Tercera persona del singular -vulgo, él-
que aprisionaba con sus manos -las de él-
mi porción carnal de la existencia -la mía-
Tercera persona del singular dual -él, reitero-
que tomaba bocados de mí -de yo, bah-
y los deglutía con el molinillo de sus dientes -de él, claro-
Tercera y única persona del singular uno -él, desde luego-
que paría su música tajeando el gris de la noche
meciéndose en mis labios pirómanos y adictos
A él, la tercera persona del singular
donde abrevaba la sed feraz de mi lengua
Analía Pinto
drenka_balich@yahoo.com.ar
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