¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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Ernesto Sábato - El túnel (fragmento)

" Fué una espera interminable. No sé cuanto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fué una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados.


(...)


A veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad.
 
(...)


Yo no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo. "

El Poder de la Palabra
http://www.epdlp.com/

De "Beloved" - Toni Morrison


TONI MORRISON

(Fragmento de "Beloved")

"Las mujeres de la casa lo sabían, y también los niños. Durante años, todos aguantaron la malquerencia, cada uno a su manera, pero en 1873 Sethe y su hija Denver eran las únicas víctimas. Baby Suggs – la abuela- había muerto; los hijos, Howard y Buglar, se largaron al cumplir los trece años… en cuanto bastó con mirar un espejo para que se hiciera trizas (ésta fue la señal para Buglar), en cuanto aparecieron en el pastel dos huellas de manos diminutas (ésta lo fue para Howard). Ninguno de los dos esperó a ver más: ni otra olla llena de garbanzos humeando en el suelo, ni las migajas de galleta esparcidas en línea recta junto al umbral. Tampoco aguardaron la llegada de otro período de alivio: las semanas, incluso meses, en que no había perturbaciones. No. Cada uno de ellos huyó al instante… en cuando la casa profirió el único insulto que para ellos no debía soportarse ni presenciarse por segunda vez."

Un fragmento de Julio Cortázar

Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar...

de "Carta a una señorita en París" - Cuento

De Virginia Woolf: Las olas (fragmento)



Virginia Woolf
Las olas
(fragmento)



" El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido o cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. "

El Poder de la Palabra
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Manuel Vicent escribe sobre Borges

Jorge Luis Borges: la visión del ámbar
Por MANUEL VICENT © BABELIA
-fragmento-

Siendo ciego y poeta se tiene medio camino hecho para llegar a Homero. Si además el poeta ciego es argentino ese camino no puede ser muy largo. No hay que navegar mares azarosos, ni recorrer senderos calcáreos bajo un sol azul de la Argólida entre cabras puntiagudas. Cualquiera que se llame Borges encontrará a Homero en cualquier esquina del barrio de Palermo de Buenos Aires, tomando el té en una confitería. Pero no está claro que Borges fuera realmente ciego. Aunque su abuela paterna murió ciega, su bisabuelo murió ciego y su padre también acabó ciego, puede que la ceguera del escritor fuera sólo la más famosa de sus metáforas. En todo caso Borges ha confesado que su color preferido era el amarillo ámbar, el único que venía en un horizonte imaginario, el mismo que resplandece en la arena infinita del desierto.

Un toquecito de Mario Benedetti

(...)
Lento viene el futuro
lento pero viene
(...)
por fin con su respuesta
su pan para la hambruna
sus magullados ángeles
sus fieles golondrinas.

Mario Benedetti

Francisco Angulo comparte su obra

Te paso el comienzo de mi novela LA RELIQUIA:
Ojos castaños pasaba largas horas observándome: no sé lo que vio en mi, pero le encantaba sentarse en la hierba enfrente y mirarme detenidamente; lo cierto es que me encantaba contemplarla.
Era de altura pequeña, no llegaba al metro y medio, físicamente delgada, tenía una piel morena que solía llevar cubierta por pieles de animales para protegerse del frío; también portaba diferentes adornos en el pelo dependiendo de la época del año: en primavera solía trenzarse algunas flores y en invierno algunas cintas tintadas de colores: además solía ponerse algún adorno colgado del cuello a modo de collar, normalmente alguna tira fina de cuero y, como joya, alguna concha o figurilla de barro que ella misma modelaba con sus manos.
Pertenecía a una tribu que se había establecido cerca de mi posición, en unas cuevas poco profundas que utilizaban como hogar.
Ojos castaños tenía una mirada intensa y observaba todo con curiosidad, intentando comprender el mundo que la rodeaba, como si todo formase parte de un mundo mágico.
Percibía el movimiento en la copa de los árboles provocado por el viento, sostenía en su mano insectos con cuidado de no dañarlos, y después de observarlos intentando comprender que eran, los devolvía de nuevo a la tierra.
También le encantaba contemplar los pájaros e imitarlos; acostumbraba divertirse corriendo en círculos a mí alrededor, estirando los brazos y moviéndolos arriba y abajo como si fuese un ave.
En primavera crecía una hierba alta en la pequeña pradera que se encontraba a la izquierda, una pradera de hierba verde y alta, plagada de dientes de león.
A Ojos castaños le encantaba saltar sobre el verde y con sus saltos se llenaba todo de simiente de los dientes de león, que eran arrastrados por la suave brisa de primavera.
Aquella bella criatura era incansable y podía tirarse horas saltando y jugando a atrapar las semillas que revoloteaban en el viento, cuando ascendían, Ojos castaños dejaba de saltar y se quedaba quieta, de pie, con la cara hacia arriba, los ojos cerrados y esperando en silencio.
Entonces, algunas empezaban a descender suavemente y caían sobre su cara acariciándola.
Me hubiese gustado sentir aquella sensación, sentir como las suaves semillas caían sobre mí como plumas; en ciertas ocasiones alguna le entraba en la nariz y la hacían estornudar; eso me parecía muy gracioso, porque Ojos castaños se quedaba muy sorprendida, con gesto de preguntarse que era lo que había ocurrido.
Menos los días de lluvia venia a verme siempre; era algo que me hacía ilusión y, cuando el día despertaba soleado, la esperaba hasta que la veía aparecer subiendo la pendiente que llegaba hasta mi posición; por lo general, subía tarareando alguna melodía y saltando al caminar.
LA RELIQUIA
autor: Francisco Angulo
editorial: MANDALA

"La Metamorfosis" de Franz Kafka (fragmento)

“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo.
Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos”(...)
Franz Kafka: "La Metamorfosis"
De un trabajo recibido de
Antonio Elio Brailovsky