¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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Bienal de Literatura Miguel Ramón Utrera 2011

Miguel Ramón Utrera

Menciones Poesía y Narrativa (Venezuela)

15 de agosto de 2011

Con el propósito de promover los valores literarios del país, la secretaría del Poder Popular para la Cultura del Estado Aragua, a través de su Coordinación de la Oralidad y el Pensamiento Escrito, promueve y auspicia la
Bienal de Literatura Miguel Ramón Utrera en los géneros de Poesía y Narrativa.

Mayor información:
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E-mail: secretariasectorialdelpoderpopulardearagua@hotmail.com

"DESTELLOS" XIV


FRIO. De: Pol Bolea

Frío de baldosa fría.
frío de indiferencia.
De cobardía. La mía.
De soledad.
Frío de bufanda gastada.
Frío de tristeza.
Frío en la calle.
Compartir el frío.
Llorar el frío.
Frío de panza vacía.
Frío de destierro desolado.
Frío tan frío.
Frío que nockea.
Que deforma la cara de frío.
Frío degradante. Frío sin estrellas.
Estrellado de frío.
Frío de bebé que estrena frío.
Frío permitido por decreto.
Frío obseno.
Inhumano frío.
Frío en los huesos.
En las almas.
En los sueños.
Pesadillas de frío.
Frío que no se puede calentar.
Frío.
Frío.
Frío.

Chau... bohemio - por Boris Gold


CHAU… BOHEMIO

Un viejo bohemio
Que cruza la calle,
Se va a su morada
Cual un caracol,
A guardar en ella
Recuerdos y penas,
Borracho de sueños
Huérfano… de amor.

Vive a contramano
Se le fue su tiempo,
Lo agarró el progreso
Con su realidad,
No valen nostalgias
Ni glorias pasadas,
El presente manda
Esa…es la verdad.

Ya no está el Moroco
Ni el brilloso smoking,
Donde esa belleza
Su cara apoyó,
Creyó que el jolgorio
Sería por siempre,
Sus ojos se nublan
Apostó…y perdió.

Todo está en pasado
Vacío de nada,
No hay más té con masas
En el Petit Café,
Ni esa damisela
De pestañas arqueadas,
Su pinta de antaño
También se le fue.

La muerte rastrera
Va pidiendo pista,
Y él que siempre tuvo
Gente en derredor,
Ausente de todo
Se siente tan solo,
Su fama fue barullo
Hoy solo…es rumor.

Las noticias vuelan
El tiempo no es nada,
El canillita vocea
La muerte de un señor,
Tirado en la calle
Si parece dormido,
El viento travieso
Le arrima…una flor.

Boris Gold

El humor en la literatura - por Delfina Acosta

El humor gris, desteñido, con rasgos melancólicos, está presente en el libro La tregua.

Pero echemos una mirada a los solitarios.

¿No se plantean acaso ellos, en medio de su soledad, de los hábitos de vida tan apagados, tan dados al seguimiento de días paralizados, sin movilidad emocional, la posibilidad de un amor que traiga una suerte de liberación, de fuga?

Martín Santomé, el protagonista de la máxima obra de Mario Benedetti, empieza a escribir un diario, un poco para conversar consigo mismo, y hacer un diagnóstico, de su realidad.

Textuales palabras: Solo me faltan seis meses y veintiocho días para estar en condiciones de jubilarme.

Arranca con la cuenta regresiva, sin el ánimo acomodado de quienes hallan en la jubilación la llegada a la meta, la culminación exitosa de un proceso laboral. Y es que nuestro protagonista no encuentra dentro de su entorno familiar (tres hijos solteros), demasiadas chances, ni mucho menos, para ir sorteando esa soledad pesada, saturante, que se le incrusta en el pecho.

Sin contar con elementos afectivos familiares que puedan servirle de apoyo, ve en el futuro retiro de sus actividades laborales, una “salida” inevitable hacia el ocio.

Esta es la condición humana de muchos seres que se torna intolerable con el correr del tiempo si no encuentran una motivación válida para dar un norte, un sendero a su existencia. Con maestría, pero también con una cuota fuerte de pesimismo, Mario Benedetti nos presenta una situación humana concreta, invadida por la carencia afectiva y la falta de estímulos. El escritor uruguayo hurga en la sicología de un hombre que tiene una casa, pero no un hogar, pues el trato familiar está viciado por la incomunicación que levanta enormes paredes de indiferencia. Minuciosa, detalladamente, es contada la existencia de un individuo de la clase media, acorralado por un sentimiento de despojo, de abandono, de inercia casi.

Escribe en su diario: Esta tarde, cuando llegué del Centro, Jaime y Esteban estaban gritando en la cocina. Alcancé a oír que Esteban decía algo sobre “los podridos de tus amigos”. En cuanto sintieron mis pasos, se callaron y trataron de hablar con naturalidad. Pero Jaime tenía los labios apretados y a Esteban le brillaban los ojos. “¿Qué pasa?”, pregunté. Jaime se encogió de hombros, y el otro dijo: “Nada que te importe”. Eso es mi hijo, ese rostro duro, que nada ni nadie ablandará jamás.

La rutina se instala en Martín Santomé como un animal muerto. Él y su gris rutina. Él y sus dudas. Él y la incomunicación. He ahí el tema. He ahí la pintura del paisaje descolorido de un ser humano devorado por un entorno indiferente.

El sentimiento derrotista, las tempestades anímicas toman formas de obsesión en el protagonista.

La novela ha de tener un giro beneficioso, sin embargo, cuando el amor se presenta. La tregua entre el cansancio y la desesperanza viene en la persona de una compañera de oficina, quien de alguna manera trae firmeza y una visión más confortable de las circunstancias y de los seres a su mundo.

Mas aquella tregua, como su nombre bien lo dice, es solo eso. Porque ella, Avellaneda, su libertadora, fallece después de un tiempo de haber iluminado su destino, y su universo entra en estado de fracaso, de demolición. Demasiada tristeza. Demasiada.

UN LIBRO EXCEPCIONAL

El humor en Don Quijote es la sal de la literatura.

Pocas han de ser, supongo yo, las personas que se resistan a reír de las muchas aventuras con aristas tan sorprendentes como disparatadas en las que se embarca el caballero a quien todo le ocurre, muy a propósito de su mente nublada por la locura.

El clima del libro es más que propenso para evacuar la melancolía, algunos disgustos que puede traer el día, y aquellos estados anímicos contrarios a la alegría.

Hay muchos escritores y lectores que le encuentran matices distintos a El Quijote, en su segunda lectura. Y en su tercera. Y así, sucesivamente. Es que las percepciones y los tiempos íntimos de quienes lo leen varían. Al menos, eso pienso yo. Haciendo cuentas, lo que da un valor inmortal a este libro es su jugoso optimismo, su picardía, sus reideras y tan celebradas situaciones que son una óptima y muy cara compañía.
Delfina Acosta
5 de Junio de 2011

LLORO de: Pedro Lapido Estrán



Lloro, y ni siquiera sé, cómo es que lloro,
¿llora mi espíritu, mi corazón, mi alma?
¿Lloro por que Dios me llevó un hijo que yo amaba?
¿O porque me dejó uno al que yo amo,


¿Porque dejé a las mujeres que me amaron,
o porque me dejaron las que yo amé?
Si se me critica por amar,
¿estoy perdido yo, o esta perdido el mundo?


¿Lloro porque nadie me acompaña a llorar?
¿O porque nadie ríe conmigo?
¿Por sentirme poeta, o por sentirme estúpido?
¿Por estar solo, o porque me dejan solo?


Si ya no tengo amigos, ni tengo amor,
¿Quién llorará por mí cuando me vaya?
¿Definitivamente moriré? ¿Se salvará el poeta?
Tal vez sea la respuesta justa para aquellos,
que me preguntan porque escribo:


Para sobrevivir sobre el amor y sobre el odio,
sobre el llanto y la risa,
sobre el placer y el dolor de haber vivido.


Y entonces... ¿por qué lloro?
Tal vez para regar la esperanza y lavar el olvido.


PLE