, yo soy Borges´".

No hay escritor que carezca de ego, advierte el autor.

Sin embargo, entre aquellos que lo llevan ligero incluye a John Berger, a Miguel Delibes (fallecido la semana pasada a los 89 años) y a Leonardo Sciascia ("uno de los tipos más sencillos y desprendidos que he conocido"). Y también a Paul Bowles, a quien, cuando ya era editor, fue a visitar a Tánger para convencerlo de que viajara a España a presentar su nuevo libro. Lo encontró sentado sobre una alfombra, fumando kif en una larga pipa y con temor de que un pájaro que andaba revoloteando fuera se metiera dentro de la casa. Bowles estaba más interesado en su música -era también compositor- que en su literatura, pero a sus 83 años aceptó la invitación. Flaco y debilitado, "con sus ojos azules velados por la tristeza y la perplejidad", viajó a Madrid, donde presentó su libro y se organizó un concierto con su música. El editor también le consiguió un cirujano que lo atendió de un dolor en la rodilla que en Tánger no había podido curar.

Por necesidad, Juan Cruz se volvió un experto en misiones especiales. Lo mismo podía conseguirle un dentista a Berger que un fisioterapeuta a Vargas Llosa. Hecha su fama, una madrugada lo despertó el llamado telefónico de Carmen Balcells. La célebre agente literaria le rogó que consiguiera un helicóptero: la escritora brasileña Nélida Piñón viajaba de Barcelona a Madrid, donde debía tomar un avión para regresar a su tierra sin demora, pero la nieve había dejado varado su taxi en el camino. Desde su casa en Tenerife, Juan Cruz intentó lo imposible y casi lo logra, pero los pilotos no se atrevieron a volar con semejante tormenta. En lugar de un helicóptero, le consiguió a la escritora un hotel en Soria donde pasar la noche. "Por lo que les escuché al posadero y a la propia Nélida, esa noche de tanta nieve la autora de Corazón andariego durmió en un puticlub de carretera", confiesa.

En el sube y baja

Pero sin duda quien sometió al abnegado editor a una actividad extenuante fue Susan Sontag, que viajó a España en 1995 para presentar su novela El amante del volcán . Le había contado a Juan Cruz que tenía dos ídolos europeos, John Berger y José Saramago, y que le gustaría conocer al escritor portugués. Quienes la esperaban en Madrid pensaron que llegaría agotada del viaje, pero le sobró energía para ir al Museo del Prado, comer mariscos y firmar ejemplares en la Feria del Libro, con tanta buena suerte que era la única autora firmando cuando apareció nada menos que la reina Sofía. Hubo entre ellas una charla amable, hubo firma de ejemplar y hubo un fotógrafo de El País que tomó la imagen que, al otro día, vestiría la tapa del diario. El editor Juan Cruz estaba en la gloria pero sin tiempo para festejos, porque enseguida viajaron a Lanzarote, donde Saramago y su mujer, Pilar del Río, recibieron a la Sontag con los brazos abiertos y la pasearon por la isla. "Hubo un solo revuelo en el espacio amplio de su ego, cuando ella entendió que el hotel que le buscamos podría no estar a la altura de sus merecimientos", cuenta el editor. Fue cuando el delegado de Alfaguara en Canarias preguntó, inocentemente: "¿Por qué se han alojado en este hotel?". Sontag detectó la palabra "hotel" y le preguntó a Juan Cruz: "¿Quiere decir que estoy en un hotel que no resulta adecuado para mí?". Regresaron cansados del viaje, pero la escritora quiso ir a cenar con Pedro Almodóvar. Radiante y feliz, esa noche ella le contó a su amigo su paso por Lanzarote, pero el cineasta, que estaba en un día sombrío, le dijo que aquello quizá no había sido una buena idea. La Sontag buscó a Juan Cruz con los ojos: "¿Y por qué me has llevado a Lanzarote?", inquirió. "Pasaba de un estado de ánimo al otro con las violencia de las ventoleras -escribe el autor-, y nosotros teníamos que poner en marcha un sensor secreto para que no nos tomaran desprevenidos sus cambios de humor."

Sin embargo, nada de todo esto hacía mella en el editor, cuyo entusiasmo -y paciencia, hay que decirlo- parecía entonces el mismo de aquel cronista primerizo e inquieto que esperaba que Neruda se decidiera a poner un pie en tierra o que Cela se entregara al sueño. A Juan Cruz, que hace unos años regresó al periodismo a tiempo completo, le cuadra la imagen del editor que trazó Manuel Vicent. Posiblemente haya sido él quien la ha inspirado. Dice el autor de Tranvía a la Malvarrosa que los editores son como esos chinos de circo que mantienen en el aire varios platos a la vez, que deben hacer girar sin descanso para que no se caigan. La manera en que Juan Cruz ha celebrado con autores y periodistas, y con la escritura misma, una suerte de perpetua y exaltada comunión desmentiría la teoría de los egos. Éste es el libro de un hombre generoso que parece haber advertido lo que decía el poeta: por mucho que se aspire a la inmortalidad, por mucho que se crea haberla alcanzado, todo, y todos, pasan.


Héctor M. Guyot
ADN Cultura

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Actividades del Taller Literario El Aleph en Bahía Blanca

El Taller Literario El Aleph te invita a inscribirte hasta el 5 de abril inclusive para participar en sus actividades de lectura comentada y escritura creativa, con formatos para niños, adolescentes y adultos. En este último segmento están disponibles las últimas vacantes.


La propuesta es leer más, escribir mejor y compartirlo entre amigos, en un encuentro semanal de 2 horas, desde marzo a diciembre, con turnos opcionales.
Consultas e inscripciones pueden realizarse escribiendo a nuestra dirección de e-mail
tallerelaleph@yahoo.com.ar
o llamando a los teléfonos (0291) 4812890 y (0291)155750289

Más infomación sobre actividades de El Aleph para intercambiar con amigos de todo el mundo: http://www.carillalibre.blogspot.com/
(recientemente actualizado).

Muchas gracias por acercarte a participar, o ayudarnos con la difusión de esta actividad hasta el domingo 5 de abril de 2010 inclusive.

Auspician:
Fundación Internacional Jorge Luis Borges
Instituto Cultural de Bahía Blanca
Concejo Deliberante
Lic. Edgardo Ariel Epherra
Coordinador
Programa de Talleres El Aleph

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La Biblioteca Total de Borges

"... La idea básica de Lasswitz es la de Carroll, pero los elementos de su juego son los universales símbolos ortográficos, no las palabras de un idioma. El número de tales elementos -letras, espacios, llaves, puntos suspensivos, guarismos- es reducido y puede reducirse algo más. El alfabeto puede renunciar a la cu (que es del todo superflua), a la equis (que es una abreviatura) y a todas las letras mayúsculas. Pueden eliminarse los algoritmos del sistema decimal de numeración o reducirse a dos, como en la notación binaria de Leibniz. Puede limitarse la puntuación a la coma y al punto. Puede no haber acentos, como en latín. A fuerza de simplificaciones análogas, llega Kurd Lasswitz a veinticinco símbolos suficientes (veintidós letras, el espacio, el punto, la coma) cuyas variaciones con repetición abarcan todo lo que es dable expresar en todas las lenguas. El conjunto de tales variaciones integraría una Biblioteca Total, de tamaño astronómico. ...


...Todo estará en sus ciegos volúmenes. Todo: la historia minuciosa del porvenir, Los egipcios de Esquilo, el número preciso de veces que las aguas de Ganges han reflejado el vuelo de un halcón, el secreto y verdadero nombre de Roma, la enciclopedia que hubiera edificado Novalis, mis sueños y entresueños en el alba del catorce de agosto de 1934, la demostración del teorema de Pierre Fermat, los no escritos capítulos de Edwin Drood, esos mismos capítulos traducidos al idioma que hablaron los garamantas, las paradojas que ideó Berkeley acerca del Tiempo y que no publicó, los libros de hierro de Urizen, las prematuras epifanías de Stephen Dedalus que antes de un ciclo de mil años nada querrán decir, el evangelio gnósticode Basílides, el cantar que cantaron las sirenas, el catálogo fiel de la Biblioteca, la demostración de la falacia de ese catálogo. Todo, pero por una línea razonable o una justa noticia habrá millones de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. Todo, pero las generaciones de los hombres pueden pasar sin que los anaqueles vertiginosos -los anaqueles que obliteran el día y en los que habita el caos- les hayan otorgado una página tolerable..."

Borges, Jorge Luis.
" La biblioteca total".

Más sobre Jorge Luis Borges en
http://ajedrezyborges.blogspot.com/

Un poema de Borges: "Afterglow"


Afterglow


Siempre es conmovedor el ocaso
por indigente o charro que sea,
pero más conmovedor todavía
es aquel brillo desesperado y final
que herrumbra la llanura
cuando el sol último se ha hundido.

Nos duele sostener esa luz tirante y distinta,
esa alucinación que impone al espacio
el unánime miedo a la sombra
y que cesa de golpe
cuando notamos su falsía,
como cesan los sueños
cuando sabemos que soñamos.

JORGE LUIS BORGES


Mucho más sobre Jorge Luis Borges en:
http://ajedrezyborges.blogspot.com/

Enviado por nuestra amiga
Viviana Álvarez

http://entonceslapoesia.blogspot.com/

BIBLIOTECAS ESCOLARES, A CAPA Y ESPADA.


ESCRIBE ÁNGELA PRADELLI


SON EL VERDADERO CORAZÓN DE LAS ESCUELAS. OJALÁ TODAS ESTUVIERAN NUTRIDAS Y BIEN EQUIPADAS. PARA LA MAYORÍA DE LOS CHICOS SON LA VÍA PRIVILEGIADA DE APROPIARSE DE LAS POSIBLES LECTURAS DEL MUNDO.

Muchas veces me he preguntado por una definición posible de biblioteca escolar. Una definición que, como nos enseñó el filósofo Gastón Bachelard, pudiéramos abordar desde una poética del espacio. Cuáles serían las notas para esa definición si la pensáramos como signo; cuál es la intervención de su "cuerpo" en la vida de las escuelas, su articulación con los edificios dentro de los cuales funciona.

Sabemos que Borges se figuraba el paraíso bajo la especie de una biblioteca, pero ¿qué imagen construimos de las bibliotecas escolares los alumnos, los docentes, los padres, los escritores, los directores? Cómo observamos a ese organismo que algunos definen como el verdadero corazón de una escuela.

En varios de sus trabajos, el escritor y profesor George Steiner ensaya una hipótesis que resignifica el mito de Babel. Dice Steiner que, lejos de lo que siempre se afirma, la multiplicidad mil veces mayor de lenguas recíprocamente incomprensibles que antaño se hablaron en esta tierra no es una maldición. Steiner afirma que Babel es, por el contrario, una bendición. Y un júbilo. Y que todas y cada una de las lenguas son ventanas abiertas al ser y a la creación.

Tomemos esta idea de Steiner para poder pensar en espejo el concepto de biblioteca. Me refiero a las lenguas no sólo como los idiomas sino sobre todo como la multiplicidad de voces. A los múltiples lenguajes que hay incluso dentro de cada lengua. La biblioteca, que reúne varias lenguas y concentra muchos lenguajes, ¿no es una Babel bendita que nos permiten ver otros mundos a través de las lenguas?

La construcción lingüística dibuja en cada escuela una cartografía que une lenguas. "Llegué de Italia a los 12 años, cuenta el escritor Antonio Dal Masetto, y aprendí el idioma leyendo en una biblioteca de Salto, el pueblo donde habíamos ido a vivir con mis padres. Iba a la biblioteca porque me interesaban los libros. Había leído a Salgari, a Verne. Frente a la circunstancia de cambiar de idioma los libros sirvieron para incursionar en esta nueva lengua. No sé cómo habrán llegado los libros ahí, había de todo. Yo entraba y miraba los estantes y por ahí un título me sonaba, y a lo mejor era un título ilegible para mí, porque era filosofía. Pero me lo llevaba, intentaba, lo devolvía, volvía por otro".

Un chico de 12 años aprendiendo un idioma en el espacio de una biblioteca. Se trata del aprendizaje de una lengua, así que no son sólo palabras sino también matices, música, tonos, silencios. Dal Masetto, que luego será una de los más grandes escritores y hará de la lengua un oficio, aprende a hablar en una biblioteca. Ya no es una madre y un padre los que acercan las palabras sino que son los autores a través de sus libros y ese reemplazo resignifica la escritura.

Por otra parte, ¿alguien puede enseñar a hablar a otro si no lo ama? Si en la transmisión de una lengua siempre está presente el amor como vehículo, habría que pensar que en este relato de Dal Masetto el aporte quizás más importante sea la presencia del amor en quienes dan su palabra a los otros. Tendríamos entonces que pensar la biblioteca en términos de discurso, o mejor, de "fragmentos de un discurso amoroso".

Somos muchos los que, cada vez que entramos en una biblioteca, experimentamos una sensación física. Nada más poner un pie adentro para sentir en el cuerpo una perturbación leve. Aun en el silencio más absoluto se percibe una densidad en la atmósfera y llega a conmovernos. Allí, sobre sus estantes, en una espera que pudo haber sido infinita y jamás cesará, están las historias, las geografías, las religiones, los líderes, los dioses, los mártires, los santos, los dictadores. Cómo no sentir entonces al entrar cierta pesadez en la densidad de la atmósfera. El lenguaje que allí habita supo darle un valor a las palabras. Entrar en una biblioteca es como dar un paso a un vacío insondable, pero allí adentro somos sujetos que se desplazan para internarse siempre en la oscuridad remota y más propia.

Las palabras que allí habitan construyeron subjetividad y seguirán haciéndolo cada vez que alguien las pronuncie. Por eso cada uno de los discursos que habitan las bibliotecas intenta ordenar un cierto caos y espesan el pensamiento. Cómo no perturbarnos al entrar si en definitiva es nuestra interioridad lo que está en juego al contacto con el vigor de esas palabras.

Sobre la fusión de palabra y silencio amalgamados se instala la biblioteca en la escuela y desarrolla su vida en la que, como en un aleph exquisito, se superponen las presencias simultáneas de los escritores de todos los siglos.

Por eso, tal vez, una biblioteca puede ser una oscuridad insondable que al mismo tiempo nos ilumina.

Por: Angela Pradelli escritora y docente, premio Clarin de novela
Fuente: Clarín
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CARLOS FUENTES, EN BUENOS AIRES


EL INTELECTUAL MEXICANO VINO PARA INAUGURAR EL FORO IBEROAMÉRICA Y A PRESENTAR SU ÚLTIMA NOVELA.

"Uno de los signos que caracteriza a la novela es su potencial de supervivencia y comunicación. La literatura puede revelar muy bien la realidad". Lo dice Carlos Fuentes, de regreso en Buenos Aires, luego de una ausencia de dos años. Sentado en los bellos jardines del Palacio Duhau, el autor de La voluntad y la fortuna (Alfaguara) recibe a La Nación, mientras habla con su esposa por teléfono y le pide que contacte a sus amigos argentinos Tomás Eloy Martínez, Natalio Botana y José Claudio Escribano, para cenar una de estas noches de primavera.

Luce relajado el intelectual mexicano, una de las voces más reclamadas a la hora del análisis meduloso sobre la realidad en la región. Está en Buenos Aires para presentar mañana, en el Malba, su reciente novela Adán en Edén e inaugurar pasado mañana en el Palacio Duhau el Foro Iberoamérica, que copreside.

Al encuentro asistirán, entre otros, los ex presidentes Ricardo Lagos, Belisario Betancour y Julio María Sanguinetti, así como escritores e intelectuales de latinoamericanos.

Hace un año, para esta época, Fuentes fue el centro de todas las atenciones por parte del olimpo intelectual hispanoamericano, al celebrar sus 80 años con un homenaje que convocó a decenas de escritores y artistas en México. Quizá por eso este año sólo bebió una copa de champán con su esposa en el vuelo que lo llevó a la Feria del Libro de Santiago de Chile.

Adán en Edén es la historia de Adán Gorozpe, un empresario inescrupuloso, y de Adán Góngora, un ministro de seguridad nacional de igual calaña, con el escenario de fondo de la corrupción política, el crimen organizado, la miseria que se extiende, y la mentira que suele habitar la institución familiar.

- ¿Hay en México muchos Adanes como los de su novela?
- Los hay en México y en todo el mundo, proque estos tipos están en todos lados. Por un lado, los arribistas, ricos y poderosos, embarcados en empresas globales. Y por el otro, los del poder local, los que usan la fuerza y la represión. Son los que se enfrentan en mi novela.

- ¿Entonces de Adán en Edén se podrá decir que todo parecido es pura coincidencia?
- Así es. No tuve la intención de caricaturizar a nadie. En esto recurro a Balzac que hizo el retrato de la sociedad francesa post napoleónica. Los personajes son inventos míos.

- ¿Es su novela un homenaje a la literatura non fiction?
- No, para nada, porque ya he escrito ensayos y libros de no ficción sobre varios de los temas que aparecen en esta novela. Aunque hay periodismo, quise poner a prueba aspectos de la realidad mexicana en una obra de ficción. Por eso el fondo tiene que ver con el crimen, el narcotráfico y la inseguridad en México, pero eso está en un segundo plano. El primer plano lo ocupa la familia de Adán Gorozpe: su suegro, el Rey del Bizcocho; su esposa, la reina de la Primavera, y los demás personajes, como el Niño Dios, que es el contrapunto de la criminalidad rampante. Hay una ficción realista que se potencia con la realidad.

- ¿Esos temas del segundo plano son los que más le preocupan?
- No, lo que más me preocupa es que en todos nuestros países tenemos democracias con un enorme déficit social. Porque el crimen va adherido al hecho de que tenemos presidencias más o menos acotadas, partidos políticos, congresos pulirupartidistas, prensa libre, sindicatos, pero con el 40% de la población latinoamericana que vive en grados diversos de pobreza. Es un déficit muy grande. Eso significa un 40% de ciudadanos sin techo, sin escuela, sin seguridad, sin derechos. El gran problema de América latina es acelerar el paso para que las democracias también sean sociales y económicas. De lo contrario, la democracia va a correr riesgos, porque el peligro está en la instatisfacción de la sociedad. Lo que la democracia no da, la gente se lo reclama a un régimen autoritario, que tampoco lo da. Hay que entender esto cuanto antes.

- ¿Qué lectura hace de la situación política en su país?
- En México vamos a atener una enorme cantidad de jóvenes desempleados. Los que hoy encuentran una salida a través de la migración hacia Estados Unidos, van a quedarse en su país, que tiene que ofrecerles un proyecto de desarrollo, porque de lo contrario se van a ir con los narcos. Ellos les ofrecen dinero, mujeres y poder inmediato. Hay que extender cuanto antes la educación. Existe un grave peligro de una criminalización de la juventud mexicana.

- Hace pocos días, en Buenos Aires, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) advirtió sobre el crecimiento de una nueva clase social nacida al amparo del crimen organizado. ¿Qué piensa usted?
- Es verdad. En México lo tenemos localizado en la frontera norte, en el estado de Michoacán, que es el paso de la droga hacia EEUU. Se puede combatir con un desarrollo más acelerado, junto con educación, trabajo y salud.

- ¿Pero los gobiernos son conscientes de la gravedad del asunto?
- En México sí lo es. No estoy de acuerdo con la solución, porque el gobierno de Calderón manda ejércitos a combatir a los narcos. Pero éstos están mejor armados y los derrotan. Matan a dos narcos y salen cuatro. Matan a cuatro y salen ocho. Son renovables y están muy bien armados por quienes reciben la droga del lado norteamericano. Esto hay que responder: ¿Quiénes son los maxinarcos que reciben la droga en EE.UU.? ¿Cómo se distribuye la droga? ¡Misterio! Sólo se conoce a los pobres capos de Baja California. Esto tiene que discutirse seriamente con el presidente Obama.

- ¿Tiene entidad la amenaza del presidente Hugo Chávez de armarse contra Colombia?
- Chávez es un payaso. Arma estos escándalos internacionales para disfrazar el fracaso de sus políticas dentro de Venezuela. Ha nacionalizado mucho pero ha desorganizado todo. Actualmente las empresas nacionalizadas están fracasando. No hay luz, no hay agua..todos los recursos que Venezuela tiene en abundancia, no puede dárselos a su propia gente, por culpa de esa burocracia salvaje que Chávez armó. Recurre a una de las tretas más viejas de la política latinoamericana, que es la amenaza de peligro externo, para esconder sus fracasos internos. No creo que Chávez llegue tan lejos, como declarar una guerra a Colombia. El mismo correría un grave peligro. Porque hay un hecho básico y es que existe una excelente relación entre Venezuela y los Estados Unidos. Venezuela le vende el petróleo que EE.UU necesita. Y éste le paga con la moneda que Venezuela necesita. El problema de Venezuela es quién sustituye a Chávez.

- ¿Qué lee un intelectual a los 80 años?
- Tengo 81 años, no me los quito. Siempre vuelvo a los personajes balzacianos. Me impresionó mucho mi primera lectura de Balzac. A mi edad hay una tentación de relectura de los clásicos, lo que me impide estar al día con nuevas lecturas. Leí el último libro de Jorge Volpi sobre la nueva literatura latinoamericana y la mayoría son desconocidos para mí. No he leído a escritores menores de 30, porque leo historia, filosofía y la prensa. Cuando yo era joven sólo Octavio Paz, Juan Rulfo y yo estábamos traducidos. Hoy son centenares si sumamos a los argentinos, chilenos, colombianos...Quiere decir que pese a los malos pronósticos la novela sigue viva.

- ¿Y por qué no hubo más corrientes literarias?
- El pre-boom, con Borges y Carpentier entre otros, le dio una categoría al lenguaje. El lenguaje anterior a ellos era pobretón. Nosotros, los del boom latinoamericano, añadimos la historia al lenguaje. Una vez logrado eso, no tiene por qué ser repetido por los contemporáneos que tocan todos los temas: la familia, el empleo, el matrimonio, el desempleo, la ciudad, todos los tipos de relaciones que están representadas en la actual novela latinoamericana. Ya no hay escuelas ni corrientes. Hay escritores individuales. Eso es una evolución. Si embargo, es más difícil internacionalizarse, porque los editores extranjeros han perdido interés en América latina. Hoy, en Estados Unidos, el único escritor latinoamericano que existe es Roberto Bolaño. Y lo dice el oráculo Oprah Winfrey, que promueve más la literatura de Kenya. Pese a todo, uno no puede escribir en función de un público seguro. Hay que escribir porque se tiene algo que decir. El destino del libro no está en manos ni del escritor ni siquiera del editor. Está en manos de los lectores que están por nacer.

Por Susana Reinoso
Fuente: La Nación
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Reedición española de "La hermana de Eloísa" - de Jorge Luis Borges


REEDITAN EN ESPAÑA UN CUENTO DE BORGES
CON DIBUJOS DE ANTONIO SEGUÍ


La hermana de Eloísa" es un cuento muy poco difundido que, hace cincuenta años, escribieron Jorge Luis Borges y Luisa Mercedes Levinson. Se publicó en 1955, junto a dos relatos de Borges y otros dos de Levinson, y después no volvió a editarse ni siquiera en las obras completas del gran autor argentino. Hoy se presenta en España una edición para bibliófilos, con ilustraciones de Antonio Seguí, y todas las características de una joya bibliográfica que cuesta lo suyo: 330 euros.

Carlos Pérez Miguez es el director del Centro de Editores y ha declarado: "No es inédito, pero casi. En castellano se publicó una sola vez y es muy difícil encontrar ahora una creación de Borges que apenas se editó". Añadió, en conversación con Clarín, que "La hermana de Eloísa es extenso para publicarse en un diario y al ser un solo cuento no se puede editar como un libro normal. Por eso hemos optado por hacer un libro para bibliófilos, para el público que quiere a los libros", precisó.

Papel de lujo, un trabajo de excelente orfebrería, una carpeta artesanal, estuche de tela y unas ilustraciones excelentes de uno de los mejores artistas gráficos argentinos, Antonio Seguí.

"Este libro, que se hace en homenaje a Borges al cumplirse 110 años de su nacimiento, lo presentaremos en el mismo momento en que se inaugura una exposición que incluye los originales de las ilustraciones, fotografías tomadas a Borges por diversos fotógrafos, libros de Seguí, documentación sobre la realización del libro y demás", señaló Pérez Miguez.

Es interesante reproducir el comienzo del relato: "Habían pasado unos 15 años, pero cuando Jiménez me dijo que había tenido que ir a Burzaco para planear la edificación de un chalet por cuenta de un tal Antonio Ferrari, mi primer pensamiento fue para Eloísa Ferrari, cuya imagen de pronto surgió ante mí, inmediata y casi dolorosa. Sólo después pude sorprenderme de que aquel excelente don Antonio, que pasaba la vida en el café proyectando negocios vagos y vanos, hubiera conseguido, al fin, redondear la suma que significa la construcción de la casa propia. El hecho me resultó tan insólito que, para no pensar algo peor, pensé en una herencia. Jiménez, mientras tanto, seguía explicándome que se trataba de un gran chalet y que los Ferrari eran muy exigentes. Por lo pronto, no íbamos a repetir en Burzaco el tipo 14 de bungaló californiano, ni el 5 en piedra de Mar del Plata, que, innumerablemente multiplicados, ya conoce y acaso habita el lector. Jiménez, mi socio, era constructor; la obra exigía un arquitecto. (...)".

El acontecimiento permite evocar a una escritora y a una personalidad fascinante como Mercedes Levinson (1904-1988).

Levinson empezó a escribir teatro antes de los diez años. Estudió arpa, se interesó por la mitología germánica, escribió para las revistas El Hogar, Atlántida y Leoplán. En 1951 publicó su primer libro: la novela La casa de los Felipes.

En estos días, su hija, la escritora Luisa Valenzuela, contó a la prensa que recordaba "las risas de Borges y mi madre mientras escribían". Valenzuela era una adolescente: "De vez en cuando me preguntaban si no estarían siendo demasiado kitsch o si tenía sentido una expresión como 'bustos ecuestres'".

Con esta edición se hará también una exposición de los originales de Seguí, más fotos y libros de aquella colaboración en el Centro de Arte Moderno, de Madrid.

Por: Juan Carlos Algañaraz
Fuente: Revista Ñ
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El ajedrez, según Jorge Luis Borges


I
En su grave rincón, los jugadores

rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
 
 
Jorge Luis Borges

La única novela del padre de Jorge Luis Borges


"El caudillo" es la única muestra del talento, cualquiera sea su medida, de Jorge Guillermo Borges.

Escribió la novela hacia 1919 mientras vivía con su familia en España. La publicó en Palma de Mallorca en 1921.
Una autoedición en toda regla: 500 ejemplares que repartió entre sus amigos de Buenos Aires.

En poco más de cien páginas, relata un episodio de las guerras civiles de la década de 1860 que sacudieron Entre Ríos, su provincia natal. El libro desarrolla un conflicto que a esas alturas ya no era novedoso en la tradición narrativa hispanoamericana: el enfrentamiento civilización-barbarie, personificado en Carlos Dubois, egresado de Leyes con inquietudes literarias, y en el "ambicioso y zorruno" caudillo local Andrés Tavares, quien saluda al joven hijo de inmigrantes franceses, recién llegado de la ciudad, tendiéndole la mano que sostiene el rebenque con el que acaba de castigar en público a un pendenciero.

Fragmento de la nota
Borges: en el nombre del padre
Por Pedro Pablo Guerrero © El Mercurio
enviada por mediaisla

Manuel Barrientos + Borges + Bioy Casares


Manuel Barrientos aporta una visión particular sobre el debate del fútbol y la televisión, recurriendo a Borges y Bioy Casares.

“Viejo turista de la zona de Núñez y aledaños, no dejé de notar que venía faltando en su lugar de siempre el monumental estadio de River”, comenta Bustos Domecq, el personaje creado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, en “Esse est percipi”, publicado en 1967.

Azorado, el narrador se acerca hacia las oficinas de un viejo amigo, Tulio Savastano, a la sazón presidente del club Abasto Juniors.

Dando una chupada postrímera a su bombilla exhausta, Savastano lo introduce en la realidad del fútbol argentino: “No hay score ni cuadros ni partidos. Los estadios son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es una patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del ’37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman”.

http://www.frentetransversal.com.ar/spip/article6708.html

Manuel Vicent escribe sobre Borges

Jorge Luis Borges: la visión del ámbar
Por MANUEL VICENT © BABELIA
-fragmento-

Siendo ciego y poeta se tiene medio camino hecho para llegar a Homero. Si además el poeta ciego es argentino ese camino no puede ser muy largo. No hay que navegar mares azarosos, ni recorrer senderos calcáreos bajo un sol azul de la Argólida entre cabras puntiagudas. Cualquiera que se llame Borges encontrará a Homero en cualquier esquina del barrio de Palermo de Buenos Aires, tomando el té en una confitería. Pero no está claro que Borges fuera realmente ciego. Aunque su abuela paterna murió ciega, su bisabuelo murió ciego y su padre también acabó ciego, puede que la ceguera del escritor fuera sólo la más famosa de sus metáforas. En todo caso Borges ha confesado que su color preferido era el amarillo ámbar, el único que venía en un horizonte imaginario, el mismo que resplandece en la arena infinita del desierto.

Corrección de un dato


Estimados amigos:
Ayer publicamos las bases del I Certamen Nacional de Poesía y Cuento Breve de Ediciones Ruinas Circulares, pero un suscriptor nos ha hecho notar que hay un error en el correo de contacto.
La dirección correcta es concurso@ruinascirculares.com.
Pueden ver las bases corregidas en www.letralia.com/concursos/0811152.htm

Fotografía:
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges en


Kodama, Borges y el rock'n roll


MARÍA KODAMA Y EL COSTADO ROCKERO DE BORGES:
A FIN DE CUENTAS, ERA TODO UN ROLINGA


NO HACÍA POGO, PERO LE ENCANTABA ESCUCHAR A PINK FLOYD Y A LOS ROLLING STONES, SEGÚN CONTÓ SU VIUDA.

DETESTABA A BEETHOVEN Y A GARDEL.

[+ Info]

Imagen: anaqueles.com.ar

Borges estará presente en Madrid

BORGES ESTARÁ EN SU AMADA MADRID.
EN LA BIBLIOTECA PÚBLICA RETIRO FUNCIONARÁ UNA SEDE DE SU FUNDACIÓN.
TAMBIÉN SE ABRIÓ UNA MUESTRA FOTOGRÁFICA SOBRE EL ESCRITOR.
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LA FUNDACIÓN INTERNACIONAL JORGE LUIS BORGES TENDRÁ SU SEDE EUROPEA EN LA CAPITAL ESPAÑOLA Y SERÁ PRESIDIDA POR ZULEMA GONZÁLEZ.

Joaquín Sabina, lector y escritor

ENTREVISTA A JOAQUÍN SABINA:

‘ÚLTIMAMENTE ANDO OBSESIONADO CON BORGES TODO EL TIEMPO’

EL CANTAUTOR ESPAÑOL HABLA DE SUS PREFERENCIAS COMO LECTOR Y DE SU TRABAJO COMO ESCRITOR; EVOCA SU AMISTAD CON RAFAEL ALBERTI Y CONFIESA QUE LLORA CUANDO RECITA LOS VERSOS DE CÉSAR VALLEJO, UNO DE LOS POETAS QUE MÁS ADMIRA.

[+ Info]