¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

Utiliza este servicio

Seguidores

Mostrando entradas con la etiqueta agencia walsh. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta agencia walsh. Mostrar todas las entradas

Jornadas sobre aspectos de Rodolfo Walsh


Jornadas sobre los métodos de investigación del escritor
Buenos Aires, viernes 07 de Agosto de 2009 (Agencia Walsh)
Rodolfo Walsh recibió gran atención como escritor y militante, pero el autor de "Operación Masacre", entre otras obras, poco dejó conocer sobre su método de investigación. Analizar esta faceta es el fin de las jornadas que desde este mes a septiembre se realizarán en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A través de documentales, mesas redondas, conferencias y talleres, el ciclo intentará mostrar la forma de contar que llevo a Walsh a ir mas allá del periodismo.
Seguir las pistas de sus pistas y reconstruir sus "paso a paso" será el objetivo de los encuentros que estarán a cargo de reconocidos historiadores, antropólogos forenses, periodistas y escritores.
Cristian Alarcón, Lila Caimari y Fernando Murat son algunos de los responsables de las jornadas que pretenden recoger las enseñanzas del autor de "Operación Masacre", dentro de un género que desde "Facundo" y "Una excursión a los indios ranqueles" le dio un sello propio a la literatura Argentina.
"Pistas de la verdad" es el título de la mesa redonda donde el miércoles próximo el antropólogo Alejandro Inchaurregui, la historiadora Caimari y el periodista Murat intentarán definir cuáles son los pasos mediante los que un pálpito se convierte en evidencia, cómo descubrir un ´modus operandi´ y qué hacer cuando no existen fuentes documentales.
Alarcón coordinará la cita que tendrá lugar a las 19 en la sala Batato Berea, donde más tarde dictará uno de los talleres sobre los maestros de la no ficción.
Luego se proyectará el video "El Walsh de la investigación" que Fabrizio Pérez realizó sobre entrevistas de María Moreno; donde sobrevivientes de la legendaria agencia de noticias ANCLA -Daniel Link, Lila Pastoriza y Lucila Pagliai entre otros- cuentan el exhaustivo trabajo de Walsh para generar contrainformación durante la última dictadura militar argentina.

AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

"Madre" - Roberto Romeo Di Vita

Madre

Semblanza

Cuando las inclemencias

de los tiempos

y el rostro burlón de la traición

nos persiga.

Cuando la mofa se haga carne,

en el costado más impiadoso

de nuestro dolor.

Cuando los arribistas,

los mediocres, los adulones,

nos quiten nuestro sitial

y las bajezas,

sean monedas de cambio.

Cuando se llenen de plumas

y falsos colores,

de pavos reales de la función.

Cuando el egoísmo

nos golpee hasta malherirnos

y se nos nuble la razón.

Siempre estarás vos,

con tu llanto, en el nuestro

bebiendo nuestras lágrimas

para darnos consuelo,

dentro del corazón

de tu corazón.

Madre presente.

Madre ausente.

Madre total.

Roberto Romeo Di Vita

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

"Los sueños que no quise" - Mario Palestro C


Los sueños que no quise

Este poema, fue escrito en el exilio en Venezuela, Mario, tenía 19 años para el golpe militar de Pinochet. Dice así:


Nos cortaron el tiempo,
me dejaron chavado
en mis 19
con el corazón girando
y una aguja sacando notas de Adamo
se perdió en el camino
y me vi envueltoen una cárcel
de paralelos y meridianos
recorriendo los sueños que no quise.

Mario Palestro C.

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

"Un médico rural" - por Franz Kafka


Un médico rural

Por Franz Kafka, escritor

Estaba muy preocupado; debía emprender un viaje urgente; un enfermo de gravedad me estaba esperando en un pueblo a diez millas de distancia; una violenta tempestad de nieve azotaba el vasto espacio que nos separaba; yo tenía un coche, un cochecito ligero, de grandes ruedas, exactamente apropiado para correr por nuestros caminos; envuelto en el abrigo de pieles, con mi maletín en la mano, esperaba en el patio, listo para marchar; pero faltaba el caballo... El mío se había muerto la noche anterior, agotado por las fatigas de ese invierno helado; mientras tanto, mi criada corría por el pueblo, en busca de un caballo prestado; pero estaba condenada al fracaso, yo lo sabía, y a pesar de eso continuaba allí inútilmente, cada vez más envarado, bajo la nieve que me cubría con su pesado manto. En la puerta apareció la muchacha, sola, y agitó la lámpara; naturalmente, ¿quién habría prestado su caballo para semejante viaje? Atravesé el patio, no hallaba ninguna solución; distraído y desesperado a la vez, golpeé con el pie la ruinosa puerta de la pocilga, deshabitada desde hacía años. La puerta se abrió, y siguió oscilando sobre sus bisagras. De la pocilga salió una vaharada como de establo, un olor a caballos. Una polvorienta linterna colgaba de una cuerda.

Un individuo, acurrucado en el tabique bajo, mostró su rostro claro, de ojitos azules.

-¿Los engancho al coche? -preguntó, acercándose a cuatro patas.

No supe qué decirle, y me agaché para ver qué había dentro de la pocilga. La criada estaba a mi lado.

-Uno nunca sabe lo que puede encontrar en su propia casa -dijo ésta. Y ambos nos echamos a reír.

-¡Hola, hermano, hola, hermana! -gritó el palafrenero, y dos caballos, dos magníficas bestias de vigorosos flancos, con las piernas dobladas y apretadas contra el cuerpo, las perfectas cabezas agachadas, como las de los camellos, se abrieron paso una tras otra por el hueco de la puerta, que llenaban por completo. Pero una vez afuera se irguieron sobre sus largas patas, despidiendo un espeso vapor.

-Ayúdalo -dije a la criada, y ella, dócil, alargó los arreos al caballerizo. Pero apenas llegó a su lado, el hombre la abrazó y acercó su rostro al rostro de la joven. Esta gritó, y huyó hacia mí; sobre sus mejillas se veían, rojas, las marcas de dos hileras de dientes.

-¡Salvaje! -dije al caballerizo-. ¿Quieres que te azote?

Pero luego pensé que se trataba de un desconocido, que yo ignoraba de dónde venía y que me ofrecía ayuda cuando todos me habían fallado. Como si hubiera adivinado mis pensamientos, no se mostró ofendido por mi amenaza y, siempre atareado con los caballos, sólo se volvió una vez hacia mí.

-Suba -me dijo, y, en efecto, todo estaba preparado.

Advierto entonces que nunca viajé con tan hermoso tronco de caballos, y subo alegremente.

-Yo conduciré, pues tú no conoces el camino -dije.

-Naturalmente -replica-, yo no voy con usted: me quedo con Rosa.

-¡No! -grita Rosa, y huye hacia la casa, presintiendo su inevitable destino; aún oigo el ruido de la cadena de la puerta al correr en el cerrojo; oigo girar la llave en la cerradura; veo además que Rosa apaga todas las luces del vestíbulo y, siempre huyendo, las de las habitaciones restantes, para que no puedan encontrarla.

-Tú vendrás conmigo -digo al mozo-; si no es así, desisto del viaje, por urgente que sea. No tengo intención de dejarte a la muchacha como pago del viaje.

-¡Arre! -grita él, y da una palmada; el coche parte, arrastrado como un leño en el torrente; oigo crujir la puerta de mi casa, que cae hecha pedazos bajo los golpes del mozo; luego mis ojos y mis oídos se hunden en el remolino de la tormenta que confunde todos mis sentidos. Pero esto dura sólo un instante; se diría que frente a mi puerta se encontraba la puerta de la casa de mi paciente; ya estoy allí; los caballos se detienen; la nieve ha dejado de caer; claro de luna en torno; los padres de mi paciente salen ansiosos de la casa, seguidos de la hermana; casi me arrancan del coche; no entiendo nada de su confuso parloteo; en el cuarto del enfermo el aire es casi irrespirable, la estufa humea, abandonada; quiero abrir la ventana, pero antes voy a ver al enfermo. Delgado, sin fiebre, ni caliente ni frío, con ojos inexpresivos, sin camisa, el joven se yergue bajo el edredón de plumas, se abraza a mi cuello y me susurra al oído:

-Doctor, déjeme morir.

Miro en torno; nadie lo ha oído; los padres callan, inclinados hacia adelante, esperando mi sentencia; la hermana me ha acercado una silla para que coloque mi maletín de mano. Lo abro, y busco entre mis instrumentos; el joven sigue alargándome las manos, para recordarme su súplica; tomo un par de pinzas, las examino a la luz de la bujía y las deposito nuevamente.

-Sí -pienso indignado-; en estos casos los dioses nos ayudan, nos mandan el caballo que necesitamos y, dada nuestra prisa, nos agregan otro. Además, nos envían un caballerizo...

En aquel preciso instante me acuerdo de Rosa. ¿Qué hacer? ¿Cómo salvarla? ¿Cómo rescatar su cuerpo del peso de aquel hombre, a diez millas de distancia, con un par de caballos imposibles de manejar? Esos caballos que no sé cómo se han desatado de las riendas, que se abren paso ignoro cómo; que asoman la cabeza por la ventana y contemplan al enfermo, sin dejarse impresionar por las voces de la familia.

-Regresaré en seguida -me digo como si los caballos me invitaran al viaje. Sin embargo, permito que la hermana, que me cree aturdido por el calor, me quite el abrigo de pieles. Me sirven una copa de ron; el anciano me palmea amistosamente el hombro, porque el ofrecimiento de su tesoro justifica ya esta familiaridad. Meneo la cabeza; estallaré dentro del estrecho círculo de mis pensamientos; por eso me niego a beber. La madre permanece junto al lecho y me invita a acercarme; la obedezco, y mientras un caballo relincha estridentemente hacia el techo, apoyo la cabeza sobre el pecho del joven, que se estremece bajo mi barba mojada. Se confirma lo que ya sabía: el joven está sano, quizá un poco anémico, quizá saturado de café, que su solícita madre le sirve, pero está sano; lo mejor sería sacarlo de un tirón de la cama. No soy ningún reformador del mundo, y lo dejo donde está. Soy un vulgar médico del distrito que cumple con su deber hasta donde puede, hasta un punto que ya es una exageración. Mal pagado, soy, sin embargo, generoso con los pobres. Es necesario que me ocupe de Rosa; al fin y al cabo es posible que el joven tenga razón, y yo también pido que me dejen morir. ¿Qué hago aquí, en este interminable invierno? Mi caballo se ha muerto y no hay nadie en el pueblo que me preste el suyo. Me veré obligado a arrojar mi carruaje en la pocilga; si por casualidad no hubiese encontrado esos caballos, habría tenido que recurrir a los cerdos. Esta es mi situación. Saludo a la familia con un movimiento de cabeza. Ellos no saben nada de todo esto, y si lo supieran, no lo creerían. Es fácil escribir recetas, pero en cambio, es un trabajo difícil entenderse con la gente. Ahora bien, acudí junto al enfermo; una vez más me han molestado inútilmente; estoy acostumbrado a ello; con esa campanilla nocturna todo el distrito me molesta, pero que además tenga que sacrificar a Rosa, esa hermosa muchacha que durante años vivió en mi casa sin que yo me diera cuenta cabal de su presencia... Este sacrificio es excesivo, y tengo que encontrarle alguna solución, cualquier cosa, para no dejarme arrastrar por esta familia que, a pesar de su buena voluntad, no podrían devolverme a Rosa. Pero he aquí que mientras cierro el maletín de mano y hago una señal para que me traigan mi abrigo, la familia se agrupa, el padre olfatea la copa de ron que tiene en la mano, la madre, evidentemente decepcionada conmigo -¿qué espera, pues, la gente?- se muerde, llorosa, los labios, y la hermana agita un pañuelo lleno de sangre; me siento dispuesto a creer, bajo ciertas condiciones, que el joven quizá está enfermo. Me acerco a él, que me sonríe como si le trajera un cordial... ¡Ah! Ahora los dos caballos relinchan a la vez; ese estrépito ha sido seguramente dispuesto para facilitar mi auscultación; y esta vez descubro que el joven está enfermo. El costado derecho, cerca de la cadera, tiene una herida grande como un platillo, rosada, con muchos matices, oscura en el fondo, más clara en los bordes, suave al tacto, con coágulos irregulares de sangre, abierta como una mina al aire libre. Así es como se ve a cierta distancia. De cerca, aparece peor. ¿Quién puede contemplar una cosa así sin que se le escape un silbido? Los gusanos, largos y gordos como mi dedo meñique, rosados y manchados de sangre, se mueven en el fondo de la herida, la puntean con su cabecitas blancas y sus numerosas patitas. Pobre muchacho, nada se puede hacer por ti. He descubierto tu gran herida; esa flor abierta en tu costado te mata. La familia está contenta, me ve trabajar; la hermana se lo dice a la madre, ésta al padre, el padre a algunas visitas que entran por la puerta abierta, de puntillas, a través del claro de luna.

-¿Me salvarás? -murmura entre sollozos el joven, deslumbrado por la vista de su herida.

Así es la gente de mi comarca. Siempre esperan que el médico haga lo imposible. Han perdido la antigua fe; el cura se queda en su casa y desgarra sus ornamentos sacerdotales uno tras otro; en cambio, el médico tiene que hacerlo todo, suponen ellos, con sus pobres dedos de cirujano. ¡Como quieran! Yo no les pedí que me llamaran; si pretenden servirse de mí para un designio sagrado, no me negaré a ello. ¿Qué cosa mejor puedo pedir yo, un pobre médico rural, despojado de su criada?

Y he aquí que empiezan a llegar los parientes y todos los ancianos del pueblo, y me desvisten; un coro de escolares, con el maestro a la cabeza canta junto a la casa una tonada infantil con estas palabras:

"Desvístanlo, para que cure,

y si no cura, mátenlo.

Sólo es un médico, sólo es un médico..."

Mírenme: ya estoy desvestido, y, mesándome la barba y cabizbajo, miro al pueblo tranquilamente. Tengo un gran dominio sobre mí mismo; me siento superior a todos y aguanto, aunque no me sirve de nada, porque ahora me toman por la cabeza y los pies y me llevan a la cama del enfermo. Me colocan junto a la pared, al lado de la herida. Luego salen todos del aposento; cierran la puerta, el canto cesa; las nubes cubren la luna; las mantas me calientan, las sombras de las cabezas de los caballos oscilan en el vano de las ventanas.

-¿Sabes -me dice una voz al oído- que no tengo mucha confianza en ti? No importa cómo hayas llegado hasta aquí; no te han llevado tus pies. En vez de ayudarme, me escatimas mi lecho de muerte. No sabes cómo me gustaría arrancarte los ojos.

-En verdad -dije yo-, es una vergüenza. Pero soy médico. ¿Qué quieres que haga? Te aseguro que mi papel nada tiene de fácil.

-¿He de darme por satisfecho con esa excusa? Supongo que sí. Siempre debo conformarme. Vine al mundo con una hermosa herida. Es lo único que poseo.

-Joven amigo -digo-, tu error estriba en tu falta de empuje. Yo, que conozco todos los cuartos de los enfermos del distrito, te aseguro: tu herida no es muy terrible. Fue hecha con dos golpes de hacha, en ángulo agudo. Son muchos los que ofrecen sus flancos, y ni siquiera oyen el ruido del hacha en el bosque. Pero menos aún sienten que el hacha se les acerca.

-¿Es de veras así, o te aprovechas de mi fiebre para engañarme?

-Es cierto, palabra de honor de un médico juramentado. Puedes llevártela al otro mundo.

Aceptó mi palabra, y guardó silencio. Pero ya era hora de pensar en mi libertad. Los caballos seguían en el mismo lugar. Recogí rápidamente mis vestidos, mi abrigo de pieles y mi maletín; no podía perder el tiempo en vestirme; si los caballos corrían tanto como en el viaje de ida, saltaría de esta cama a la mía. Dócilmente, uno de los caballos se apartó de la ventana; arrojé el lío en el coche; el abrigo cayó fuera, y sólo quedó retenido por una manga en un gancho. Ya era bastante. Monté de un salto a un caballo; las riendas iban sueltas, las bestias, casi desuncidas, el coche corría al azar y mi abrigo de pieles se arrastraba por la nieve.

-¡De prisa! -grité-. Pero íbamos despacio, como viajeros, por aquel desierto de nieve, y mientras tanto, el nuevo el canto de los escolares, el canto de los muchachos que se mofaban de mí, se dejó oír durante un buen rato detrás de nosotros:

"Alégrense, enfermos,

tienen al médico en su propia cama."

A ese paso nunca llegaría a mi casa; mi clientela está perdida; un sucesor ocupará mi cargo, pero sin provecho, porque no puede reemplazarme; en mi casa cunde el repugnante furor del caballerizo; Rosa es su víctima; no quiero pensar en ello. Desnudo, medio muerto de frío y a mi edad, con un coche terrenal y dos caballos sobrenaturales, voy rodando por los caminos. Mi abrigo cuelga detrás del coche, pero no puedo alcanzarlo, y ninguno de esos enfermos sinvergüenzas levantará un dedo para ayudarme. ¡Se han burlado de mí! Basta acudir una vez a un falso llamado de la campanilla nocturna para que lo irreparable se produzca.


"Hiroshima y Nagasaki" - de Tito Alvarado

Hiroshima y Nagasaki


1 El Dios en su guarida



En un apartado rincón,una guarida, una gloria,una oficina ovalada


hombres en su oficio de ángeles proponen la solución de volver al polvo


y el dios de turno en la casa toma la imperial decisión.


Otros hombres en su oficio de demonios menores llevan el mensaje,el castigo,la vergüenza.


En un principio fueron dos círculos en un mapa,dibujados por la mano que trazó un destino de fuego azul. Hágase dijeron.


Luego la fiebre del sigilo,el cálculo y la premura.


Con las sinrazones de la guerra se justifican los dioses.


En la afiebrada tranquilidad de su potestad el dios guardó los mapas,ordenó papeles habló de nuevos proyectos, pasó la tarde en el cine,
mientras doce horas hacia el nuevo día, cuando era entrada la mañana, el gran pájaro de acero dejaba caer su huevo gordo.


Tanto poder y canallada para tan poca conciencia.


A tres horas del infierno sus querubines le dieron la noticia que él ya sabía:


La foto lo muestra sonriente.





2 Los pájaros en Hiroshima



De Hiroshima salían las golondrinas que anunciaban el verano en todo el mundo,ya no tendrán donde volver.


A la ocho quince de una mañana como todas, con sol, con nubes, con pájaros cantando,con niños en la escuela.Una mañana como ninguna con murmullos y silencios, con un aire de presagios, con repentina calma, del cielo vino un ruido de motor solitario,un fogonazo azul de entrada a los infiernos y un viento de mil caballos de fuerza, luego nada.


Tres círculos de muerte dejó la muerte. Los que murieron antes de saber que la muerte había llegado en un avión sin importancia.Los que murieron con la visión de carbón y ceniza y en sus cuerpos la brasa ardiente del uranio.Los que sobrevivieron muriendo cada día hasta morir sin otro recuerdo que ese instante.


La fuerza del odio estampó en la pared la sombra de una persona que sonrió por última vez cuando vio correr dos niños tras una mariposa.


De la ceniza y el dolor, de la herida abierta, de la noche del olvido la ciudad se fue restableciendo. Los nuevos dioses de occidente dijeron que todo había sido un mal sueño.


Hoy muchos no saben que los pájaros de Hiroshima tardaron dos eternidades en volver.





3 Amanece en Nagasaki





Son las ocho de la mañana, cuarenta y cinco minutos pasados, el tiempo se detiene,una explosión que en un segundo calienta el aire a cuatro mil grados.



Ya pasó una eternidad, un nuevo segundo aún no termina de pasar y vientos de rencor han arrasado lo que hace un instante era la ciudad. Nadie recordará por qué lado salió el sol ese día, pues ese día todo era sol quemante y fuego de caldera y humo en los ojos y cenizas donde un instante la vida y viento como lenguas de fuego y cuerpos en tierra y lamentos.


En menos tiempo que un segundo el río se detuvo, entre gritos que no se pronunciaron y golpes de cosas caídas que no se escucharon, se estremecieron sus aguas y siguió su curso con la pesada carga de cuerpos quemados.


De aquel ayer al hoy pasaron los años, creció la vida, el amor retornó a los parques y allá,los mismo de aquel entonces, hoy con otros rostros enfrentan la cuenta regresiva.


Desde Nagasaki se escuchan, a las ocho y cuarenta y cinco de la mañana, las voces de vida. Sesenta y cinco años después, en la oficina oval, sólo timbres de alarma y los estrépitos que anuncian la caída.



Tito Alvarado

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

"Seguirás siendo mi niño" - Mario Palestro C.

Seguirás siendo mi niño


Y cuando yo muera
Seguirás siendo mi niño.

Y cuando tengas tus hijos
Seguirás siendo mi niño

Y cuando te digan abuelo
Seguirás siendo mi niño

Y cuando el aire y el agua
Sean sólo recuerdo
Seguirás siendo mi niño

Seguirás matando mis tristezas con tu risa.

Y cuando acabe tu vida,
Cuando tus ojos estén cansados
Toma los míos de la tierra
Porque
Seguirás siendo mi niño

Y cuando tus nietos
Sólo se acuerden por tus fotos
Yo estaré junto a ti

Seguirás siendo mi niño.


Mario Palestro C.


AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

Canción por el fusil y la flor

Canción por el fusil y la flor


Cuando no sirve la canción...
por que en la mesa falta el pan
no se si darte el corazón,
mi voz, la flor o algún fusil

El hombre es tiempo que se va,
temiendo dura un poco más
mas solo vive si se da en una flor
o en un fusil

No sé si el tiempo de vivir
vendrá en el tallo de un rosal
vendrá en el caño de un fusil
no sé si el grito la oración
pero si se de un largo mal
que vuelve inútil la canción
que escupe el pan y el corazón
que no nos deja conocer

Porque el peligro de pensar
es que podemos comprender
que sólo un nombre tiene el mal
dejar hacer... dejar pasar
si no es con vos no te metas
Pero hoy me paro y digo: basta!

Porque es el tiempo de luchar
contra el imbécil y el señor
porque es el tiempo de luchar
contra el prejuicio y el dolor

Porque es el tiempo de empezar
pongo m i brazo y mi canción
y si mi brazo nada es
igual que es nada la canción

Saldré... a morir por el amor
mis veinte años y un fusil

Y si me matan por decir que hoy...
en la mesa falta el pan
será el cañón y no el rosal
el que repita la canción

Si el tiempo nuevo ha de venir
lo quiero nuestro hoy aquí
porque estoy harto de esperar
amando un mundo sin amor
escúchenme... quiero ser flor
pero si no... seré fusil.....

Bernardo Palombo / Damián Sanchez




AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

"Perro negro" - Un poema de Ernesto Alaimo

Perro negro

Perro negro
te acercás traqueteando las uñas
contra el asfalto incomprensible
de los corredores duros
de este laberinto.

Todo está desierto, es la noche
y es el frío, y no es el centro
es increíble que a dos pasos haya gente
que me encuentre rodeado de gente
oculta tras paredes y persianas
pero aquí es el silencio
la calle es otra dimensión
lejanísima de esa otra, fragmentaria
de este laberinto.

Todo está en silencio, es la noche
y surge antes que nada un rumor
un débil y ya tierno traqueteo
y de la esquina aparece, como una nueva entrega
de un sueño que ya se quedaba sin tema
tu figura, perro negro, meneándose
cual si fueras el sereno de este jardín.

Perro negro,
yo sé que sos el símbolo de algo
pero, humano de mí, no puedo precisarlo
y no quiero, porque en verdad es muy simple
sos el perrito negro que se me acerca en la noche
en pleno invierno y en plena soledad
despacio, sin apuro, de este lado de tantas cosas
por ejemplo, de las paredes y la temperatura.

¿Sabés?, yo soy un hombre, un homínido
soy de esa especie que te oprime
y te da de comer,
estamos rodeados de homínidos en este momento
y no obstante vos solo te me acercás
y me ofrecés tu cabeza con una simpleza
que me hace llorar de felicidad.
Y muchos hombres, muchos homínidos
andan por estos pasillos
en este momento
hasta se me han cruzado algunos, hace un rato
y al verme de lejos ya no me han mirado
y vos, hermosa criatura, pequeño esclavo
le ofrecés tu cabeza a mi mano
con tan simple cordialidad
que ya no tengo frío.

Perro negro, estás en peligro
vivís en peligro, perro negro
de eso también estás de este lado
he visto muchos perros, muchos caninos
sucumbir por la máquinas de matar
con las que andamos en los pasillos,
los he visto ser golpeados, pisados, arrasados
los he visto lisiados, harapientos, moribundos
a los perros negros como vos no les hacen funeral
ni les dan solemne entierro ni los lloran,
los sacan del medio para que no estorben
y se los llevan los barrenderos al alba
te queman junto a la basura
a vos que sos el único que se me acerca
a vos que tenés la grandeza
de mantener ese gesto vital, sabiendo todo esto
viendo vos también todo lo que veo cada día.

Y no estoy siendo romántico ni fantasioso
estoy siendo totalmente realista
vos sabés que, salvo los elegidos
que quedan del otro lado de todo,
a ustedes los tratamos como escoria
sucia y vergonzosa, abyecta
y vos, escoria inmunda, vos, perro negro,
te acercás a mí en el silencio de la noche
buscando algún contacto con el homínido que viste ahí parado
proyectando en tu mente imágenes placenteras
lo que nosotros llamamos esperanza, perro, esperanza
cuando yo podría ser de los que te patean
o, como mínimo, de los que te rechazan
te gritan que te vayas, te amenazan con la mano
porque sos sucio, inmundo, peligroso
pobre
sos un perro pobre
y a vos se atreven a hacerte
lo que no se atreven a hacer a los homínidos pobres
de los que piensan en el fondo exactamente lo mismo
aunque digan que exagero, que divago
que no sé lo que digo, aunque me digan romántico.

Vos sabés como yo que este no es un laberinto fácil
y no porque el piso sea duro y poco
y no haya muchas ratas para comer
y te acercás, porque las paredes no te ganan
porque los que te quieren lejos, o muerto, como sea,
no te ganan
y no le ganan a tu gesto tan vivo
tan sabio, primitivamente sabio
cuando llaman evolución a cualquier pelotudez
que justifique tu rechazo.

Perro negro,
¿qué puedo hacer yo por vos ahora?
Yo, con tanta idiotez adentro
temiendo que me contagies pestes
que me mate tu contacto porque soy de adentro,
yo que no soy de este lado de nacimiento,
ante tu heroísmo me emociono, canino
ante tus simpáticos pasos pese a todo esto
ante tu mirada cálida y amistosa
tu simple acercamiento, tu simple oferta
tu simple pedido, tu simple cola
me inclino, hinchado de admiración
y te acaricio la cabeza
con mi rosa mano de homínido
y vos movés la cola, perro negro.


Ernesto Alaimo

Agencia Walsh

"Acuarela" - Ernesto Cardenal - Biografía y poema

Ernesto Cardenal


Ernesto Cardenal Martínez nació en Managua en 1925. Le hizo honor a la fama que de cuna de poetas tiene su país, y fue además escultor, escritor, político y sacerdote. Viajó por casi todo el mundo, pero volvió a su querida Nicaragua y su sotana no le impidió participar, en 1954, de la revolución contra Anastasio Somoza García, tras cuyo fracaso tuvo que lamentar la muerte de muchos de sus compañeros y amigos. En 1979 la revolución sandinista que derrocó a Anastasio Somoza Debayle lo nombró ministro de cultura. Integrar ese gobierno y "propagar doctrinas apóstatas" le valió una dura reprimenda pública del papa Juan Pablo II en su visita a Nicaragua en 1983.Tampoco le impide la sotana codearse con el Subcomandante Marcos y seguir regando el suelo americano de ideas que a la iglesia le parecen condenables.
***

Acuarela

Los ranchos dorados cercados de cardos;
chanchos en las calles;
una rueda de carreta
junto a un rancho, un excusado en el patio,
una muchacha llenando su tinaja,
y el Momotombo
azul, detrás de los alegres calzones colgados
amarillos, blancos, rosados.


Ernesto Cardenal

"Las satrapías" - Pablo Neruda



Las satrapías





Nixon, Frei y Pinochet


hasta hoy, hasta este amargo


mes de septiembre


del año 1973,


con Bordaberry, Garrastazú y Banzer,


hienas voraces de nuestra historia,


roedoresde las banderas conquistadas


con tanta sangre y tanto fuego,


encharcados en sus haciendas,


depredadores infernales,


sátrapas mil veces vendidos


y vendedores,


azuzados


por los lobos de Nueva York,


máquinas hambrientas de dolores


manchadas en el sacrificio


de sus pueblos martirizados,


prostituidos mercaderes


del pan y del aire americano,


cenagales, verdugos, piara


de prostibularios caciques,


sin otra ley que la tortura,


y el hambre azotada del pueblo.

Pablo Neruda

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

"Grito" - Poema de Laura Laulhe

Grito

Hay un niño
gigante de dolor
colgado a tu ombligo
con un ala
aferra la luz

La esperanza
es una guerra
perdida
de antemano

Una mariposa
asoma
a sus ojeras
y vuela...


Laura Laulhe

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

María Elena Walsh - Serenata para la tierra de uno

Serenata para la tierra de uno
María Elena Walsh

Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy.
Por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Porque el idioma de infancia
es un recuerdo entre los dos.
Porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.

Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por la esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

"Las manos del abuelo" - Claudia Cichero (San Martín)

Las manos del abuelo

Toda la vida en la mano del abuelo,
agrupada en las puntas de los dedos,
luminosa en las uñas,
mimosa en las arrugas,
temblequeándole risas del hijo
que nacieron en ella,
jugándole los juegos
remotos de la plaza,
palpándole los rizos al pasado,
doliéndole la fiebre,
contándole sumisa los milagros,
se derrama sobre la cabeza del niño
que sumergido en noche,
dormido sin remedio,
dibujado en la sábana desierta,
se dispone a morir.
Toda la vida en la mano del abuelo;
la soledad callosa del mango de la azada,
el frío del metal,
la cuerda de guitarra y el soplo de la flauta;
las siestas de los cuentos,
la manzana pelada,
la tristeza en los ojos de la guerra.
Toda la vida en la mano del abuelo
se ha derramado sobre la cabeza del niño
que sumergido en noche
y abrasado en ojeras
se dispone a morir
pero no puede; no quiere;
ya no sabe morir a edad temprana
porque toda la vida en la mano del abuelo
se ha derramado
con su amor y su sangre,
con su calor antiguo,
con su misterio ignoto
sobre su ardiente frente enrojecida
para elevarla,
sacarla del hechizo.

Toda la vida en la mano del abuelo,
Todo el abuelo en la mano de la vida.

Claudia Cichero (San Martín)


AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

"Los del Fondo" - Jorge Brioso (San Andrés)

Los del Fondo

En el fondo se escribe esta otra historia
paralela. Real. Inconciliable.
Los del fondo oyen mal lo que se dice
pero ven el total de lo que pasa.

Ir al fondo es tomar todos los riesgos,
asociarse a unos pares retobados,
irremediablemente malvenidos,
inoportunos, mal entretenidos.

Pero en el fondo somos gente buena,
porque allí el ser humano se libera
de lo no dicho, de lo conveniente,
lo obligatorio y lo ceremonioso.

Al fondo, todo ser vale una vida
y nadie vale más que ningún otro,
pues nadie quiere que alguien valga menos:
pasar al frente es pena de destierro.

No es este un fondo heroico o victorioso,
ni siquiera acreedor o monetario:
Es un fondo común, sencillo, humano,
no muy piola, tampoco tan otario.

Pero nos guardan un cierto respeto
y hasta incluso se cuidan de tocarnos.
Tocar el fondo es conocer verdades
que no son publicadas en los diarios.

Fondo de íntimas complicidades
sólo para vecinos y vecinas:
ser del fondo es una elección señera
que nos estigmatiza de y por vida.

Llegar al fondo es entrarle a la vida.
Un fondo no opulento o parquizado,
hecho con más esfuerzos que recursos,
Mas nunca un fondo amargo o resignado.

Aún conociendo el rigor del destino,
Los del fondo siempre están tramando algo.
Esa trama nos da razón de ser.

Jorge Brioso (San Andrés)



AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

Sebastián Cayre - La Plata - de Sobre Poesía

Te observo
con nostalgia al atardecer
como a una antigua foto familiar
amarillenta de años, aromática.
deformados por las cálidas brisas
tus horizontes se alejan inalcanzables.
navego con el viento en el oleaje
de los pastos, en su danza ritual,
y se huele, se respira tu brava esencia
que recorre las verdes distancias,
en busca de un corazón sensible, Paisano.
nada ha podido ocultarla, está allí,
en una puesta de sol, un amanecer,
en un testarudo cardo.
inmensa, quieta, profunda, sonora, callada...
ningún cerco pudo con tu inmensidad,
ninguna negra cicatriz acortar las distancias,
o acercar los infinitos horizontes.
para algunos eres un punto en el mapa,
o la región de un país como tantas
que se desvanece en las memorias
aradas por los siglos,
resistiendo al paso del tiempo, al olvido.
para mí el centro del universo,
cuna de mis sueños,
donde todo comenzó y terminará.
La Pampa.
Sebastián Cayre (La Plata; de Sobre Poesía)

AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

Sobre Poesía - por Ana María, de La Plata, Argentina

Sobre Poesía

Piedra sobre piedra en las arenas del desierto, el hombre construyó las pirámides. Culto a los muertos, ofrenda a los dioses, permanecen a través de los tiempos; un alfabeto tallado, cincelado, nos acerca a una civilización espléndida. Mitos, leyendas y ceremonias relatan la historia de un pueblo brillante que ha quedado sepultado bajo los vientos de la eternidad.
Palabra sobre palabra, el poeta busca establecer el equilibrio del alma y permanecer a través de sus versos. Nuestras frágiles hojas, en un intento por trascender a través de los poemas, reflejan lo mejor de nosotros con todo lo imperfecto que nos acosa. Tratamos de escribir lo fugaz de la vida para volverlo indestructible, perdurable.

Ana María (La Plata)

AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

Poemas de Sonia Blumetti - San Marcos Sierras

I

Hoy me encontré con tu muerte, compañero
hoy has muerto. Bueno, es un decir, en verdad, hace tres años
las noticias tardan, a veces, muchas muertes en llegar.

Tu noticia llegó vestida de poesía
la que gritabas desgajado, desesperado, llorando
cuando la rabia humana hacía un agujero en tu poeta
y entraba a darte vuelta por los vericuetos más profundos
y como el verso no es sino la verdada de cada uno, de cada día
saliste a pelearte con la vida en la contradicción vida – muerte
salite a la guerra donde matar al enemigo es bueno

y te mataron

...y la esperanza se llenó de ti
y de los otros
y todos los soes florecieron la eternidad que vos querías
desde ti
desde los que como vos, como Javier
”no se reían de la muerte
sino que festejaban la vida”.

POEMA II

Sin nadie que lo quiera
a nadie enamora
solo, sin sus dientes
solo, sin su vida.

Alguna vez fue joven.

POEMA III

Todo estaba como muerto
una presencia de huesos se sentó a la mesa
y aquella vieja algarabía comió en silencio

POEMA IV

Aprendí la inmensidad del mar
en las orillas de mi cuerpo.

Sonia Blumetti (San Marcos Sierras)

AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

"Nguillatún en la Costa" - de Graciela Huinao

Nguillatún en la Costa
---
Para poner tranca a la miseria
cada cierto tiempo los williche de la costa
desclavan de sus rukas las penas.
se descuelgan de la historia
y a Pukatriwe llegan
espantando con el Nguillatún
el maligno espíritu del hambre
que va en estampida por la cordillera.
Los williche y el mar
en vigilia
comulgan tiempos de miseria.
---


Graciela Huinao

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

"Estoy viva como fruta madura" - Gioconda Belli

Estoy Viva Como Fruta Madura...
---
Estoy viva
como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de los pájaros,
tejedora del viento navegante.

No se ha educado aún mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbran el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.

Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida,
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavalos alegres marchando hacia el colegio.

Si.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espiral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo,
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.

Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.
---


Gioconda Belli

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH