“Borges”, de Adolfo Bioy Casares, es un libro que ha generado polémica; ha abierto heridas; ha disparado cuestionamientos. Es el registro de las conversaciones entre un hombre genial y otro brillante, entre el mayor exponente de nuestras letras (y uno de los mayores de la literatura universal) con uno de los más destacados escritores argentinos. Carlos Páez de la Torre señalaba en estas páginas, en su comentario sobre el libro (LA GACETA Literaria 17-12-06), que la publicación constituía un acontecimiento memorable para la literatura, teniendo en cuenta la envergadura de los protagonistas. Por otro lado, apuntaba que los juicios sarcásticos, mordaces o despectivos que consignan los diarios de Bioy Casares son propios de las conversaciones privadas de dos amigos íntimos.
En este número, María Eugenia Valentié describe el contenido del controvertido libro y reflexiona en torno de él; Eduardo Paz Leston rememora los encuentros de Borges y de Bioy Casares de los que fue testigo y que se plasman en “Borges”; y Jorge Estrella narra una anécdota protagonizada por el autor de “Ficciones”. Finalmente, en la contratapa de este suplemento, Beatriz Sarlo analiza la obra de Borges desde perspectivas diversas.
Las contradicciones, aparentes o reales, entre algunos de los dichos de Borges o de Bioy Casares con sus escritos no son mayores ni menores que las que comúnmente alberga todo ser humano. Los diálogos entre amigos tienen licencias amplias; constituyen, muchas veces, un espacio lúdico en el que pueden sostenerse posiciones desmesuradas, que no responden a convicciones profundas sino que tienen por objeto provocar un debate o forzar un consenso. La intimidad no es garantía de autenticidad; menos aún de rigor. Allí se pueden mezclar opiniones arbitrarias y livianas con juicios certeros y reflexiones agudas.
Los diarios de Bioy Casares sobre sus charlas con Borges ofrecen un nuevo ángulo para abordar la vida y la obra de los dos escritores. Pero esta nueva perspectiva no anula otras. Este acceso parcial a la intimidad de los dos amigos no invalida la imagen de ninguno de ellos. Simplemente revela facetas poco conocidas, quizás insospechadas para algunos, previsibles para muchos, que no hacen más que humanizar a estos hombres. Borges y Bioy, revisados a la luz de nuevas revelaciones, salen intactos, siguen siendo los mismos. Y el patrón para juzgarlos es, y seguirá siendo, su obra.
El libro es, por un lado, un retrato de Bioy Casares sobre Borges. Pero también es el reflejo de una época, de una sociedad, de un país. Lo que más ha conmocionado al mundo de la cultura es esa forma ácida, irónica, descarnada, demoledora, quizás dual, florentina, de observar y juzgar nuestra realidad. Pero, ¿no constituye acaso la característica que mejor nos define a todos nosotros, los argentinos? (c) LA GACETA
Fuente:LaGaceta literaria http://www.lagaceta.com.ar/vernotae.asp?id_nota=216026
No hay comentarios:
Publicar un comentario