Tal vez tendré un final inesperado, como Nino Bravo, a quien me gusta escuchar con los ojos cerrados, como dormida.
Reconozco que soy feliz y que vengo peleando la buena batalla, verso a verso, endecasílabo a endecasílabo, pues de eso se trata, por cierto, mi afán poético.
Me doy por mujer que no ha venido al mundo a traer rencillas, porque mi destino hace maridaje con los sueños y las ilusiones a los que no debería renunciar nunca el ser humano.
Mis novedades son un botón de flor en la vieja orquídea, un pan que huele a tibieza, una estrella cayendo, y un beso enamorado entre un hombre y una mujer.
Cuando ya no esté estarán en pie los árboles, y aquel pino y aquel cactus de mi patio se estremecerán acaso.
Yo prometo, por mi parte, volver a través de mis poesías.
DELFINA ACOSTA
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