
¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?
Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.
El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.
Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?
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¡ GRACIAS!!!!!! Luis Alberto Spinetta ( UN SEÑOR)
El árbol de los amigos Jorge Luis Borges

“Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien. Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se vá, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre… Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejaran nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que Dos Almas no se encuentran por Casualidad.”
TE CARGARE TODAS LAS MAÑANAS HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE
Así se pintó la Mona Lisa española
por Juan Gómez-Jurado
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El miércoles, el mundo del arte se revolucionó: la restauración de la «Mona Lisa» que posee el Museo del Prado desvela que es una copia contemporánea a la original y pudo ser realizada al mismo tiempo por uno de los discípulos de Leonardo da Vinci. El escritor Juan Gómez-Jurado viaja, en este reportaje novelado, a la gestación de la obra en el taller del maestro.
La mujer llegó a la bottega al alba. Los aprendices llevaban horas despiertos, preparando el sillón donde ella había de permanecer sentada durante todo el día. Volvieron a trazar las leves marcas de tiza sobre el gastado suelo. Tendieron finos cordeles entre las paredes y la silla, para asegurarse de que cuando la modelo se sentase su posición fuese exactamente la misma que la última vez que había estado allí, quince días antes. Echaron otro leño a la chimenea del fondo de la estancia, y espiaron divertidos mientras la mujer se sacaba las ropas que traía y se enfundaba en un caro atuendo verde. El vestido nunca abandonaba labottega, para frustración de la vieja matrona que acompañaba a la mujer. Mientras los aprendices atisbaban un tobillo o un hombro desnudos, la anciana intentaba hacer pantalla con su capa.
Los ayudantes aparecieron con los últimos cantos del gallo. Habían tomado sopa de chicharrones y un vaso de vino por todo desayuno. Ellos habían sido aprendices en su día. Se habían ganado el derecho de sostener un pincel durmiendo sobre las losas de piedra de la cocina, cortando cebollas, partiendo leña y fregando los suelos. Habían entrado allí de niños, procedentes de familias pobres, y su único examen había sido trazar un círculo con un trozo de carbón. Sólo aquellos que lograban una perfecta circunferencia eran admitidos. Trabajaban, escuchaban y aprendían. El tiempo y el esfuerzo demostraban quién tenía talento y quién debía marcharse.
Cuando todo estuvo listo, cuando la luz suave de la mañana fue la adecuada, cuando las protestas de la mujer y la matrona se acallaron, el maestro apareció.
Se hizo un breve silencio mientras los ojos de Leonardo recorrían la estancia con detenimiento. Aún tenía legañas en los ojos, y se mesaba la barba con aire distraído mientras renqueaba hacia el caballete en el centro de la estancia. Su peculiar sistema de trabajo le convertía en hombre taciturno y huraño cada vez que despertaba, lo cual ocurría varias veces al día. Leonardo creía que la vida era demasiado corta para dedicarse a una sola tarea. Encerrado en su estudio privado, escribía, esculpía, trazaba planos de edificios o esbozaba detallados proyectos imposibles. Sus dedos huesudos estaban siempre en movimiento, y el carboncillo cubría sus uñas de un luto permanente. A veces hacía cosas extrañas, como el día en que le había arrebatado por la calle un juguete a un niño. Era un aspa que podía volar impulsada por la fricción de una cuerda. Era un objeto sin valor, apenas un par de cobres en cualquier buhonero de los muchos que pregonaban su mercancía por las calles de Florencia. Pero Leonardo se lo llevó a su casa, y pasó horas encerrado, imaginando una máquina voladora. Estas excentricidades y la poca fiabilidad que ofrecía a la hora de concluir sus trabajos hacían que los mayores mecenas del mundo confiasen mucho más en Rafael o en Miguel Ángel, relegando a Leonardo a una incómoda posición como el tercer mayor artista de Italia.
Cinco pasos por detrás de Leonardo
No era de extrañar que de tanto en tanto se quedase sin dinero, y tuviese que aceptar encargos como aquel retrato de la mujer de un nuevo rico como Francesco del Giocondo. Sus ayudantes suspiraban, molestos por perder el tiempo con aquel encargo menor, en lugar de aumentar su experiencia con encargos de mayor envergadura, como el enorme cuadro inacabado de la Virgen, San Juan y el Niño Jesús que reposaba en un rincón, medio cubierto por un paño suave.
—La manga está demasiado alzada —habló el maestro, con su voz rasposa y chirriante. Uno de los aprendices corrigió al punto el error.
Se colocó ante el caballete, y tomó el pincel con la mano izquierda y la paleta con la derecha. Se quedó mirando esta con fijeza, y profundas arrugas se formaron en torno a sus ojos.
—Fernando— llamó.
Cinco pasos detrás de Leonardo, subidos a un largo escalón que permitía ver con claridad por encima del hombro del pintor, los ayudantes estaban junto a sus propios caballetes. Era parte de su privilegio y de su aprendizaje el copiar al maestro mientras este trabajaba. La fama de un cuadro era tanto mayor cuantas más copias de este se hacían, y estas eran muy apreciadas. Pero las reproducciones solían reservarse para las grandes obras, no para encargos menores como aquel, a no ser que los mecenas así lo requiriesen. Era el propio Leonardo el que había ordenado ese proceder, y las palabras del maestro no se discutían.
El español bajó del escalón y se acercó rápido a Leonardo, ignorando las miradas de envidia de sus compañeros. A diferencia de ellos no había hecho su aprendizaje en aquella bottega, sino en varios talleres de otros pintores. Había pasado tiempo con el propio Rafael antes de acudir a Leonardo, quien le había aceptado a regañadientes. Algo debió ver el viejo Leonardo en el joven delgado y cetrino, al que concedía un trato de favor según soplasen los caprichosos vientos de su temperamento.
—¿Qué sucede, maestro?
Leonardo no contestó, solo señaló con el extremo mordisqueado del pincel a su paleta. El español vio enseguida el problema. Una de las masas de pintura aparecía demasiado líquida.
Fernando corrió hacia el banco de trabajo del extremo opuesto. Aquella tarea hubiese correspondido a un aprendiz de no tratarse del color que se trataba. El ultramarino era el tono más apreciado de la época, no sólo por la hermosura de su tono sino por su coste prohibitivo.
Sobre el banco, el ayudante mezcló con precisión y habilidad el maloliente sulfuro, el pórfido y el aceite. Después abrió una alacena cerrada con llave y extrajo un saquito de cuero. Tomó una pequeña piedra de su interior, y se permitió un breve momento de admiración. Aquel pedacito de roca había viajado desde el reino de Tamerlán, en el confín septentrional de Persia, hasta la bottegapasando por Egipto y Roma. Su valor era el equivalente a lo que diez jornaleros podrían ganar a lo largo de toda una vida.
La joven Lisa sonreía levemente
Con ayuda de una lanceta raspó la superficie de la piedra. El polvillo resultante tiñó al instante la mixtura. La removió en el mortero hasta obtener una pasta uniforme, y reemplazó la pintura defectuosa en la paleta del maestro. Este la miró con fijeza, la olisqueó y finalmente le recompensó con un asentimiento y un leve gesto de aprobación.
Mientras Fernando regresaba a su puesto, el rasgueo de un laúd subrayó su sensación de triunfo. Acababa de llegar el músico que entretenía a la modelo durante las largas horas de posado. La joven Lisa sonreía levemente, mientras la matrona roncaba en un rincón, arrullada por el instrumento.
El español volvió la atención a su caballete. La pequeña tabla de madera de álamo que había frente a él reproducía con exactitud los trazos que el maestro iba creando sobre el original. El paisaje ficticio e irreal del fondo, que tanto había dado que hablar a los ayudantes. La estudiada geometría euclidiana de la figura humana, que Leonardo había calculado en una precisa fórmula matemática, cuyos garabatos aún colgaban de la pared junto a la lista de turnos de limpieza del taller. Y aquella extraña levedad de las manos. Ni siquiera guardaba un gran parecido con el original. La mujer que iba cobrando forma en la tela no era el ser humano sudoroso e inquieto que posaba a duras penas en la silla. Era un ser vaporoso que existía sólo en la cabeza del pintor.
Fernando lamentó los años que aún quedaban para concluir la obra, al errático paso de Leonardo. Aquel era el humilde cuadro de una burguesa. Ni una sola joya, ni un cojín. Tan solo en el brocado del escote se apreciaba que aquella era una mujer adinerada. No era nada comparable a pintar un fresco de una iglesia, una Virgen o un papa. Tan sólo sería un paso más de su aprendizaje, que concluiría pronto. Podría buscar mecenas para crear sus propias obras, bellas pinturas de las que la gente hablase, que permaneciesen en la memoria y le sobreviviesen tras su muerte.
Meneando la cabeza, el español se preguntó quién recordaría el retrato de la Gioconda. Desde luego, nadie en su sano juicio, concluyó encogiéndose de hombros. Y siguió pintando.
Juan Gómez-Jurado
ABC
Premio de Poesía Dionisia García
30 de marzo de 2012
Mayor información:
El poeta se indigna ante toda injusticia
En esta entrevista, los lectores podrán saber aún más cómo y por qué España empieza a desangrarse y la poesía se indigna. Tiene la palabra Alfredo Pérez Alencart, poeta y ensayista hispano-peruano. Desde 1987, es profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca. En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía. Desde 1998, es coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos.
por Delfina Acosta
ABC Digital
Asunción del Paraguay
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¿La poesía también se indigna ante el drama económico que vive España?
La poesía es vida y sus oficiantes la empuñan con inclaudicable fuerza, sea en España o Etiopía. Al margen de tópicos romanticoides, desearía precisar que el poeta no mira la luna más que cualquier otro mortal ni tampoco espera la salida del cucú oculto en las entrañas de un reloj que no funciona. Conviene decir que no todo el que escribe versos logra, al final, destilar Poesía. No es fácil lograr que esas palabras arrejuntadas obtengan el voltaje necesario para darles eternidad en la memoria de aquellos a los que logró conmover. Sépase que el poeta no es alguien panfletario: es un “cirujano” que detecta más rápido, por ejemplo, lo hermoso o cancerígeno de una sociedad solidaria o próxima a la metástasis. De ahí surgen vibrantes poemas telúricos, eróticos y sociales. Entonces, solo por necesidad, hace loanza o clama, dando voz a quienes no tienen posibilidad de exponer su drama o su porción de felicidad.
Claro que el poeta español se indigna ante toda injusticia o beligerancia unilateral, algo que demostró cuando la guerra de Irak, por señalar un caso. También se consterna ante la devastación que en Japón causó el maremoto del pasado año. Lo ha demostrado tanto en verso como en prosa. Pero es cierto que la aparente bonanza económica, gozada las dos décadas pasadas, hizo que buena parte de esa inmensa minoría poética se decantara hacia una poesía existencial marcada por melopeas del yo y por un coloquialismo intrascendente. Había como un desdén hacia todo texto que abordara la cruda realidad de algunos desfavorecidos, como era el caso de los inmigrantes llegados por tierra, cielo y pateras. Hoy muchos españoles están saliendo o se plantean traspasar fronteras.
De este tiempo crítico estoy convencido que surgirán algunas voces nuevas que sigan la estela que otrora dejaron León Felipe o Gabriel Celaya. Habrá brotes de poesía cívica de alta calidad, como la de mi amigo Jacobo Rauskin en suelo paraguayo.
Los poetas son marcadamente sensibles. ¿Cómo sientes tú, íntimamente, la situación que acorrala al pueblo, a los desfavorecidos?
La tormenta que descarga su granizo sobre España y sus gentes me lacera hasta llagarme el corazón. El contómetro existencial indica que radico en Salamanca más años que los vividos en mi Perú primero, aunque ya antes España estaba en mi sangre, pues por vía paterna, el abuelo procedía de Asturias, mientras que mi abuela tenía linaje gallego. Y si antes me dolía la España de extramares, hoy me duele esta España que de pronto perdió sus poses de nueva rica y ve cómo cerca de cinco millones y medio de ciudadanos están en el desempleo, sufriendo efectos negativos como el embargo y remate de la vivienda adquirida con préstamos hipotecarios o estrecheces por no llegar a fin de mes.
Sin ser clarividente ni adoptar lenguaje de pitoniso, en 2006 escribí un poemario titulado Hombres trabajando publicado a principios de 2007 por el sindicato UGT. Entonces muy pocos comentaron el libro porque, supongo, lo creyeron desfasado, filosocialista y demás sandeces. Era una llamada de atención de un poeta que, además, oficia de profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Salamanca. No me cuadraban las cuentas entre los salarios que se ganaban y los precios estratosféricos de las viviendas. Algo no encajaba en ese tren de consumo desaforado, automóviles de última generación, vacaciones y viajes por doquier. Así, en los primeros versos del poema inicial, “Hermano, amigo que trabajas” ya se encuentra la advertencia: “Yendo a lo nuestro,/ acercándonos a la lumbre/ que al crepúsculo/ nos alumbra el rostro, te diré/ que debes aprender a recibir los días/ con todas sus esquirlas,/ a que pueden volver/ veranos oscuros, languideces,/ grilletes”. En casi todos los sectores de la población había excesiva confianza en la bonanza eterna y se solicitaban préstamos que se dilataban hasta treinta y cinco años. Los bancos otorgaban créditos sin mayores garantías y cada quien se preocupaba de lo suyo, optando por desviar la mirada ante ciertos casos de miseria o ante innumerables casos de corrupción. Cada pueblo o ciudad pequeña quería magnas infraestructuras; cada provincia su aeropuerto y que el tren de alta velocidad pasara por la puerta de su casa.
Los pocos que escribíamos artículos denunciando este derroche no pocas veces recibimos reproches o insultos. Ahora todos.
ESQUELA DE DEFUNCIÓN DE LA SANIDAD
¿Saldrá a flote España? ¿Percibes un panorama económico alentador?
España saldrá a flote cuando ponga a buen recaudo a sus truhanes, llámense banqueros que se jubilan con 60 millones de euros o políticos lacayos que piden sacrificios salariales o despidos gratuitos; llámense yernos del Rey o ladronzotes de cuello blanco saqueando las arcas públicas; llámense también tantos gobiernos de comunidades autónomas que se han sobreendeudado alegremente: las autonomías han motivado, por lo general, una duplicación del gasto que hacía el Estado.
Ya está bien que otra vez paguen los justos por los pecadores. Espero que las inclemencias de esta crisis, el hartazgo ante las sumisiones del poder político a la injerencia del poder financiero provoquen una catarsis que traiga la Ética que nunca pasa de moda.
También es necesario que se vuelva a entrañar en el imaginario colectivo la cultura del esfuerzo y de saber que el dinero no es un maná que cae del cielo, que hay que hacer sacrificios y dedicar tiempo a labrarse un futuro mejor.
España saldrá a flote cuando los políticos dejen de decir muchas hermosas mentiras y cuando volvamos a la prudencia, bien lejos del despilfarro de hace poco.
El panorama económico no es alentador, pues los nuevos políticos gobernantes creen que solo los recortes solucionarán el problema del déficit público. El consumo se ha frenado en seco, los bancos tienen activos que no valen lo que figuran en sus balances, como es el caso de los préstamos de dudoso cobro. Necesitan una inyección de dinero de más de cien mil millones de euros.
No tengo demasiado optimismo, más sabiendo que la economía mundial está al borde la recesión y de que el actual ministro de Economía fue el responsable para Europa del banco Lehman Brothers, el mismo que quebró, pero tras mucho falsear sus cuentas con tal de seguir aparentando una solvencia que no tenía, aprovechando la desregulación de los mercados financieros.
El neoliberalismo ultramontano quiere acabar para siempre con los derechos sociales. Ahora impone sus propios gobiernos, como en Grecia o Italia, sin pasar por las urnas. Y está preparando la esquela de defunción de la sanidad o la educación pública de calidad. Creo que el modelo de Islandia prenderá más pronto que tarde, pues por referéndum ciudadano se negó a rescatar a la banca privada, nacionalizando los bancos y procesando judicialmente a sus directivos y a políticos que dolosamente permitieron esta comisión de delitos financieros. Islandia ha terminado el año con un crecimiento económico que supera de largo a la Unión Europea, el mismo que se prevé del 2,7 % para 2013, entre otros motivos por que está generando empleo.
En América Latina se escucha el latir profundo de España. El ejemplo de este diario paraguayo cruza fronteras de una hermandad inabarcable.
29 de Enero de 2012
Israel es cine: nueva nominación al Óscar
Una vez más, un film israelí se posiciona entre lo más destacado de la producción cinematográfica internacional. Recientemente, Footnote (hebreo: הערת שוליים, "Nota al pie"), del galardonado director y guionista Joseph Cedar (1968), fue confirmada entre las candidatas al premio Óscar a mejor película extranjera. En 2007, luego de 24 años sin nominaciones para el cine israelí, otro trabajo de Cedar fue candidato a la estatuilla: Beaufort, que narra las peripecias de la retirada israelí del Líbano. Footnote recibió seis premios Ophir (máximo galardón de la Academia Israelí), así como la distinción del Festival de Cannes 2011 a mejor guión.
Cedar nació en Nueva York y tempranamente inmigró a Israel junto a su familia. Su padre, Haim, ganó el Premio Israel y el Premio Wolf por sus investigaciones en bioquímica. Su madre, Tzippi, es terapeuta especializada en psicodrama. Joseph atravesó la secundaria en un centro de estudios ortodoxo de Israel, antes de obtener su título en filosofía e historia del teatro por la Universidad Hebrea de Jerusalén, que completó con estudios de cine en la Universidad de Nueva York.
Footnote, promocionada por Sony Pictures, centra su trama en la tensión que se genera entre un padre y un hijo eruditos en estudios talmúdicos y filología hebrea. En busca constante de reconocimiento académico, ambos deberán ceder en sus ambiciones, si pretenden conservar un vínculo familiar saludable.
No se pierda el tráiler de la película,
especialmente subtitulado al castellano para la ocasión.
Enviado por Raúl Reuben Vaich