Páginas

Un Poema pecador por: Delfina Acosta

Mi alma es una ramerita, Dios.

No quiero amar al prójimo. La fiesta

de la alegría ajena añade gotas

de hiel al ojo. Crece la maleza

de mi maldad si otros son felices.

Mi corazón al colmo siempre llega.

Yo peco, sí, yo pronto me extravío.

Me gusta darme al vicio y la pereza.

Yo canto maldiciones en mi cuarto.

El mal hablar de alguna pobre vieja

asmática se eleva por mi voz.

La perdición de otros me contenta.

Pasada ya de copas me derrumbo

sobre mi lecho componiendo un himno:

“Mi Dios, lejano Dios, perfecto Padre,

soy esa oveja que perdió tu Hijo”.
 
 Por: Delfina Acosta

No hay comentarios:

Publicar un comentario