Me detuvo una vez.
Me detuvo una segunda vez.
Traté de olvidarla…
…pero la sabiduría de la naturaleza vino a ayudarme. “Creo que me gustarías si te conociera”, me dijo. Esas palabras que brotaron de su boca me embrujaron. Fui a ella. Y ocurrió. La sentí. Una vez. Suficiente. Me desangró hasta la muerte. Me apuñaló con esos pezones, afilados como cuchillos. Puta zorra. La amo. Y me odio por ello.
Traté de odiarla. Pero no pude. La amo. Puta zorra, ella es un ángel, mi ángel, un trueno que viene desde el centro del universo. Soy suyo. Y me odio por ello.
Traté de alcanzarla una segunda vez. Pero ella ya no estaba allí. Su voz sí estaba, sí. Podía escucharla decir: “Te echo de menos y pienso en ti todo el tiempo”, pero ella ya no estaba allí. Era tan solo el eco de un cadáver vacío. El cadáver de nuestra efímera pasión. Nuestro único momento juntos fue tan corto y tan intenso que lo sentí como una aguja hundiéndose en mi corazón. Y aquí estoy. Yazco en la nieve de mi bosque, sin poder morir, con un mechón de su pelo dorado en mi mano. Y ese mechón me habla sobre ella. Y yo no puedo parar de escuchar.
Este relato ha sido escrito por el escritor español Victor C.
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