La vida usó tu cabeza como un revólver, la pobre no aguantó. Con la luna roja sobre el mar negro te desvaneciste, fue un pico de presión...
Y nosotros aquí con las tazas sobre el mantel, y la lluvia derramada, esperando que vos, un hombre alado, extrañes la tierra lo suficiente como para volver.
Ya tenemos una sobredosis de tv esperando que la telekinesis de nuestro amor amarillo haga que te muevas, y salgas de esas telarañas en las que estás envuelto.
Estás en la cúpula... en el borde, en algún lugar. A un millón de años luz de casa.
Dios nos libre del crimen que sería perderte.
Era una bomba de tiempo tu salud, estabas a merced de tus decisiones. Hubieron signos, y algún dejá vu de que esto podía pasar. Pero el verbo carne es débil y tu canción animal pudo más, tomar tu medicina y tartarte suavemente fueron cosas imposibles...
Tal vez las señales luminosas no evitaron que tu torre de marfil sea un altar del fantasma, una especie de camuflaje para aguantar estar vivo.
Pero ahora es nunca y perdonar es divino, y hay que seguir adelante, el calor de las masas pide por vos, y cuando mucha gente pide algo, al fin sucede.
Y sucederá...
Tal vez al séptimo día; cuando pase el temblor Se olerá de repente el perfume de un sweet sahumerio, entrará jugo de luna a través de la persiana americana, y cuando veas como bajan por Avda. Alcorta en caravana los que queremos que estés bien; ojalá haga que tu alma diga: "Me quedo aquí" y no saludes con un Adiós.
Ojalá que tu corazón delator aspire una buena bocanada de aire fresco y cruces de regreso el puente que cruza el río Babel y termine esta vuelta por el universo que te tocó dar, este paseo inmoral, y vuelvas a pulsar las cuerdas de tu guitarra en un nuevo rito!!
No está mal ser tu dueño otra vez, ni dejar que el río salve y calme.
Tu locura nos acompaña desde hace años.
Toda una vida de canciones.
Entre caníbales, languis, fantasmas, vitaminas, prófugos, texturas y claroscuros.
Los ecos de tu música suena dentro de mucha gente.
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