Bohemia: LA MIRADA DE MINERVA De: Alexander Jesus Rozo

El libro recomendado y un pequeño homenaje a mi madre espiritual...

Visitar a Marguerite Yourcenar es un placer solo comparable a viajar con Homero, frecuentar la biblioteca de Borges, descubrir el universo de García Márquez o escuchar de viva voz la inteligencia de Octavio Paz. Su obra ya es clásica. Leer sus libros es deleitarse con historias en las que brillan la erudición, la poesía y la claridad a traves de la exploración de las mas diversas facetas de la condición humana en el registro atento de una pluma, que ha hecho de ellos un compendio de sabiduría en el sentido imperecedero de esa palabra que llevó a la crítica a decir que escribía en mármol. Ella lo compara con amasar el pan hasta encontrar el punto. Quien halla cumplido su cita con cualquiera de sus obras, tendrá su propia idea de la grandeza que ella prefirió transmutar en un lacónico epitafio para su tumba: "quiera aquel que es quizá, dilatar el corazón del hombre a la medida de toda la vida"

Mattthieu Galey tituló una serie de entrevistas que intentan abarcar la suya CON LOS OJOS ABIERTOS. En ellas se reconoce una vez mas la singular mirada, la poderosa dignidad y el altivo poder creador de una mujer cuyo sello fué la perfección, y cuyo talante jamás dejó de manifestar una profundidad de la que solo es capaz un alma "serena hasta la indiferencia, pero tierna" hasta el infinito. Las entrevistas abordan su infancia, su educación, sus influencias, sus viajes, sus preferencias, sus traducciones, su inspiración, su vida entre Estados Unidos y Europa, la leyenda sobre su soledad y su aislamiento, la manera en que fueron forjándose sus personajes y aquel estilo deslumbrante y tenso que la convirtieron en una escritora de culto. Yourcenar no es menos generosa cuando aborda temas como la amistad, la religión, el dinero, las drogas, los sueños, las convulsiones políticas de sus siglo o la tradición literaria de su país, que siente apenas como un islote en la inmensidad de su ciudadanía del mundo expresada en su cultura casi ilimitada, su absoluto respeto por la diversidad religiosa, etnica, sexual y biológica, sus convicciones humanitarias no exentas de un manto de preocupación, por no decir un latente pesimismo en torno al destino de la especie y las posibilidades del planeta.

Quien lea CON LOS OJOS ABIERTOS se hallará ante la intimidad y la sencillez de una escritora irrepetible y modesta, con un corazón de oro, casi místico, pero intenso, apasionado y viajero, que saca tiempo para la defensa de los animales, y que se inspira en la lectura frecuente de la AUTOBIOGRAFÍA de Gandhi y el budísmo como rectores éticos. El interlocutor de estos encuentros casi se invisibiliza para dejarnos entrar en la casa donde la diosa cumple sus ritos: "amaso el pan; barro el umbral; despues de las noches de mucho viento, recojo la madera muerta". Allí, donde el silencio se confunde con el paisaje y el bosque aun tiene pájaros, vivió en una ísla aquella que ha escrito como pocos sobre el amor, el poder y la muerte en trenes, hoteles e iglesias, porque aprendió de su padre que "el azar es un dios al que uno puede confiarse, y el lugar donde se vive no tiene mucha importancia cuando se transporta el universo en una maleta." Si algún dia me tocaran el diluvio inesperado, el voraz incendio o el inaudito exilio, lo primero que echaría en la mía serían sus libros. Al lado de los de Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Fernándo Vallejo, los otros inmortales de mi olimpo personal.

Alex