Podríamos diferenciar dos vertientes en la producción del artista con respecto al artesano: una la que surge con un fin puramente práctico y con deseos estéticos y otra que no siendo práctico se aboceta con un fin estético. De esta forma, en sus realizadores, podemos distinguir claramente las dos acepciones, artista y artesano. La diferencia entre las dos radicaba, en un principio, en el espíritu creativo que es el motor de vida del artista, el cual lucha incansablemente en un sentido inventor y creativo, abandonando lo común o rutinario.
El artesano sigue un canon formativo tradicional que incluso llega a ser reiterativo, pero tanto para uno como para otro es indispensable un espíritu vocacional, pues si no fuese así, ni artesano ni artista podrían ser otra cosa que hacedores y no creadores, pues sin duda alguna, el ser creador o no serlo no depende sólo de la especialidad o disciplina que se practique, sea arte mayor o menor, sino del artista o el artesano mismo que así viva, se sienta o lo sea.
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