
¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?
Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.
El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.
Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?
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Maria Kodama en la Feria del Libro Alta Gracia 2008
Hablando de Borges con María Kodama
Todo 1999, año del centenario del nacimiento de Jorge Luis Borges, está dedicado a su obra. Pero específicamente este mes de agosto, y su epicentro el día 24, son la evidencia, la expresión y la justificación de esta borgesmanía aquí, en su patria chica, la Argentina, y en su patria grande, el resto del mundo. Este acontecimiento intelectual, que engloba reediciones de sus obras, conferencias, seminarios, documentales y películas alusivas, incluye además, por ejemplo, un homenaje en la Biblioteca Nacional de Francia,
disertaciones especiales en la Universidad de Manila, cursos en Oslo, simposios en Guatemala, exposiciones en Nueva York y mesas redondas en Varsovia y Praga. En Buenos Aires la propuesta es sumamente amplia, desde un concurso internacional de poesía y cuento denominado especialmente Jorge Luis Borges, realizado por la Secretaría de Cultura de la Nación, cine, video y televisión, publicaciones conmemorativas y siempre nuevas biografías con detalles "desconocidos", espectáculos musicales en el teatro Colón y en el Centro Cultural General San Martín, clases especiales en las escuelas. Además, el 18 podrá verse en el Museo Nacional de Bellas Artes la exposición itinerante de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, que iniciara su recorrido mundial en Venecia, en marzo pasado. Sumándose a este festejo del cumpleaños número 100 de Borges, miBorges.com dialogó con su viuda, María Kodama, recién llegada de presentar en Europa esa exposición alusiva.
El encuentro parecía que iría a realizarse en un lugar inexistente, casi idílico. Se trataba de una pequeña librería -Opera Prima- que en su parte posterior presenta un apacible piano-bar y restaurant y, en frente, el sol desparramado en estallido invernal sobre el verde de la plaza Vicente López, en Buenos Aires. Sin embargo las condiciones para el diálogo estaban dadas así realmente y eran perfectas. Allí estaba esta señora de mirada lánguida, sin maquillaje alguno, que mira a su interlocutora directa y permanentemente a los ojos, con anillos de plata en todos sus dedos incluidos los pulgares. Para quienes no la conocen demasiado, he aquí una breve biografía: escritora argentina, compañera durante muchos años y segunda esposa de Borges, a quien conoció siendo estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras. Publicó en colaboración con él Breve antología anglosajona (1978), Atlas (1984), testimonio de viajes realizados en conjunto alrededor del mundo, y una traducción del primer libro de la Edda Menor de Snorri Sturlson, además de colaborar con él en la dirección de su colección Biblioteca Personal. Fue gran sostén de la actividad literaria y personal de Borges, quien le ha dedicado gran cantidad de textos y prólogos. Esta es una síntesis de esa charla.
-María, hay preparada una verdadera maratón de homenajes a Borges...
-Sí, es impresionante. Además, la Fundación ha preparado esta exposición que se realizarà desde el 18 de agosto al 8 de septiembre, que hemos elaborado especialmente para la fecha y por la que estamos agradecidos a la Secretaría de Cultura, a la Presidencia, al Fondo Nacional de las Artes y a la Cancillería por sus aportes. Además importantes escritores recordarán la figura de Borges, entre ellos, Héctor Bianciotti y José Saramago.Se suman al programa los profesores que están realizando la obra completa con variantes de texto y aparato crítico, para especialistas y estudiosos del tema; va a haber una gran actividad.
-¿Una nueva obra completa?
-Sí, se toma el texto que Borges consideró entre comillas definitivo y las variantes que el escritor ha realizado antes. Han salido cosas interesantes sobre todo en los poemas, que decididamente pasan a ser otros, una palabra cambia un mundo. Para estudiantes y profesores será sumamente útil porque servirá para profundizar su estudio, abordando la obra desde otra visión, y para un escritor es fascinante porque es una lección de estilo, es mostrar cómo ha ido tallando ese brillante que es la obra completa.
¿Cuál es la obra, el libro que más te gusta de Borges?
-Tengo muchos poemas y cuentos predilectos. Algún día voy a hacer la antología de mis textos preferidos.
-¿Te sentiste desplazada en tu obra como escritora al dedicarle todo tu tiempo, toda tu vida a Borges?
-No, para nada, ahora que termine este centenario, empezaré a publicar mis cosas. No soy ansiosa, no tengo prisa, sé esperar mi momento.
-Pero fuiste sus ojos...
-Me divertí muchísimo con él, nunca lo consideré como ciego o sentí distancia existencial por haber sido él una persona infinitamente mayor que yo. Lo conocí cuando yo era muy jovencita y para mí era un compañero de juego, de diversión, era mi compinche de juegos intelectuales, además porque tampoco él lo consideraba de otra manera.
-Hoy, a tantos años de su muerte y con todo el bagaje de ser la encargada de la difusión de la obra, ¿sentís ese papel del destino que te tocó?
-Pienso que es como un regalo de los dioses, lo vivo como una cosa realmente maravillosa, y agradezco -si existe un Dios o dioses- el don que me fue dado, que es único.
-¿Qué pensás de esta borgesmanía?, Borges se volvió moda...
-Sí, es moda, es verdad, acentuada lógicamente por el centenario y todo el movimiento que el hecho produce. Pero más allá de ello, es todo positivo. Porque se da la posibilidad de la reimpresión de sus obras, de nuevas ediciones en otros idiomas, de todo esto que hace que nuevas generaciones, las del próximo siglo, se acerquen de algún modo a esta obra. Desde ese punto de vista la manía es positiva.
-¿Quedaron escritos inéditos de Borges?
-Sí, algunos prólogos y un guión que escribió para Venecia, una de las ciudades laberinto preferidas por él.
-Se dice que en la literatura argentina Borges es un hito, hay un antes y un después de él...
-Eso mismo también me lo hicieron saber escritores y críticos en España, sienten que su literatura quedó completamente transformada a partir de la influencia de Borges. Es fascinante porque teniendo en cuenta la metáfora del siglo pasado con relación a la Madre Patria, las dos grandes revoluciones de la lengua les llegan sin embargo desde América; una, el modernismo con Rubén Darío, y la segunda, toda esta renovación revolucionaria desde la prosa y los poemas de Borges.
-Incluso ese tironeo de parte de ingleses, franceses o suizos por considerarlo que fue escritor de tal o cual país...
-Ese es un juego intelectual magnífico, pero hablando seriamente, Borges es un escritor esencial y eminentemente argentino, con todo lo que ello significa ese bagaje. Y esa es la maravilla, el haberse dado cuenta a tiempo de qué forma debía torcer el timón para que su país sobresaliera en literatura, aunque sin proponérselo de una manera obsesiva, o entre comillas nacionalista, que él no lo era, porque detestaba todo ese rumbo de algunos países o personas. Creo que es lo que hace que él sea tan argentino, el destino de ser argentino. Borges amaba a su país, tuvo muchas oportunidades de irse, pero consideraba que tenía que escribir su obra aquí.
-¿Sentís su presencia?
-Sí, siempre. Racionalmente sé que él ha partido, pero interiormente está siempre conmigo, es una cosa muy linda, muy dulce. Siento su protección y complicidad permanentemente.
El sentido de lo épico
en la obra de Borges
El diálogo fue derivando al tema del culto, la exaltación del coraje en la obra borgeana.
"El amaba la épica, pero no era militarista ni amaba la guerra. De la guerra exaltaba esa visión romántica de las sagas, de la literatura épica, es decir, la historia del combate singular, del más valiente, del que lucha por la causa noble, que generalmente es el derrotado. Esa temática era lo que a él lo conmovía y esos códigos de honor que existían en otra época o que no existían pero que la literatura hizo que existieran, y que para él eran la esencia de lo que es o debería ser un ser humano, es decir, el respeto, el respeto por el otro, por el enemigo. Recuerdo justamente un hecho muy emotivo ocurrido cuando le dieron el doctorado en la Universidad de Oxford en Inglaterra.
Nos llevaron a visitar un wall memorial de los estudiantes famosos de esa casa de estudios. Ibamos recorriendo junto a la gente de la universidad ese pabellón y yo le iba leyendo los nombres que estaban en la pared. Llegamos al sitial de los caídos en la Segunda Guerra Mundial, en determinado momento comienzan a aparecer nombres de origen alemán. La inscripción de esa placa decía, a fulano, fulano y fulano, estudiantes de esta universidad que murieron defendiendo a su patria, Alemania. Borges se emocionó y lloró, lloró porque para él la épica era eso, no el rencor y el odio al enemigo, sino el reconocer el valor de esos jóvenes que cayeron por su patria de nacimiento, su fatherland, y porque su patria intelectual, Inglaterra, les rendía también su homenaje. Había hallado un hecho tangible de aquello que siempre buscó expresar en su obra, lo humanamente hermoso".
Un poco también es lo que sucede con su saga de compadritos...
-Por supuesto, todos esos héroes que creó para la Fundación mítica de Buenos Aires, esos compadritos no son seres viles, son seres que mantienen una ética, un código de honor y que luchan por el valor y por otra historia. Pero ninguno de ellos, cuando uno los ve, es un ser vil o deleznable, respetan su código a ultranza, ése es su mundo épico, el mismo que inspiró el poema Juan López y John Ward, referido a la Guerra de las Malvinas que forma parte de Los Conjurados. De alguna manera ese poema cierra, corona esa idea de épica entre sus dos patrias intelectuales.
El poema Juan López y John Ward
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provistro de lealtades,
de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Jorge Luis Borges
Fuente:http://www.miborges.com.ar/reportajes/mariakodama.htm
El Poeta ciego y la niña de sus ojos
María Kodama, 30 años menor que Borges, lo acompañó en sus viajes para ejercer el enorme privilegio de ser sus ojos. Con una cámara al hombro y la capacidad de traducir el mundo para él, se convirtió en su musa, en la niña de sus ojos. Así, encontramos toda una serie de Haikus en el libro “La Cifra” dedicados a ella, “¿es o no es el sueño que olvidé antes del alba?”. Un atlas para ellos, dice María Kodama, era “un pretexto para entretejer en la urdimbre del tiempo nuestros sueños hechos del alma del mundo”, un lugar para el amor en su acepción más verdadera. No obstante, este amor se ha visto manoseado y ninguneado después de la muerte de Borges; pleitos y reclamos por derechos de autor han conseguido enemistar a muchos intelectuales con la viuda Kodama.
El Atlas de Borges
Es por tanto, el Atlas de Borges, un recorrido de recorridos de recorridos y, como señala Hermán Lombardi, ministro de cultura de la ciudad de Buenos Aires, “al recorrer los mismos lugares generará otra trama, similar pero diferente.”
Son 130 fotografías tomadas por María Kodama acompañadas de epígrafes, haikus y pequeños textos de Borges que, siendo ya ciego, decidió recorrer el mundo para verlo con sus cuatro sentidos restantes
Borges y María Kodama
Con la visión cada vez más escasa, Borges hizo de su madre su asistente, su guía y compañA su muerte y ante la invitación de una universidad estadounidense, una joven discípula de ascendencia oriental, María Kodama, viaja con él y se convierte en su secretaria.
Desde 1975 Kodama fue el lazarillo del escritor y su inseparable compañera ocupando el lugar que dejó doña Leonor. Él tenía 76 años, ella promediaba los veinte.
Ambos contrajeron matrimonio mediante un poder en Paraguay 49 días antes de la muerte del escritor ocurrida en Ginebra el 14 de junio de 1986.
Para entonces Kodama era la única heredera de Borges que dejó a Fanny una suma de dinero. "Yo sé que mi vida ha sido una trama de errores", confesaba Borges en 1976. "He sido indiferente, he sido cruel, sí, pero por estupidez", dijo quien se arrepintió públicamente de no haber sido "más feliz".
Ya completamente ciego, se le preguntó qué desearía volver a ver si recuperara la visión: "Por raro que parezca, yo diría mujeres, ¡mujeres jóvenes!", respondió
Fuente:http://lakbzuhela.blogspot.com
Borges y María Esther Vázquez
En su biografia hecha a Borges Maria Esther, expresa un indisimulado recelo hacia María Kodama, la segunda esposa y albacea literaria de Borges. El papel de esta última en alejar a Borges de sus amigos y de su familia en el último lustro de su vida parece indiscutible; cosa distinta es si aporta algo la relación de pequeños deslices y mezquindades que Vázquez le achaca, y que parecen nimiedades innecesarias ante el cargo mayor que construye contra Kodama: haber dominado al Borges anciano, amargado sus días, precipitado su muerte y alterado su testamento, nada menos.
Ajustes de cuentas aparte (aunque debe notarse que sólo este afán explica el título del libro), Esplendor y derrota no es una gran biografía. Sabemos lo que sucede, pero no por qué. El estricto orden cronológico no es literario (y la biografía es, a no dudarlo, literatura). Alternativamente se ofrece demasiado poco (de los años formativos de Borges: sabemos a quién conoció, pero no quiénes eran, qué significaban, todos aquellos poetas argentinos que se enumeran fatigosamente) o en exceso (la descripción pormenorizada de sus viajes). La narración se pierde con frecuencia en disgresiones, y en ocasiones repite datos que ya ha ofrecido unas páginas antes. No obstante, pueden salvarse de la biografía las jugosísimas anécdotas borgianas y los breves comentarios a algunas de sus obras, que desentrañan aspectos oscuros referidos a la influencia del entorno y las vivencias del autor sobre ellas.
Como aproximación a Borges, en definitiva, Esplendor y derrota es sólo tolerable. Quien realmente desee conocer al escritor, que no lo dude y acuda directamente a su obra.
Fuente:http://lakbzuhela.blogspot.com
Borges y Elsa Astete
El hombre que le presentaría a Borges fue Pedro Henríquez Ureña, historiador dominicano que había tenido que abandonar Santo Domingo porque el dictador Rafael Trujillo se había enamorado de su mujer.
El encuentro ocurrió una tarde, cuando Ureña llamó a su amiga Elsa y a su hermana Alicia, y las convocó a una cita a ciegas en el Museo de Bellas Artes, donde habría una conferencia. El conferencista era Néstor Ibarra, quien acabaría casándose con Alicia, y el joven que lo acompañaba se llamaba Jorge Luis Borges.
En 1931, Borges tenía 32 años y era un intelectual joven educado en Europa, ignorante todavía de que iba a ser el más grande escritor contemporáneo en lengua española. Había publicado un ensayo, Evaristo Carriego, que además de hacerle ganar tres mil pesos en un premio le había valido que Victoria Ocampo lo integrara a la revista Sur. En esa época estaba enamorado de Elvira de Alvear y ya era amigo de Adolfo Bioy Casares.
Aquella cita a ciegas en el Museo de La Plata sería el disparador de la relación. En la versión de la mujer, "después de que Henríquez Ureña nos presentó, nos fuimos a tomar el té al Jockey Club, y a la semana siguiente Alicia y yo fuimos a Buenos Aires para encontrarnos. Desde entonces no me dejó más. Me perseguía a sol y a sombra. Fue en esa primera cita cuando Borges me juró amor eterno".
¿Eterno? Aun tratándose de Borges, parece mucho decir. Durante los dos años que estuvieron de novios, él empezó a usar barba, recopiló sus artículos periodísticos en un libro y empezó a ser un escritor conocido.
La rutina del amor iba por los carriles de la época y, no bien comenzaron a hacer planes de casamiento, se comprometieron formalmente. Después, cuando la relación terminó, Borges decidió no hablar nunca del tema y hubo que esperar 50 años para que Elsa, enigmática, aludiera elípticamente a lo sucedido:
"No se dio", diría apenas.
Lo que ocultaba esa frase era un episodio de infidelidad que acabaría en el primer matrimonio de Elsa Astete y en el primer desengaño amoroso del poeta: durante una fiesta de cumpleaños ella había conocido a Ricardo Albarracín Sarmiento, y se había enamorado de él.
Fue una relación clandestina que Borges ignoró hasta el final: seguía viviendo en Buenos Aires, viajaba los sábados a La Plata para visitar a su novia, y fue el último en enterarse de lo que ocurría.
En la versión de Elsa, las cosas ocurrieron así: "A los 15 días de haberme casado, Borges, que no sabía nada, seguía llamando a mi casa. Mamá no sabía qué decirle, y yo me desentendí del tema. ‘Eso es problema tuyo’, le dije. Finalmente ella, que era correctísima, le dijo: ‘Mire, Borges, discúlpeme, pero me veo en la obligación de decirle algo: no llame más, porque Elsita se casó’".
La madre le contó a su hija que Borges hizo un breve silencio y después dijo: "Ah, caramba", y colgó.
Historias paralelas. En los años en que estuvieron separados, las historias de Borges y Elsa Astete fueron paralelas.
Ella, convertida en señora de Albarracín, tuvo un hijo que llevó el nombre del padre. La pareja vivía en una casona del Tigre y seguía viajando a La Plata, donde tenían una casa quinta, y Borges, para la mujer, apenas si era un recuerdo difuso.
Cuando le tocara a Borges hablar de la ruptura y de los años que le siguieron, diría dulzonamente: "Sólo la esperaba a ella". Desde luego, eso no parece cierto: entre 1933 y 1965, cuando se volvieron a encontrar, el escritor se enamoró muchas veces, y entre sus mujeres estuvieron Estela Canto, Silvina Bullrich y María Esther Vázquez.
Durante los años en que Borges estuvo sin saber de ella, Elsa enviudó y supo de él sólo lo que se decía de su carrera como escritor. Ni siquiera vivían en la misma ciudad: ella había vuelto a La Plata, donde había decidido quedarse después de la muerte de su esposo, y él estaba en Buenos Aires el tiempo que no pasaba viajando.
La ceremonia del reencuentro, tratándose de Borges, no podía empezar sino como empezó: con un sueño.
Dice Elsa: "Me contó que una noche soñó conmigo y le brotó como una ansiedad enorme de verme. Como mantenía una relación esporádica con una hermana mía, la llamó. Hablaron de bueyes perdidos, y al final le dijo: ‘Decime, Alicia, ¿qué es de la vida de Elsa?’. ‘Bueno’, le dice mi hermana, ‘vive en La Plata; se casó, como ya sabrás. Lo que no sé si sabés es que enviudó hace tres años’".
Borges quedó sorprendido pero no perdió el tiempo: llamó a su primera novia, y lentamente las cosas volvieron a ser como antes.
Segunda parte. De este segundo noviazgo, que duró casi tres años e incluyó, como el primero, un formal compromiso con anillos, a Elsa Astete le quedó grabada una anécdota que la hizo sentir indispensable. Sucedió una noche, en casa de Borges, cuando el escritor, ya casi ciego, fue hasta la biblioteca y a tientas pero sin dudar tomó un libro y lo llevó hasta donde estaba la mujer. En la página donde lo abrió había una foto de ella en traje de largo.
–Georgie –dijo admirada ella–, una foto mía...
En eso entró Leonor Acevedo, y le dijo a su futura nuera:
–¿Querés que te diga una cosa? Cada noche de su vida, antes de acostarse, "miraba" tu foto.
El 21 de setiembre de 1967, Jorge Luis Borges, soltero, 68 años, se casó por iglesia con Elsa Astete Millán, viuda, de 57.
Durante los primeros tiempos, la pareja vivió en la casa de él, Maipú 994, 6° piso B, compartiendo sus días con Leonor Acevedo. En el recuerdo de Elsa, contra lo que pudiera pensarse, la madre del escritor no intervino para perjudicar la relación. Diría años más tarde: "Mientras vivimos juntos nos llevamos muy bien. Es increíble, pero lo pasamos muy bien como matrimonio y con la madre".
¿Hasta dónde creerle? Según los amigos del escritor, los celos de Elsa hacia Leonor Acevedo eran terribles, y no permitía que Borges le diera dinero, como lo había hecho durante años. Unos meses después del casamiento, la pareja se mudó a un departamento de la calle Belgrano, donde hicieron por primera vez la experiencia de vivir juntos y solos, y allí la rivalidad entre su esposa y su madre cobró mayor virulencia y el escritor tuvo que empezar a visitar a escondidas a Leonor.
Esa experiencia, además, llevaría a la pareja a enfrentar definitivamente la realidad: la convivencia era intolerable. En una entrevista publicada en 1993, Elsa Astete admitió que no fue feliz junto a Borges: "Era introvertido, callado y poco cariñoso. Era etéreo, impredecible. No vivía en un mundo real ".
La rutina matrimonial tampoco parece haber sido excitante: "Yo lo despertaba a las 8 de la mañana. Ya estaba el baño preparado. Se bañaba durante una hora; después salía con olor a jabón, ¡qué rico! Se vestía. Tomaba su café con leche con pan y manteca, y se iba a la Biblioteca. Volvía a la 1. Almorzábamos. Se iba a dormir hasta las 4 y media. Tomaba un café con leche, no le gustaba el té, y se iba a la Biblioteca otra vez. Llegaba a las 8 de la noche. A esa hora,casi todos los días, íbamos a lo de Bioy Casares a cenar. Cuando volvíamos, Georgie se ponía su pijamita, y nos íbamos al living a leer hasta las 2 ó 2 y media de la madrugada".
En palabras de María Esther Vázquez, "la vida con Elsa era de una aridez desoladora. Según contaba el propio Borges, los únicos temas de conversación eran los recorridos de los tranvías o de los colectivos. En la mesa, al mediodía, a la hora del té y a la noche, había largas discusiones entre Elsa y su hijo acerca de qué calles tomaba el ómnibus 48 en su largo viaje al barrio de Flores. (Borges) se aburría (...). Le gustaba contar sus sueños y soñaba casi todas las noches; por eso, le extrañaba al principio y le molestaba después que Elsa jamás soñara. No podía concebirlo".
A poco de casarse, Elsa había comenzado a adueñarse del Borges público además del privado. Le manejaba el aspecto y también el dinero. "A la casa la administraba yo. Georgie odiaba la plata y me decía: ‘Vos ocupate de cobrar lo que sea. Odio la plata y, más aún, hablar de ella. A mí no me des nada. Yo te pediré cuando necesite para mis libros...".
María Esther Vázquez cuenta que Elsa lo instaba a cobrar sus conferencias y a duplicar el caché momentos antes de que se iniciaran, cuando la sala ya estaba llena, y añade que su esposa no era la mayor admiradora del escritor.
Cuando Borges, soberbio e irónico, se burlaba de su propia fama ("El día en que se den cuenta de que soy un impostor, cuando realmente lean las pobres páginas que he escrito, comprenderán que se han equivocado y me echarán con furia de todos lados"), la única que lo tomaba en serio era Elsa, quien llegó a decirle: "Mirá, aprovechá tu cuarto de hora; hoy estás en el candelero, pero dentro de dos o tres años nadie se va a acordar de vos...".
La separación. No puede saberse cuándo empezó a tomar forma en Borges la idea de la separación. En agosto de 1970, repentinamente, se dio cuenta de que ya no quería regresar a su casa, pero postergó la decisión.
Por un tiempo se entretuvo con viajes, premios y la ilusión recurrente de recibir el Nobel, y una mañana de octubre salió de su casa como siempre, para ir a la Biblioteca, y nunca regresó. Unos meses más tarde, mientras paseaba por Florida con su sobrino Miguel, Elsa Astete Millán se cruzó con el escritor y lo saludó. "¿Quién es?", preguntó Borges, definitivamente ciego. "Es Elsa, tío", respondió Miguel.
Y Borges volvió a preguntar: "¿Y quién es Elsa?"
Fuente:.http://lakbzuhela.blogspot.com