Y uno quisiera caminar los días de setiembre
con corazón de pájaro, abrir los brazos alas,
abrigarse en el cielo azul de una esperanza,
oler la brisa, rozar el aire leve,
demorar la mañana, gritar que existe
y que está vivo.
Y hacer ramos gigantes con caricias perdidas
y atrapar a los días tomándose el estío
y perderse las manos en el hueco abrigado de otra mano.
Sin embargo
me han dicho que ya es tarde
que es tiempo de sosiego...
Talvez sea cierto.
Una ya tiene huellas,
camino andado, sinsabores, nostalgias,
penas que no pueden narrarse,
historia...
Yo comprendo...
Entonces
si es casi invierno
si no es tiempo de amor sino de ausencias
si hay que andar de puntitas y con la sangre quieta...
¿porqué irrumpen susurros y caricias
en mis noches vacías?
¿Por qué cantan los pájaros
en el cristal helado de mis oídos viejos?
¿Por qué la primavera se me metió en la piel
con este olor a verde, a sangre tumultuosa,
a brujas con escobas, a besos, a milagros?
¿Por qué, si todo es tan oscuro, yo sueño que amanece?
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