¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

Utiliza este servicio

Seguidores

MONUMENTOS PERVERSOS.Por: Alexander Jesus Rozo


Los sociólogos clasifican por generaciones. Los yuppies habrían dejado atrás a los hippies. La generación x dejó un libro de culto de Douglas Copland. De la z se esperaría que acabe el mundo con un botón. Los moralistas ven siempre degeneraciones. El arte se ocupa de los arquetipos, de su aurea misteriosa, arbitraria e insondable, de su potencia eterna. La adolescencia es una categoría creada por la psicología, orientada por la educación, custodiada por la ley y rebatida por la biología y el espíritu. Hay adolescentes inmortales, precoces, viejos, inteligentes, estúpidos, dóciles, desafiantes, hermosos, vulgares, creativos y criminales. La mayoría se adapta con el tiempo al dispositivo, son los normales. Otra proporción se acerca al arquetipo y otra mas escapa a todo presupuesto. A casi todos los define el despertar al mundo, un cúmulo de perplejidades, el sentido de clán, los ritos iniciáticos con sus códigos, la creación y aniquilación de héroes, la transición de la supuesta inocencia infantil a la exigida responsabilidad adulta. El tiempo cada vez avanza más rápido, pero son muy pocos los que viven eternamente en rebelión o pueden conservar la belleza de su causa, que no es otra que el repudio a las instituciones, cuya razón de ser no es otra que minimizar su propensión a la crueldad.


La literatura juvenil es un género insulso. Los autores se valen del lugar común y el espejo opaco. Venden bastante con la complicidad de educadores cumplidores y padres ingenuos. Se presume que producirá seres buenos. Los buenos lectores salen a salvo de esa hojarasca de libros babosos que el adolescente lee para obtener una nota y lo convencen de que su edad es una etapa que superará. A la mayoría hoy por hoy la educa en realidad la televisión y los video juegos. A los transgresores les quedan las bibliotecas públicas donde hallan varios modelos, de los cuales Oliver Twist es el más inofensivo. El verdadero arte tiene caminos inciertos y algunas vidas logran escapar de las fábricas de la masificación para encontrar libros reveladores o perversos, en todo caso historias mas atrevidas. En el caso de los adolescentes no es recomendable confundir la realidad con la ficción. Es mejor enviar señales inequívocas y ejemplos convincentes. Cualquier tastabilleo de sus héroes reales es lo que los convierte en seres peligrosos. No un libro ni la televisión.


Yo no recomendaría libros como MILAGRO DE LA ROSA de Genet, aquel ladronzuelo aventajado desde pequeño, a quien una vez en la cárcel y cobijado por una condena inapelable, Sartre salvó de la horca porque escribía muy bien. Aquel libro mostraba con un tono poético brutal el universo propio de esos centros de reclusión para jóvenes delincuentes en Francia. Autobiográfico pero alucinante, ese mundo dejaba ver también el lado más siniestro de adolescentes que infringían la ley sin entrañas. Verdaderos mounstros sin dios ni patria, huérfanos en la mayoría de los casos, a merced de guardias feróces, y que solo contaban con sus pares, entre quienes encontraban por igual sus peores enemigos. El matoneo es apenas un fenómeno reciente en esos centros educativos donde se cree poder contener y mejorar aquella especie. Ha estado siempre latente, pero no por la incidencia de la ficción en la realidad, sino por el mal ejemplo de las instituciones sociales.



EL MARINO QUE PERDIÓ LA GRACIA DE MAR es otro buen ejemplo de lo que devendría en mal ejemplo si los que creen que los libros pueden moldear la mentalidad adolescente tuvieran razón. Es una ficción en la que la perversión de la inteligencia llega a su climax: el mal puro, desnudo y meticuloso da al traste con la leyenda del buen salvaje y el niño prospecto, y los hace ver como un cuento infantil para adultos sin malicia que crecieron viendo los de los hermanos Grimm. Yukio Mishima lleva hasta el límite la potencia aterradora de un grupo de tranquilos adolescentes. A medida que nos convencemos de su metódica frialdad y su cálculo sumiso, la mano del lector tiembla como en el cumplimiento de una hórrida profecía que nos negáramos aceptar. Doris Lessing imagina en alguno de sus libros un apocalipsis gestionado por tribus de jóvenes salvajes que toman el control. Demasiado ingenuo este final. Necesitaría el concurso de una generación. La pesadilla de Mishima es lenta, selectiva y sutil. La de Genet convincente y descarnada. Ambas sin embargo son eventos en los que se descubren monumentos perversos del arquetipo adolescente, como en aquella deslumbrante película alemana que en español se llamó LA CINTA BLANCA.

No hay comentarios: