¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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Lecturas: Un buen cuento de Edgar Allan Poe

El gato negro

Cuento. Texto completo
Edgar Allan Poe
Traducción de Julio Cortázar
Biblioteca Digital Ciudad Seva
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/gato.htm

Edgar Borges. Venezolano. Una breve biografía.

Edgar Borges nació en Caracas, Venezuela, en 1966. Es escritor y periodista.
Su radioserie La fuga de Don Quijote fue transmitida en 2005 por Radio Exterior de España, en el marco del IV Centenario de El Quijote.
Ha publicado los libros de relatos Sueños desencantados, Mis días debajo de tu falda y El vuelo de Caín y otros relatos, el monólogo Lavoe contra Lavoe, La tragedia del cantante y las novelas La monstrua, la mujer que jamás invitaron a bailar y ¿Quién mató a mi madre?
Finalista en el 2008 del III Premio Nacional de Novela Ciudad Ducal de Loeches.
Recientemente ha publicado con Grup Lobher, de España, y Letralia, de Venezuela, su relato bilingüe ¿Quién mató al doble de Edgar Allan Poe?
Con motivo del 50º aniversario de la muerte del escritor Albert Camus, la revista literaria Gotas de Tinta ha convocado para este año 2010 la primera edición de un concurso anual de carácter internacional que pretende estimular la creatividad de una literatura erudita frente a las obras comerciales. Habiéndose presentado más de 180 obras, se preseleccionaron cinco, de las cuales se premió la que lleva por título “La contemplación” presentada bajo el seudónimo de El observador, perteneciente al escritor venezolano Edgar Borges.

Vivamos la literatura - por el Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez



Hay una frase que moldeó, de alguna manera, mi condición de lector, pertenece a la escritora belga Marguerite Yourcenar y se encuentra en la novela “Memorias de Adriano”: “La vida me enseñó los libros”. Leer libros sin vivir es sin duda un acto en extremo vacío y carente como es lógico de alguna significación.

A medida que se vive se percata uno de las diferencias notables que se establecen en la realidad literaria y en la realidad cotidiana. Quizá buena porción de aquello a lo que denominamos literatura fantástica surge a raíz de experiencias vivenciales sumidas en la noche del alma.

Allí están los cuentos de Poe, Horacio Quiroga, Cortázar, que son material ilustrativo de primera mano, donde un hecho real pone en marcha todo el engranaje fantástico camuflado en la cotidianeidad, y no quiero hablar del Maestro, con mayúsculas, Juan Carlos Onetti y su Santa María, como decimos en el Río de la Plata, “un fenómeno”.

El realismo mágico instaurado en la literatura por Gabriel García Márquez, con discípulos más o menos falaces como Laura Esquivel e Isabel Allende, no es más que la constatación metafórica de una realidad que está en el ambiente cotidiano.

Un ejemplo clásico es ese cuento del ángel que viene a buscar al niño enfermo. Hasta ahí lo real. Luego viene García Márquez y patentiza a ese ángel, que es una superstición religiosa en boca de los abuelos, y lo convierte en un anciano con alas al que encierran en un gallinero.

Nuestra vida está conectada con “algo” que sobrepasa los razonamientos lógicos. A ese algo lo llamamos magia, azar, y otro conjunto de nombres que designan lo innombrable.

Si muchos autores utilizan la materia prima de esa realidad (que se escapa a las miradas atentas, que ablanda los objetos, que materializa los ángeles y demonios, que metaforiza el amor y los sueños) para escribir sus novelas, es necesario como lector leer las vicisitudes propias de esa realidad fantasmagórica, para comprender muchos personajes como el Quijote, Madame Bovary, Los Tres Mosqueteros, Frankenstein, etc.

Este juego de espejos entre lo real y lo fantástico tiene muchas variantes y forma parte tanto de la literatura como de nuestra vida diaria. Por esa razón Borges se pregunta y se responde: ¿En qué reside el encanto de los cuentos fantásticos?

Reside, creo, en el hecho de que no son invenciones arbitrarias, porque si fueran invenciones arbitrarias su número sería infinito, reside en el hecho de que, siendo fantástico, son símbolos de nosotros, de nuestra vida, del universo, de lo inevitable y misterioso de nuestra vida y todo ello nos lleva de la literatura a la filosofía.

Pensemos en las hipótesis de la filosofía, aún más extrañas que la literatura fantástica; en la idea platónica, por ejemplo de que cada uno de nosotros existe porque es un hombre arquetípico que está en los cielos. Pensemos en la doctrina de Berkeley, según la cual “toda nuestra vida es un sueño y lo único que existe son apariencias”.

La literatura en sus más variados géneros, intenta darle cuerpo a todo ese conjunto de dudas que desde hace bastante tiempo carcome el universo reflexivo del hombre. Trata si se quiere, en darle una significación más honda y trascendente a todo eso que parece deslizarse sobre la superficie de nuestra piel y que nos hiere sutilmente.

El hombre más que hecho de piel, alma y huesos está confeccionado de memoria, palabras e imaginación y es a través de ese inagotable invento, conocido como libro, que ha podido desdoblarse para leerse y escribirse.

Paulo Freire decía: “La lectura del universo antecede a la lectura de la palabra y por eso la anterior lectura de esta no puede prescindir de la continua lectura de aquél. Lenguaje y realidad están unidos dinámicamente. La comprensión del texto que se obtiene por la lectura crítica implica la percepción de las relaciones entre el texto y el contexto”.

Todo esto nos lleva a pensar que la escritura no es un acto fortuito, mucho menos es una actividad para domesticar el ocio de fin de semana. Ningún texto es inocente debido a que implícito tiene una lectura del mundo, una observación escrita de esos momentos cruciales o insignificantes que a cualquiera le toca vivir.

El peregrinaje personal que se realiza, para leer una buena porción de libros, responde a motivaciones particulares de cada cual; no obstante el acto de leer posee un rasgo característico: leer es un acto solitario, sin pautas ni parámetros preestablecidos.

La lectura de libros más que empujar hacia la vileza te empuja hacia la alegría. Se vive para comprender lo leído, para sentir en carne propia que sintió Don Quijote cuando armado de caballero se dispuso cristalizar en la realidad el mundo virtual de caballeros, damas en peligro, magia y gigantes de las novelas de caballería.

El gesto de Alonso Quijano desechaba por completo esa idea idílica de la literatura como ornamento intelectual, para devenir en actividad desgarrada que se traspapela con los sueños y la vida de los lectores.

Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez: Escritor. Poeta. Ensayista. Investigador Licenciado en Periodismo. Analista de Información Internacional. Catedrático Universitario.
© Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay

La melancolía y la literatura - Por Delfina Acosta


Un alma demasiado sensible
no resiste los desgarramientos interiores.

Por Delfina Acosta

El escritor y periodista norteamericano Ernest Hemingway (1899 - 1961) se volvió alcohólico. Así cuenta la biografía. Narrador estadounidense nacido en 1899, y considerado por los expertos en crítica literaria como un escritor de notable influencia, se suicidó disparándose con una escopeta en 1961, en Ketchum.

Un alma demasiado sensible no resiste los desgarramientos interiores. Y los desgarramientos, acompañados con alcohol, son mala combinación. Hemingway se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial y participó en la Guerra Civil española y en la Segunda Guerra Mundial como corresponsal.

Todavía me parece que estoy frente a la pantalla de cine, hace mucho tiempo, observando la película "¿Por quién doblan las campanas?" Ese título sugerente de su novela más conocida muestra el corazón herido por la melancolía y el cansancio del autor.

¿Qué es la melancolía?

No lo sé. Pero en el diccionario existe una respuesta concreta: Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.

Gogol era un gran melancólico.

Fue un escritor ucraniano nacido en Soróchintsi el 1 de abril de 1809 y fallecido el 4 de marzo de 1852 en Moscú. Se cumplen, pues, doscientos años de su nacimiento.

En vida no encontró la fama buscada. Los biógrafos y los estudiosos dicen que era una persona de carácter difícil e inquieto.

Su vida privada estaba marcada por los compases de una economía llena de problemas y frustraciones. Tendía a alejarse de la sociedad; era hipocondriaco, mas sus escritos, llenos de esplendores de la mente, marcaron un nuevo panorama dentro de la literatura rusa.

Su estilo tiene un fuerte contenido crítico contra la sociedad. Todo es posible en el mundo literario de Nikolái Gogol, quien escribió una obra por demás original y llena de expectativas espirituales Las almas muertas (1842). Como esta novela transcurre entre los pasadizos de la ultratumba después de la muerte, y viéndose el autor cerca de ella, quemó la segunda parte de las almas muertas, si bien algunos capítulos y páginas fueron rescatados.

Ataques de melancolía

Otra obra suya es su comedia El Inspector (1836).

Los "ataques de melancolía" (a diferencia de hoy, la palabra "melancolía" remitía, en el siglo XVII, a un estado patológico cercano a la locura) suelen darse en las personas de extrema sensibilidad, causando en el organismo estragos.

Rubén Darío, el poeta nicaragüense que admiraba al escritor y poeta Edgar Allan Poe, escribió los versos finales de su poema emblemático diciendo: "¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?".

Rubén Darío pasaba períodos -cada vez más- extensos bebiendo alcohol. Era su destino el alcoholismo.

Inteligente, el artista generalmente reconoce que una forma de hacer terapia es escribir, si bien no puede manejar su impulso creativo que toma rumbos independientes de su enfermedad.

¿Qué enfermedad?

Neurastenia, histeria, trastorno bipolar, manía, paranoia, monomanía, etc.

Uno de los casos más emblemáticos de escritores torturados es quizás la novelista inglesa Virginia Woolf. En vida no fue reconocida como una gran escritora, salvo por algunos amigos y escritores que conformaban su círculo literario. Eso dicho sea de paso.

Pero vamos al centro de su angustia. Se sentía perseguida; temores permanentes la asaltaban; temores a los bombardeos y a los asedios que cercaban la existencia de los ingleses. A pesar de aquella circunstancia que debilitaba su organismo seguía escribiendo.

Los críticos de su tiempo sabían de sus temores y aguardaban que alguna vez se le acabaría la paciencia, o el arte de conjugar sus temores con sus fantasías literarias se hiciera añicos. "No puedo más", le decía a su esposo.

La autora de Orlando y La señora Dalloway se metió en el río Hudson. Su cuerpo fue recuperado de las aguas tres días después.

Edgar Allan Poe, alma sensible, demasiado sensible, recurría al alcohol y a la morfina para superar los desgarramientos que le producía su acentuada enfermedad mental. Esa misma mente alucinada habría de dar forma a uno de los poemas más bellos que la literatura de nuestros tiempos conoce: "El cuervo".

Sylvia Plath, que según su esposo gozaba de poderes extraordinarios para comunicarse con seres de otras dimensiones, fue una de las poetisas que mayor influencia ejerció en las generaciones de poetas norteamericanos.

Nació en Boston el 27 de octubre de 1932. Puede decirse que era un prodigio literario, pues siendo todavía niña publicó su primer poema. Sus versos expresan, muchas veces, una psicopatología literaria.

Poe: una vida truncada - Nueva biografía



EDGAR ALLAN POE:
UN HUÉRFANO PERPETUO EN EL MUNDO



EN ESTE FRAGMENTO DE "POE. UNA VIDA TRUNCADA",
BIOGRAFÍA QUE EDHASA DISTRIBUYE EN ESTOS DÍAS,
EL AUTOR NARRA LA DIFÍCIL INFANCIA DEL CÉLEBRE POETA Y CUENTISTA.



A 200 AÑOS DE SU NACIMIENTO, LA EDITORIAL LANZA ADEMÁS SUS CUENTOS COMPLETOS EN LA RECORDADA TRADUCCIÓN DE JULIO CORTÁZAR

Edgar Allan Poe se ha convertido en la imagen misma del poète maudit, del alma maldita, del vagabundo. El suyo fue un destino muy duro, y su vida resultó casi insoportable. Desde el momento de su nacimiento no dejaron de lloverle los golpes. En cierta ocasión dijo que "para revolucionar de repente la esfera del pensamiento humano universal", bastaba con "escribir y publicar un libro muy breve. Su título sería muy sencillo, unas pocas palabras: Mi corazón puesto al desnudo . Pero ese libro debía ser fiel a su título".



Poe no escribió nunca semejante libro, pero su vida se pareció bastante. Lo que lo atormentaba, una mezcla de angustia implacable y un anhelo no menos desesperado, afloró en él muy temprano. Su madre ya había contraído la tuberculosis antes que Poe naciera, y cabe suponer que durante el embarazo el feto no estuviera suficientemente bien alimentado. Los riesgos de un espacio muy reducido, donde una víctima respira con dificultad, tienen gran presencia en sus relatos. Sus padres, David y Eliza Poe, también penaron por los sinsabores constantes fruto de la pobreza. Aquella tensión ambiental afectó sin duda el feto. Así, puede decirse que la vida azorada de Poe empezó ya antes de nacer. "Creo que Dios me dio una chispa de genio -manifestó unas semanas antes de morir-; pero la apagó en la miseria."



Poe nació un día frío de 1809, el 19 de enero, en una casa de huéspedes de Boston. [...] Sus padres eran actores ambulantes, es decir, poseían un estatus sólo un poco superior al de vagabundos. Puede que le pusieran el nombre de pila de Edgar por el empresario del grupo teatral con que trabajaban los Poe.


Algunos de sus coetáneos notaron que, en años posteriores, Poe exhibía cierto aire teatral, casi histriónico. "El mundo será mi teatro -escribió en cierta ocasión-. Debo conquistarlo, o morir." [...] La vida errante de los Poe surtió un efecto inmediato en su hijo: a poco de nacer, lo enviaron con sus abuelos paternos, que residían en Baltimore (Maryland), que lo cuidaron durante varios meses. Fue éste el primero de los múltiples rechazos sufridos por Poe.


Sin embargo, tal vez a consecuencia de ello, siempre sintió veneración por su madre. En cierta ocasión, en un artículo que escribió para un periódico, afirmó que era "hijo de una actriz, y siempre me he vanagloriado de ello; ningún conde estará nunca más orgulloso de su condado que yo de proceder de una mujer que, aunque de alta cuna, no dudó en dedicar al drama su breve carrera de genio y de belleza". Estaba dando aquí la mejor versión de la conducta materna.



Vidas de artistas



Por supuesto, Eliza Poe no provenía en absoluto de una buena familia. Había zarpado en 1796 de Inglaterra rumbo a América en compañía de su madre, una actriz de Covent Garden, con la esperanza, o las expectativas, de encontrar en el nuevo país mayores oportunidades en las artes dramáticas. Aunque sólo contaba nueve años en la época de su migración, no tardó en convertirse en una "artista" consumada. A los tres meses de su llegada a Estados Unidos, ya estaba actuando sobre un escenario. [...] En 1802, a los quince años, se casó con otro actor, Charles Hopkins, que murió tres años después. El 14 de marzo de 1804, a los seis meses de la muerte de su primer marido, la joven actriz contrajo matrimonio con David Poe en Richmond (Virginia), en unas circunstancias al parecer algo apresuradas. El novio tuvo que pedir dinero prestado para la ocasión. Destinado a cursar la carrera de derecho, sus ambiciones teatrales lo apartaron de ese camino. Sin embargo, dichas expectativas se vieron sólo colmadas en parte (en los periódicos puede leerse entre líneas que no estaba a la altura de su bonita y joven esposa). Según una revista, "no se hallaba preparado para los altos vuelos del drama". Tres años mayor que su mujer, contaba veintiuno en el momento de la boda. Sin embargo, para entonces ya era un hombre impetuoso y derrochador, además de aficionado a la bebida. A menudo se cancelaban las representaciones, con muy poco margen de tiempo, a causa de lo que el empresario teatral llamaba una "súbita indisposición" del señor Poe, eufemismo empleado para ocultar una intoxicación total. Actualmente se debate si la propensión a beber en grandes cantidades, o la propensión al alcoholismo (que no es lo mismo) pueden heredarse. La única carta que ha llegado hasta nosotros de puño y letra de David Poe es una desesperada petición de dinero, con la promesa de que "sólo una angustia extrema podría empujarme a cursar esta solicitud". Exactamente el mismo tipo de carta que su hijo se vio obligado a escribir en años sucesivos.



Podría decirse que Poe se convirtió en una especie de eco de su padre, relación tan fantasmagórica como muchas de sus obras de ficción. [...] En el verano de 1809, David y Eliza volvieron a Baltimore por el pequeño Edgar. Sin embargo, no fue una feliz reunión familiar. Marido y mujer habían contraído la tuberculosis, enfermedad agravada por la pobreza y el sustento incierto. [...] Poco después, en determinado momento de la primavera o de principios del verano de 1811, David Poe desapareció, y jamás volvió con su mujer ni con su familia. Según el Norfolk Herald del 26 de julio, la señora Poe "se quedó sola..., sin amigos y sin protección". [...] Por esta época, Eliza se hallaba en los inicios de la fase terminal de la enfermedad. El pequeño Edgar debió de ser dolorosamente consciente de la desaparición paterna y del progresivo debilitamiento materno. Aunque puede que no comprendiera del todo lo que ocurría, en esos años tempranos se vio ciertamente inmerso en un clima de amenaza y fatalidad. La angustia fue sin duda el compañero de juegos de su infancia. Fue testigo directo del gradual deterioro de la salud de su madre, en medio de dolorosos accesos de tos y de vómitos de sangre. Imágenes éstas que nunca lo abandonarían. En muchos de sus cuentos, Poe resucitará las facciones consumidas por la tisis de la mujer amada. Entre julio y octubre de 1811, Eliza Poe aún apareció sobre el escenario de un teatro en Richmond. Luego, en noviembre, se metió en la cama para no volver a salir de ella. A principios de dicho mes, un ciudadano de Richmond manifestó que se hallaba "enferma" y "en extrema necesidad". A finales de noviembre, el Richmond Enquirer anunció que "La señora Poe, condenada a guardar cama por enfermedad y rodeada de sus hijos, pide ayuda, y la pide tal vez por última vez". Nueve días después, murió. [...] Aunque difícilmente podía saber entonces lo que suponía la muerte de su madre, con el paso de los años la sensación de dolor y de pérdida irreparable fue resultándole a Poe cada vez más opresiva. Había algo importante que faltaba. Algo precioso había desaparecido. Poe fue un huérfano perpetuo en el mundo. Tanto su vida como sus escritos parecen atados, con un vínculo de fuego, a estas primeras experiencias de desamparo y soledad. La imagen de la mujer muerta o moribunda, joven, bella y bondadosa se halla en toda su obra de ficción.



Por Peter Ackroyd
Fuente: ADN Cultura
Más información: http://www.lanacion.com/

Recibido de Gacemail - TEA Imagen

Novedad en el mercado literario

Desde esta semana Letralia está lanzando el libro
¿Quién mató al doble de Edgar Allan Poe?,
del venezolano Edgar Borges. El libro es bilingüe
(español e inglés) y es presentado en versión
digital por Editorial Letralia, de Venezuela, e
impresa por GrupLobher, de España.

Jorge Gómez Jiménez
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