Tu voz, inquebrantable murmullo de montaña
Tu risa, despreocupada ave de paso sin nido
Tus ojos, abismos simétricos o laberintos
Tu cuello, curva ilimitada de carretera
Tu espalda, valle cálido y prometedor
Tu vientre, jardín de flores de canela
Tu ombligo, cantera de vino fresco
Tu cintura, lazo del fuego secreto
Tus piernas, del ser las columnas
Tu pudor, milagro inquietante sin fe
Tu cuerpo, viaje sin retorno ni cifra.
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