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Noviembre es el mes correcto. Jueves a la mañana el momento ideal. Me ha costado el olvido de mi familia y amistades, pero no es tiempo de reparar en nimiedades que corrompan este momento por el cual he fatigado más almanaques que años han sido plasmados en tortas de cumpleaños,
Cuando el sol sorprenda la ventana de mi escritorio, la maquinaria que tanto me costó construir finalmente entrará en práctica y los kilómetros de papel, litros de tinta invertidos en este proyecto, dejarán sin palabras ni aliento las vacías teorías científicas.
Los engranajes de alerce tendrán la capacidad de capturar el aliento en una red de barba de pino. Dentro de este aliento separaré las palabras secretas que descifran la latitud y longitud que ubica el ciego sitio geográfico donde reside el Alma. De estas palabras, que son tres: Una articula el idioma de los Dioses. La segunda, guarda la llave que quita al tiempo su asidua tarea y lo deja sin a
utoridad por un breve periodo. Por ultimo, la tercera palabra, es el conocimiento único y vasto de la vida.
Con estas tres palabras me debo concentrar en una vasija de roca, molerlas con un mortero hasta que se manifieste un aceite espeso, amargo, más lejano que la miel de los egipcios.
Beberé dicho brebaje intentando despejar la mente hasta el absoluto nada. Una vez lograda esa ausencia soñaré una pampa blanca, una pluma antigua y la tinta de los antiguos. En esa blanca extensión escribiré los códigos que destraban el candado de la puerta de ingreso que establece las fronteras entre las almas que, en realidad y desde el génesis, fueron una.
En algunas horas despertaré de la sombra de las sombras de un sueño de alquimia y símbolos. Si el brebaje honra la promesa de los dioses, las palabras de algún lector que tropiece con estos trazos escribirá que ya su alma es un peregrino en busca del brebaje.
Las Almas, un Alma
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Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar
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