Estos son los últimos versos que hoy escribo
a quien me amara como no sabía;
quien sólo acaso fuera un accidente
en la azarosa ruta de mi mi vida.
Este es el último poema triste que le dejo
entre sus manos húmedas y frías.
Pero sé que habrán otros poemas
y alguna otra creerá en mis mentiras;
porque entretanto siga transitando
esta azarosa ruta de mi vida
perseguré sin temores ni desmayos
algún nuevo fantasma cada día.
Y sé también que nadie como ésta
que ante mí yace hoy, rígida y fría,
castigará muriendo por su mano
de mis poemas todas las mentiras.
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