¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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Primer Concurso Madriz de Humor 2010

La revista de humor MADRIZ (Argentina) convoca al
primer concurso de humor literario breve.
Mayor información:
lunesotravez04@yahoo.com.ar

I Concurso de Cuento Breve “Voz Hispana”

I Concurso de Cuento Breve “Voz Hispana” (Hispanoamérica)

15 de agosto de 2010

Podrán participar todas las personas mayores de edad que radiquen en Hispanoamérica.

Para aclarar o ampliar información de la presente convocatoria, favor de hacer llegar las preguntas a través del correo contacto@marenproa.com

Mayor información:
E-mail: concurso@marenproa.com
Web: http://www.marenproa.com/

Primer Concurso “Pasajes” de Poesía y Cuento Breve‏

Fecha de cierre: 31 de agosto de 2010

La Asociación Civil Grupo Pasajes convoca al Primer Concurso “Pasajes” de Poesía y Cuento breve.

Mayor información:
E-mail: grupopasajes@gmail.com
Web: http://www.grupopasajes.com.ar/

Conoce los servicios de Letralia para los escritores de habla hispana:
http://www.letralia.com/servicios/profesionales.htm

MADAME BOVARY - un cuento de Delfina Acosta

Después de tomar el mate, se reclinó sobre el respaldo aterciopelado del sofá, y continuó enfrascado en la lectura de Madame Bovary.

Se metió (no quería hacerlo, no debía, pero ya era tarde) en la aparición repentina de la mujer en el almacén del boticario del pueblo. Y era como si él también se hubiera metido, anhelante, deseoso del veneno, empujado por la desesperación de la vida que sale zumbante del carril.
A medida que el libro lo arrastraba, lo contaminaba, le venía una sensación de ser llevado por un tren a un destino tan injusto como inevitable.
Podía ver desde la ventanilla los tramos finales, aquellas últimas casas cuyas chimeneas despedían un humo negruzco, las golondrinas del crepúsculo buscando las ramas de los cipreses y de los robles, un hombre (con una lámpara en la mano) observando a la máquina viajera desde el umbral de una puerta.
Sintió náuseas.
Se levantó, tambaleante, con una terrible presión en la cabeza, y descargó un vómito en el patio.
La señora que hacía la limpieza de la casa y preparaba la comida además de dar alguna conversación sobre el clima cuando los bichos de luz rondaban el alumbrado público, le habló: “¿Se siente bien, señor?”.
Y él le dijo que no. Y le pidió un té de manzanilla.

Y el té vino rápido y excesivo. Y también el “Cuídese, señor. Si viera la cara de enfermo que tiene”.
“Esta es la segunda vez”, pensó Julio Castel.
Un ave nocturna chistó.
Se acostó, y con la cabeza colocada sobre la almohada que olía a lavanda, a frescura, y el ánimo ya recobrado, se dijo, se mintió, que mañana seguiría leyendo “Madame Bobary”.
El amanecer le llegó de golpe.
El libro, que estaba con las páginas abiertas sobre el piso, le pareció un insecto, una araña, algún ciempiés desembascarado. Llamó a Juliana, que ya tenía preparado otro té de manzanilla y un vaso de agua, por si las moscas, y le pidió que se lo llevara lejos y lo enterrara.
Ninguna objeción.
Ningún comentario.
El patrón era normal, pero tenía la cabeza al revés.
Nunca más finales tristes. Nunca más ella, con los ojos caminados por la sombra de la muerte, perdiéndose en la distancia, y él observando, sin poder hacer nada, desaparecer el carruaje con el objeto de su pasión adentro. O él (otro él, otro personaje), enfermo de celos, decidido a disparar su revolver contra ella, quien intentaba, con el rostro pálido, explicarle que el hombre solamente había venido a su cuarto, interesado en su catálogo de mariposas (o algo así, o mejor, una excusa más creíble), pensó Julio Castel.

Siguió leyendo libros. Cinco, seis. A Juliana siempre le había parecido rara la gente que leía.
Cortaba la lectura en donde se le antojaba. Y luego se iba a silbar y mirar a los canarios en su jaula; así le venía la sensación de que daba un poco de claridad y libertad a las aves.
Margarita Pineda, su vecina, le pasó por sobre la muralla un libro, una tarde.
“Te gustará. Lástima el final. Yo no sé qué es eso de que la gente venga a morir al terminar la lectura. Manga de amargados, los escritores. ¿Verdad, Julio?”, dijo.

Al día siguiente, después de volver de la oficina, corrió las cortinas, y se sentó en el lugar de siempre, para leer la novela prestada.
Las palabras, las frases, las sugerencias, el ambiente mal iluminado del bar donde un joven pecoso (era el personaje central) estaba terminando de beber su cerveza, las risas que llegaban desde las mesas donde los hombres intercambiaban bromas, aún los números de las páginas, apuraban la decisión del joven que se largó del bar, salió a la noche, y, silbando alegremente, se dirigió a la boletería.
La vio y quedó deslumbrado. Ella, delgada, hermosa, con su traje celeste, giraba cual trompo sobre la pista de hielo. Y al girar era como si fuera una flor rara que se abría lentamente.
Julio Castel suspiró convencido y cerró definitivamente el libro.
Algunos días después, Juliana observó embobada, mientras hacía la limpieza de la nueva galería de juguetes de su patrón, aquella bailarina (su tutú era celeste) de una cajita musical. Le daba cuerdas y bailaba, girando sobre sus pies. No. No era tanto la música... Era un no sé qué casi humano, quizás triste en su expresión. Su diminuta expresión de pequeña bailarina.

10º Concurso Literario “Cuentos sobre Ruedas”

30 de abril de 2010

Con el fin de fomentar la creación literaria referida al ámbito de los viajes y el transporte en autocar, así como para promover el hábito de la lectura entre los viajeros, ALSA convoca la 10ª edición del concurso de relatos breves “Cuentos Sobre Ruedas”.

Mayor información: http://www.alsa.es/

IX Concurso de Cuentos Valentina Ventura‏

19 de marzo de 2010


Podrán participar en este certamen todos los habitantes de este pequeño planeta con escritos en castellano, originales, inéditos, que no hayan sido premiados anteriormente ni estén pendientes de resolución en cualquier otro premio o concurso ni comprometidos sus derechos de publicación.

El tema podrá ser elegido libremente por el autor.

Mayor información: culturatauste@eresmas.com

Sobre "Filos de Lata" y Mercedes Sáenz

Por: Abraham Méndez Vargas

Filos de lata, de la escritora argentina Mercedes Sáenz, es una colección de cuentos breves y algunos no tan cortos de un decir singular donde la primera frase de los más poéticos cuentos presenta una técnica absolutamente nueva dentro del ámbito de la narrativa latinoamericana, y es que acto seguido se acompaña de la conjunción "y" sin que ello constituya una frase nueva o un periodo, sino a la manera con que un poeta hilvana las estrofas de un poema absoluto; igual cuando la primera frase sigue en punto y seguido; luego, en el segundo o tercer párrafo, por demás de una ternura inusitada, se produce el giro circular con la frase que inicia el cuento y así la narración del hecho que tiene indudable importancia va alargando y alzando vuelo como una cometa según la intensidad del viento y el entusiasmo de la mano que domina el escenario más con la emoción pura de una niña que interroga el mundo con sus ojos inocentes, aunque ya es una mujer muy adulta y razonadora, dueña de un hogar ejemplar con un buen esposo y tres excelentes hijos.
Los cuentos breves y algunos no tan cortos contenidos en Filos de lata nos dan la sensación incontestable de una verdad sentida con dulzura y, a veces, con una fina ironía frente a lo que pudo haber sido lágrimas negras, mientas leemos los breves cuentos de un mundo donde las personas saben perder sus nombres para entrar en escena como símbolo de un pueblo, aunque los nombres de lugares, calles y cosas son auténticos dentro del entorno geográfico en que se desarrollan; es como las ondas maravillosas de un río de oro que pasan bajo el puente de antaño, convirtiendo a Mercedes Sáenz en una de las mejores narradoras latinoamericanas que de estos tiempos he leído, tanto en portales digitales como en libros impresos.