Alrededor, el monte seco y pinchudo del Chaco.-Ya casi no había verdes, no hay nada húmedo, hace dos meses que no cae ni una gota de sudor al suelo resquebrajado del lugar.
- Un último cardenal canta su despedida, y vuela buscando un poco de agua en otra tierras.
-Hasta las lagartijas se han ido.
-Adentro de la capilla vacía, los pasos del padre Claudio retumban en el aire, con sonido a zapatos gastados. Camina hasta la sacristía y carraspea con su garganta seca como el aire del lugar.
- Esto no puede seguir así Virgencita, ayúdanos, dános un poco de lluvia - pensó.
-Era el octavo Domingo que daba misa desde de que dejó de llover, justo cuando se robaron la imagen de la Virgencita.
La fe del pueblerío se iba secando con tristeza junto con la tierra.
-En el interior del padre Claudio la fe también se fue secando, ya son muchos los años de ver pobreza, dolor, desnutrición e injusticia. Muchas veces dudaba y renegaba de creer que Dios ayudaba a los humildes.
-Mientra terminaba de vestirse llegó Pedrito, el monaguillo, con la carita llena de polvo del monte y la ropa sucia por la falta de lavados. Juntos, comenzaron a preparar los utensillos de la misa y luego le rezaron a Dios para que todo salga bien esa mañana.
-Mientras pedían frente al altar vacío, Pedrito lo miró fijo y le dijo: - "Padre Claudio, ¡tenga fe!, que la Virgencita lo va hacer volver a creer..." Asombrado el cura miró al niño fijamente y le preguntó: - ¿Porqué has dicho eso, Pedro? - La Señora me pidió que se lo dijera - dijo señalando hacia arriba - "me dijo que hoy iba a llover, pero que Ud. debe volver a creer, padrecito".
-El padre lentamente fue levantando la cabeza y sorprendido vió que la imagen de la Virgencita estaba en el altar nuevamente, como si nunca se la hubieran llevado.
- Pedrito abrazó con ternura al sacerdote, y mientras éste trataba de entender qué pasaba, una gota salada nació de sus ojos como nace la luna en un horizonte rojo y brilloso... La lágrima se deslizó por la mejilla del Padre Claudio y se desparramó húmeda en el suelo de tierra de la capilla.
-Un trueno llenó el silencio con su rugido.
-Y los pobladores que, todos juntos llegaban a misa, nuevamente sonrientes, nuevamente creyentes y con sus pies totalmente embarrados.-
me gusto mucho! felicitaciones !y un beso a todos
ResponderEliminarCarmen