Si la lectura fuera solo eso, muchos se quedarán sin descubrir la sencillez, la ternura y la belleza de este libro que se clasifica como infantil o juvenil, y que pocos leemos cuando supuestamente estaríamos aptos para hacerlo, y que de adultos tampoco, porque supuestamente ya no es para nosotros. Hablo de EL PRINCIPITO, ese libro para todos, ese clásico infaltable, esa aventura humana que nos remite a las preguntas claves, las cosas vitales y al inagotable mundo. Y es por eso que tarde o temprano deberíamos leerlo: para extraviarnos en su aparente simplicidad, su decidida fabulación y su extraño encanto, que nacen del perfume de la inmortalidad platónica expresada de manera contundente en la traducción a cuantos idiomas se imaginen, en su popularidad y en esa frase elocuente, idealista si, pero quizá cierta en una era en que se lee poco y se ve mucho: "lo esencial es invisible a los ojos".
Un día en mi escritorio de profesor, mientras "vigilaba" un grupo de niños, descubrí el libro. No pude evitar el avanzar por cada página por un camino de extrañeza: ¿como era posible que no lo hubiese leido antes? Y si lo había hecho, ¿como lo olvidé?. Ah ya, me dije, debió ser algún profesor tarado el que me lo puso a leer para algún "control de lectura" o sencillamente me tocaron profesores ciegos en el sentido de aquella frase del autor. No, jamás nadie me sugirió, ni me obligó, ni me recordó leerlo. ¿Por qué?
La respuesta estaba en la primera página, en la dedicatoria, en el libro entero. !!Es muy peligroso!! Con razón, por una nota de prensa supe, que la dictadura argentina lo prohibió. Es "subversivo", si por ello entendemos que él órden y la lógica de su fantasía, no se corresponde con el de el autoritarismo, porque es un canto a la libertad. De esa que quizá no es propiamente la de los niños, rebeldes, curiosos, creativos y destructivos a la vez. Es que los "auténticos" niños no entienden el órden de los adultos, no aceptan sus controles, no se rinden a su ceguera, y ven lo que les place ver en su mundo de animismo. La libertad de la que habla el libro es la de la fantasía pura si, pero con el sentido de la responsabilidad. El principito debe volver a su planeta porque tiene una flor para cuidar y es responsable de ella, pero no se priva por lo que le acontece, de vivir la aventura y perseguir la imaginación, mientras lo logra. Por eso EL PRINCIPITO me parece un libro para todas las edades y no como dicen, para los niños nada mas.
Los adultos suelen llevar sus represiones hasta el horror, en nombre de las cosas mas difíciles de creer y aceptar. El principito demanda imaginación para creer que en la caja hay lo que el necesita y quiere. Allí se forja la tensión del libro de Exupéry: en cuestionar la separación radical, la diferencia y el abismo que costruimos entre niños y adultos, entendidos sólo como metáforas de libertad y órden, de curiosidad y tiranía, de imaginación y control. Recuérdese como al protagonista no le ven su elefante entre la boa y él tiene que frustrar su vocación como dibujante. La libertad y la imaginación son las apuestas mas duras. Como difícil se vuelve aceptar que podemos seguir siendo niños para siempre con responsabilidad.
Quizá esa sea la verdadera razón por la que el libro le parecía peligroso a la dictadura argentina.
Tal vez no se note, pero al igual que con LOS VIAJES DE GULLIVER, clasificar ciertos libros en la categoría de juvenil o infantil, lo que consigue como verdadero efecto es que ese público no los lea y de adultos tampoco, porque ya para qué, perdíendose a la larga su sentido poco convencional. Bien decía Borges que no era poco el daño que la pedagogía le hacía a la literatura. Pero por qué preocuparnos tanto si a la larga, en nuestra época, más que nunca, y en sentido literal, "lo esencial es invisible a los ojos". Queda en cada cual escapar de su propia ceguera. Los profesores no tienen la culpa. Qué libro.
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