Una es que el entrevistador nunca parece darse cuenta de que lo más inteligente que puede hacer, después de haber intentado abrir esta y la otra y aquella canilla con una multitud de preguntas hasta encontrar esa que fluye libremente y con interés, es mantenerse en esa línea de interrogatorio y tratar de conseguir lo mejor de allí, y dejar de lado todo lo que ha asegurado antes.
Pero no piensa en eso.
Se asegura de cerrar ese manantial con una pregunta sobre algún otro tema; y enseguida su pobre pequeña oportunidad de conseguir algo que valga la pena llevarse a casa ha desaparecido, y para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario