Los primeros que llegaron fueron ediciones rústicas de clásicos populares. Se los compré a un vigilante que cuidó su abandono. No es relevante enumerarlos, ni el nombre de aquel hombre. Ni él ni yo sabíamos que me confiaba un vicio incurable que primero fue ocio intermitente, hábito estudiantil, disciplina tenaz y tanque de oxígeno. Leer fue la tabla del náufrago, la tentativa de un perplejo, el telar de Penélope, la despensa de Don QUijote, la guía detallada de Dante, el puñal del asesino. Leer fué la esperanza contra el tiempo, la aventura de un solitario, el placer del onanísta, la intención de poder entender este infierno con las ruinas del cielo, de aprehender así fuera como agua entre las manos, un poco de su belleza. En la universidad me cautivaban y me cansaron los que trataban de explicar el mundo y la vida. Abstracciones. Era la vida misma lo que mi furor reclamaba. Y descubrí la literatura. Desde entónces prevalece el arte, sin exclusión de la ciencia, la crítica, la divulgación, el pensamiento, los raros, la vana historia y la inagotable poesía.
Los libros son capaces de todo, lo supo Borges. Albergan en si tanto la candidez proverbial como las revelaciones definitivas. Son la potencia de la memoria o la irrupción del olvido. Nos transfiguran en cada visita, disipan la cárcel del yo. Los hombres que los veneran o los temen son sus instrumentos. No los que los viven, que son pasajeros de sus viajes, testigos de sus hechos, cómplices de sus delirios o demiurgos de sus personajes. Es el lector el que los anima. Los libros son la otra vida esperando, su poder es el de cumplirla. Si me fuera dado describir su geografía a un ciego en una palabra, le diría que es libertad, prima hermana de la fantasía. Se que un dia mis libros me sobrevivirán, que solo he sido su almacenista, que he cometido gula, pero que la lucha contra el polvo y la humedad no ha sido en vano y encontrarán lector. No me desalienta pensar que mientras viva, conseguiré mas. Me ocurre como Erasmo cuando voy a la calle: cuando tengo dinero compro libros, si me sobra, compro comida, porque no solo de pan vive el hombre.
Alex
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