¡SOY BOHEMIA ! ¿Y QUÉ?

Siempre me preguntan ¿que es ser Bohemio? les respondo : El Bohemio vive por vivir , se llena de angustia sin tener por qué, pero está alegre cuando otros no están.

El Bohemio vive su vida incansable de ideas ,algunas creativas y otras filosóficas, todas para hacer de su vida un paraíso. El Bohemio no teme, solo porque él vive su vida como quiere, ahora sin causarles daños a sus semejantes. Vive la vida con principios y hasta con responsibilidad pero hace lo que quiere cuando quiere. En la música encuentra pinturas, en las poesías encuentra música, y en las pinturas encuentra versos ...es así mientras que se bebe su copa y sin faltar un café en un bar escondido adonde solo se lee por la media luz y la atmósfera del tabaco. La noche es su tarima....ahi baila, canta, bebe, conversa y admira a otros como él. Se proclama el duende de la noche. Ve el mundo con otros ojos ...él ve colores en el cielo nublado, ve la melancolía en una rosa brillante en su esplendor.

Gracias a todos que entienden estas breves letras. ¡SÍIIIIIII!!!! ¡Soy una Bohemia !!! ¿y Qué?

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Luis Luchi


Luis Luchi es el nombre literario de Luis Yanischevsky, un porteño hijo de inmigrantes judíos y ucranianos, nacido el 11 de octubre de 1921 en Villa Crespo. La poesía que escribió con profusión fue una de sus herramientas de lucha, las que le valieron el exilio por dos veces: una en 1949, en Uruguay y la otra en 1977 en España, Barcelona.


Fue creador junto a otros artistas del grupo Gente de Buenos Aires, en el que confluían poetas, pintores y músicos que llevaban el arte a los barrios.
Algunos de sus numerosos libros de poemas son El ocio creador (1960), Poemas cortos de genio y El muerto que habla, 48 penúltimos poemas (1970); Jardín zoológico (1995), y el póstumo Amores y poemas en Parque Chas (2001), donde recuerda al barrio de su infancia.

***

ENTRAR EN UN CAFÉ DESCONOCIDO

Usted no es rengo ni vende lotería.
Sin ser muy elegante, su ropa
con botones está planchada.
No lleva un parche en el ojo;
barba afeitada,
ningún número en la espalda.
Colgado de un cigarrillo
y de una cara que no dice nada
entra para tomar una pausa.
Se sienta, sacude las migas de la silla,
espera que lo atiendan;
mira en derredor
buscando un color de mujer
por amor al arte.
Y si aprueba el examen a que lo sometieron
en silencio,
no es policía ni ladrón,
mensajero ni espía de otro barrio,
observará, para su tranquilidad,
que el ambiente vuelve
a su cauce normal.


Recibido de

AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

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