¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?
Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.
El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.
Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?
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¿De lodo, miel y lágrimas? - Gladys Carmagnola
La escritora y poetisa Gladys Carmagnola nos tiende, a través de su libro ¿De lodo, miel y lágrimas? una de las más genuinas y bellas expresiones del alma enamorada del Hacedor, del Señor.
El texto, finalista en el XXVIII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, en Madrid, 2008, lleva el sello de la editorial Arandurá y se encuentra en circulación en las principales librerías.
La autora nos sumerge, con calidad poética y entrega total de espíritu, en una amorosa y apasionada conversación con Dios.
Y, hablando con Él, “modelador de lodo, miel y lágrimas” podemos escuchar, sí, escuchar su voz que se regodea de emoción, de agradecimiento y de humildad ante presencia tan digna y suprema como llena de gracia.
Hila fino y muy bien los poemas místicos, Gladys Carmagnola, porque todo su afán, su deseo de ascensión a las sagradas alturas, se resumen en un inmenso acto de entrega a aquel dador de amor que ha sabido consolarla en ausencias, abandonos y diásporas.
La Carmagnola se reconoce frágil, débil, de pura hechura humana, y en su fragilidad escribe estos llameantes como iluminados versos: Sé que estás junto a mí para auxiliarme, / tornar mi medianoche en alborada/ donde consigan descansar/ obediencia y orgullo, felicidad y lástima.
El libro es una elevada expresión de plenitud ante la presencia del Amado.
Con palabras sencillas, con pinceladas sensibles, la autora nos va mostrando los distintos momentos de su alma, a los que es difícil no prestar la merecida atención.
Alma perdidamente enamorada del Señor, que no quepa la menor duda, la suya.
Un texto de este sentido y surtido con tan buen contenido, resulta ser un sorbo de agua fresca, una inspiración eficaz, un alto en el camino habitual, una ocasión para la reflexión, y un gran incentivo para los lectores, aquellos que se ven presas, por diversas circunstancias de la existencia, de los infortunios y de las languideces espirituales.
Cuánta demostración de amor y de tolerancia.
Cuánta coherencia (la coherencia, la unidad en un material poético, constituyen una perla única y por demás preciada en este tiempo y en los que vendrán).
Abundantes lecciones de paciencia y de gratitud dan relevancia a la lectura.
Dulce cotidianidad la suya: Tú dejas en mi mesa/ maltrecha y basta/ - más que la asidua provisión de trigo,/ uva y cebada -/ la picante dulzura de la piña, / el jugoso dulzor de la naranja, un canasto de mangos,/ el aroma sin fin de la guayaba.
Gladys Carmagnola de Medina, poetisa por la gracia de Dios, según doña Josefina Plá, escribe sin temor, sin titubeos, en estos términos:
Hoy, llegada la hora
de no ya requerir con ruego y lágrimas
—por saberte conmigo—
me es preciso admitir que a la distancia
todavía recuerdo claramente algunas pocas
de mis deudas impagas.
El recuento ha de ser de viva voz;
en voz muy alta.
Y debo repetir indefinidamente
Gracias. Gracias.
Sabes que creo que el debe y el haber cuentan muy poco
—a veces siento que no dicen nada—
cuando hablamos de cuentas por pagar
compromisos del alma.
¿Algún fogón con leña en nuestra casa?
¿Quizá un lugar donde extendió una manta
eso que aún llamamos
esperanza?
¿O el haber intuido hace ya tiempo
en el perdido valle de la infancia
la forma de Tu rostro, el timbre de Tu voz,
la aproximada magnitud de la distancia
entre la exigua forma de arcilla que tenemos
y la iluminación sin fin de Tus pisadas?
¿O es acaso Tu afán, Tu permanencia
en restañar mis alas
—en restañar entera esta porción de lodo
con un poco de miel, o convertirme en algo
más que lodo, miel y lágrimas—?
Delfina Acosta
19 de Junio de 2011
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